Tú, mar. Yo, playa.
Cual gran ola de mar,
con ávido y altanero estruendo,
te estrellas salvaje contra mis rocas.
Llenando de ruido y vida mi playa.
Rompiéndote y armándote con fuerza una y mil veces, te admiro.
En tu vaivén caprichoso me arrastras.
Llevándote parte de mí entre tu espuma.
Paciente espero, testigo y confidente, pero no realmente.
Ignorando las maravillas y pesadillas que conforman la penumbra de tu océano.
Anhelando formar parte de tus corrientes frías y cálidas.
Déjame ser los granos de arena que viajan entre tu espuma al recorrer el mundo a tu lado y hacerte compañía en las profundidades de tu océano.
Las lágrimas de la playa, son las que saben a sal, al no poder acompañar a su amado, el mar.
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