Primer Encuentro

Descubriendo El Amor [HIATUS]

A/N: Algunas cosas no serán como se las esperan

 

Paseaba de manera descuidada entre los corredores, dando su tercera vuelta mientras esperaba que los minutos siguieran pasando y su objetivo ingresara por la puerta de vidrio del súper mercado donde se encontraba.  Había pasado las últimas semanas vigilando cada movimiento de su presa, memorizando todos sus horarios y descubriendo nuevas cosas que ni la misma víctima, conocía de él mismo. Se sentía muy orgulloso de su análisis, y hoy por fin, emprendería marcha hacia su gran objetivo.

Y si todo salía como lo esperaba, el éxito le sonreiría desde el primer minuto. Su suerte parecía estar de su parte, el momento que la campanilla electrónica del súper mercado, tintineó, avisando la llegada de un nuevo cliente. Y no un cliente común.

Tomando una gran bocanada de aire y decidido a dar marcha a su plan, giró el carrito de compras que llevaba empujando por los pasados 30 minutos, en dirección contraria a la persona que se acercaba al corredor donde se encontraba oculto. La idea era hacer un encuentro casual, y no dejarse en evidencia como si hubiera estado esperando todo el día por su presa.

Con cuidado y cautela, robaba distantes miradas a su objetivo, esperando por el momento más indicado para hacer su primer movimiento. Tenía que tener extremo cuidado de no echarlo a perder en su primer intento, probablemente esta sería su única oportunidad para acercarse a su presa.

Aceleró sus pasos cuando vio que su objetivo se dirigía hacia las cajas registradoras, llevando en una mano pequeña canastilla que contenía artículos básicos de aseo personal. Rápidamente, dirigió su carrito de compras, por detrás de su objetivo, dando fingidas miradas a sus lados, disimulando su interés en la persona que caminaba delante de él.

La fila en las cajas registradoras no era muy larga, lo que retrasaba su calculado plan, pues esperaba una conversación larga mientras la fila avanzaba a paso lento. Ahora tenía que pensar rápidamente en una nueva excusa para hacer amistad con su objetivo, que ya se encontraba en la fila, sólo a centímetros de distancia, revisando los artículos dentro de su canastilla, enlistándolos uno por uno entre susurros, probablemente asegurándose que nada le haya faltado.

Sus pies se volvieron inquietos con los nervios y la presión del tiempo que avanzaba y ninguna idea venía a su cabeza, empezando a golpear una y otra vez contra el piso, creando un ruido molesto para los demás clientes que hacían fila en las otras cajas.

Su cerebro se aceleró, cuando su objetivo colocó su canastilla de compras, sobre el filo de la caja registradora, indicando que pronto sería su turno de atención. Sin pensarlo mucho, estiró una mano por el lado de su objetivo, fingiendo tomar una de las bolsas de snacks, en los mostradores al lado de la caja, dejando caer a propósito, algunas bolsas contra el piso, logrando lo que tanto esperaba.

-lo siento! Qué torpe! – se disculpó inmediatamente, sin mirar a la cara de la persona que giró en su ayuda, regresando las bolsas de snacks, dentro del mostrador.

-descuide, está bien – habló el muchacho desconocido, dedicándole una mirada y dulce sonrisa, asegurando sus palabras.

El choque fue instantáneo, cuando sus miradas se encontraron.

 

 

-gracias por ayudarme… de veras no están tan pesadas… - insistió por cuarta vez el muchacho, siguiendo a paso ligero, al hombre que prácticamente le había arrebatado las pequeñas bolsas de sus compras, de las manos.

-no es gran cosa… me siento culpable por echarte todos esos snacks encima – sonrió en respuesta el hombre, disminuyendo la velocidad de sus pasos, asegurándose que el muchacho caminara a su lado sin ningún contratiempo.

-pero eso tampoco fue gran cosa… en serio no tiene de qué molestarse… - replicó el muchacho, alcanzando finalmente, la calle donde debía separarse del hombre extraño.

-me enseñaron a guardar mis modales y reparar mis daños, lo siento si te incomodé – aseguró el hombre, devolviendo las bolsas en manos del muchacho.

-entonces supongo que debo agradecer a sus padres, gracias de todos modos, me tengo que ir – sonrió el muchacho en agradecimiento, disponiéndose a girar la calle y hacer su camino a casa.

-vives por ese lado?... qué casualidad! Acabo de mudarme hace unos días! – remarcó el hombre, alcanzando al muchacho en sus pasos, siendo bienvenido por una mirada perturbada.

-se acaba de mudar?... qué coincidencia… - dirigió el muchacho una mirada suspicaz a su inesperado acompañante, asegurándose de tomar una distancia prudente entre los dos, y seguir con cautela y disimulo, cada uno de sus movimientos.

Lo que menos pensó ese día el muchacho, era encontrarse con un tipo extraño que aparentemente lo había elegido como su próxima víctima. El muchacho tuvo que disimular una ligera tos, para disfrazar los escalofríos que empezaron a recorrer su cuerpo.

La noche caía y las calles iban quedando solitarias; aunque estaba a tan sólo unas calles de su casa, estaba seguro que bastaría sólo unos segundos, para que el sujeto a su lado lograra doblegarlo, pues su fisonomía era tan sólo la mitad que la de su acompañante.

Uno, dos pasos; el muchacho iba contando segundo a segundo, los pasos que distaban de su destino final, donde finalmente podría respirar a salvo.

-y… hace mucho que vives por aquí? – fingió torpeza en sus palabras, el hombre al lado del muchacho, buscando una conversación casual, y matar el silencio que no ayudaba en nada a sus planes.

-desde que era pequeño… usted acaba de mudarse?... no es de Seúl?... – replicó el muchacho, controlando el temblor y los nervios, en su tono de voz.

-vivía a los alrededores de la ciudad, pero decidí mudarme por motivos personales y trabajo… - respondió el hombre al interrogatorio, tratando de sonar lo más amable y natural posible, no podía dejar que su ansiedad, gobernara sobre el cuidado que debía poner en su operación.

-en qué trabaja? – continuó interrogando el muchacho, creyendo firmemente que si hacía hablar a su acompañante durante todo el camino, éste de distraería y olvidaría sus primeros propósitos.

-soy asistente de redacción en la editorial Shooting Star – sonrió orgulloso el hombre, al notar que finalmente había captado toda la atención y el brillo en los ojos del joven muchacho a su lado.

-en serio?... soy fanático de todos los mangas de esa editorial!! – replicó le muchacho con emocionada voz y un resplandor genuino en la mirada.

El hombre sabía lo que hacía. No por nada llevaba más de dos meses vigilando sus pasos.

 

 

 

El silbido de la tetera con agua hirviendo sobre la cocina, le avisó que era momento para un receso y disfrutar de su acostumbrada taza de café por las tardes. Con mucho esfuerzo, colocó las hojas de papel que llevaba sosteniendo por los pasados 20 minutos en manos, sobre la mesa del café en la sala, haciendo su camino hacia la cocina.

El aroma refrescante del líquido oscuro en su inmaculada taza de porcelana, le traía buenos recuerdos como todas las tardes. Y como todas las tardes, su angustia volvía a llenar sus pensamientos. Aunque más que una angustia, era una necesidad.

La necesidad de liberar todo lo que había dentro de él y dejar que ese sentimiento parara de oprimir su pecho. Había días en los que se preguntaba, cómo una persona como él, podía ser tan admirada y respetada, y a la vez tan torpe y lamentable en cuestiones del corazón.

Una vez más, volvió a tomar un sorbo de su taza de café, deteniendo sus labios por prolongados segundos sobre el borde de la taza, como si quisiera desenterrar las huellas, probablemente inexistentes ya, de los labios de su usuario anterior.

Lo más seguro es que muchos lo calificarían como una especie de psicópata, por conservar tan vívidamente cada recuerdo de aquel día, cuando el origen de sus desdichas, pasó casi un día en su departamento, al lado de otros estudiantes que compartían las tutorías privadas de aquel entonces.

Cada movimiento que esa persona hizo en su departamento, cada respiro, todo había quedado grabado en su memoria, atesorándolo como si su vida dependiera de ello.

Sabía que era patético vivir de meras fantasías, pero si hay algo con lo que no fue dotado, fue con el valor de enfrentar riesgos y luchar por lo que se desea.

Y nadie lo deseaba como él. En cada noche, en cada sueño, en cada minuto, aún cuando sus miradas distaban de escasos metros, su mirada no podía apartarse del objeto de su ansiedad. Quizás era un castigo por las huellas del pasado. Sufrir viendo a la persona que amas, tan cerca y a la vez tan distante, tan inalcanzable. Porque no era sólo el hecho que el objeto de los dolores en su pecho, sea una persona de su mismo género, estaba además el hecho que se trataba de un estudiante universitario, cursando apenas su primer año y para empeorar el tema, uno de los mejores alumnos de su clase.

Por donde quiera que lo viera, la palabra “prohibido”, siempre resaltaba al final del día.

Y es que así era su amor, prohibido por no poder ser capaz de confesar sus sentimientos, y conformarse con admirar de lejos, la belleza del estudiante que le había robado el aliento, casi desde el primer día que ingresó a su salón de  clases. Y prohibido por no atreverse a botar el reglamento universitario por la ventana, que prohibía abiertamente, cualquier tipo de relación alumno-maestro.

Su desdicha era risible y hasta él mismo se reía algunas noches de su desgracia, pero muy en el fondo, esperaba por que el año académico llegara a su final, y quizás entonces, tendría la oportunidad de dar su primer gran paso, ya fuera exponiendo sus sentimientos, o cambiando la dirección de los “prohibidos”, en su reglamento.

Como quiera que fuera, aún le quedaban meses de angustia y observación. Sólo podía conformarse con observar desde lejos, y seguir recibiendo ese trato cortés y respetuoso, por parte de uno de sus alumnos más que favorito.

 

 

-así que aquí vives… linda casa – se detuvo el hombre a pocos centímetros de distancia del muchacho a su lado, observando con detenimiento, la casa de moderna construcción frente a sus ojos.

-ehhhmm si!... gracias por acompañarme – hizo una reverencia el muchacho, indicando a su maduro acompañante, que esa era la despedida definitiva.

-ya que prácticamente vivimos en el mismo vecindario y casi no conozco nadie por aquí… que tal si somos amigos? – pronunció de pronto el hombre, sorprendiendo altamente al muchacho de ojos inocentes.

-te molesta? – replicó el maduro hombre, lanzando una mirada herida al muchacho.

-no!... no es eso, es sólo que… recién lo acabo de conocer y… es extraño… - se dijo así mismo el muchacho, frunciendo el ceño, acompañado de un adorable puchero.

El hombre suprimió una risita en su interior, suprimiendo también su danza de la victoria, al darse  cuenta que su plan marchaba a la perfección.

-también te acabo de conocer, pero… me agradas, eres un niño muy agradable… - aseguró el hombre, enredando su dedo índice en los mechones sueltos de la media coleta del joven muchacho.

-no soy un niño… ya tengo 20 años y estoy en mi primer año en la universidad… no soy un niño  - reclamó con evidente molestia el muchacho, luego de oír el adjetivo utilizado hacia su persona.

Nuevamente un golpe acertado para el hombre que ya olía la victoria final en un futuro no muy lejano.

-oh lo siento! No fue mi intención ofenderte – se disculpó con una sonrisa el hombre, extendiendo repentinamente una mano abierta, al muchacho que lo seguía observando con mirada reprobatoria

El muchacho lo dudó por unos segundos, pero luego se convenció que no había nada de malicia ni terceras intenciones, en la abierta simpatía y amabilidad del extraño que le tendía la mano, por lo que sin dudarlo, tomó la mano ofrecida, estrechándola con más firmeza de lo habitual, asegurándose de dejar en claro al hombre frente suyo, que él ya no era ningún niño pequeño.

Las manos se tocaron firmemente, prolongando por unos segundos a propósito, el apretón, el maduro hombre, asegurándose de dejar en claro al muchacho, su interés en algo más que una amistad.

-ehhh… ya tengo que entrar… mamá empezará a preocuparse… - retiró su mano primero el muchacho, tirando con ligera fuerza para su total liberación.

-ah! Si! Claro!... espero verte pronto por acá… adiós! – agitó su mano en señal de despedida el maduro hombre, dando la espalda por completo al muchacho, alejándose a paso lento y calmado, contando los minutos para sellar la llave de su éxito.

-espere!... – exclamó el muchacho repentinamente, avanzando unos pasos en dirección del maduro hombre.

-sucede algo? – habló con total inocencia e ignorancia el hombre, suprimiendo una sonrisa satisfactoria.

-no me ha dado su número… cómo voy a volver a contactarlo? – señaló el muchacho, sacando su teléfono celular del bolsillo de su pantalón.

El plan había empezado a dar sus primeros frutos.

 

 

Tomó la charola de alimentos en manos, girando su mirada de frente a la panorámica vista del resto de las mesas en la cafetería de la universidad, buscando un lugar libre donde poder tomar asiento y degustar los alimentos en su charola. Después de dar un par de vueltas, finalmente descubrió una pequeña mesa libre, lo cual venía bien a sus planes.

-hey! HyeSung!! – alzó la mano apenas su cuerpo se colocó sobre la silla en la mesa, llamando efusivamente al muchacho que caminaba perdido, en la misma misión anterior a la suya.

El referido muchacho, notó pronto la mano que se agitaba en el aire, y sin dudarlo, hizo su camino rápido, al lado de su mejor amigo.

-por qué está más lleno que otros días? – se quejó el muchacho nuevo en la mesa, tomando asiento como si hubiera corrido por kilómetro.

-debe ser por la conferencia del profesor Ahn – respondió el primer muchacho, tomando el vaso de refresco en su charola

El otro muchacho asintió con la cabeza, girando ligeramente la mirada en dirección de la mesa de profesores, como si estuviera buscando a alguien, en medio de esos rostros serios y maduros.

-por cierto, quieres ir al cine hoy?, ya estrenaron la película que quiero ver! – rompió la concentración del muchacho, el primer muchacho en la mesa.

-lo siento Dydy… ya tengo planes… - se disculpó el segundo muchacho, bajando la mirada, ocultando el obvio nerviosismo en su rostro.

-vas a salir otra vez con ese sujeto?... el que vive por tu casa? – interrogó Andy con voz traviesa.

HyeSung y Andy se conocieron en la escuela primaria desde muy niños y desde entonces, no había habido ninguna fuerza que pudiera separarlos. Eran como hermanos, siendo el primero, tan sólo unos meses mayor que el otro. Ambos cursaban ahora su primer año en la universidad, apoyándose como siempre en el otro, y aconsejándose cuando más lo necesitaban. Ni el hecho que Andy y su familia se hayan mudado recientemente del vecindario donde solían vivir, al lado de la casa de la familia de HyeSung, había hecho que los muchachos rompan su amistad y dejaran de frecuentarse.

-me pidió ayuda para remodelar su oficina – respondió HyeSung sin interés luego de unos segundos, a la pregunta de su amigo.

-cuánto tiempo ya llevan saliendo?... dos, tres meses? – continuó Andy el interrogatorio, como si fuera alguna especie de fiscal, tratando de hacer confesar al sospechoso.

-saliendo?... sólo somos amigos! Me pidió ayuda y yo acepté, es todo! – se defendió HyeSung, lanzando una mirada letal a su amigo.

-no crees que es extraño que siempre te pida ayuda a ti?... la otra vez qué fue?... que le ayudes a pintar su habitación?... y luego que lo acompañes a llevar a su perro al veterinario… - enlistó Andy, algunos de los “favores” que el enigmático maduro hombre, había solicitado de su mejor amigo.

-no conoce a nadie en la ciudad… no me parece para nada extraño – respondió HyeSung, tomando con furia, un bocado del sándwich de atún en su charola de comida.

-casi cuatro meses viviendo en Seúl y no conoce a nadie?... contigo hizo amistad muy rápido – volvió a insinuar Andy, decidiendo finalmente dejar el tema, cuando su amigo le volvió a lanzar una mirada mortal.

 

 

Sus ojos permanecían fijos en las dos figuras sentadas a varios metros de distancia de su mesa, concentrando aún más su mirada, en el alto muchacho de contextura delgada y piel de porcelana. Era así todos los días. No importaba por cuanta gente estuviera rodeado, o cual fuese el tópico en la conversación, sus ojos ya se habían acostumbrado a mantener en su foco, la imagen del muchacho que le causaba sus mayores noches de insomnio.

Una sonrisa se dibujó en su rostro automáticamente, cuando vio al muchacho sonreír, mezclando su sonrisa con un adorable rubor en sus mejillas. Por más que lo había visto cientos de veces, aún seguía maravillándole, cómo alguien podía ser tan adorable como un niño pequeño, a esa edad.

-se encuentra bien?... profesor? – llamó la voz a su lado, despertándolo de sus prontas fantasías.

-eh? Si!... disculpen – arregló su postura en la mesa, fingiendo interés en el tema entre las maduras personas que lo rodeaban, pero pronto, sus ojos volvieron a hacer su camino por su cuenta entre la multitud, encontrando con mayor facilidad, el rostro que alegraba su día y torturaba sus noches.

-creo que la conferencia del profesor Ahn fue muy interesante hoy, muchos estudiantes quedaron maravillados – inició la conversación una de las maestras en la mesa, ganando asentimientos por parte de sus demás colegas.

-definitivamente creo que la popularidad del profesor Ahn se ha incrementado aún más, el día de hoy – sonrió complacido el más veterano del grupo, lanzando una mirada expectante en dirección de la persona que parecía ida, nuevamente.

-profesor?... – volvió a llamar la misma voz a su lado, sobre exaltándolo en medio de una de sus mejores fantasías despierto.

-lo siento mucho, recordé que tengo unos exámenes que revisar aún, disculpen – se puso de pie sin pensarlo dos veces, tomando sus cosas de la mesa y saliendo a paso veloz, antes que volvieran a interrogarlo con preguntas que su cabeza no podía procesar en ese instante.

Abandonó la cafetería rápidamente, a la par que vio que los dos estudiantes en la mesa frente a la suya, se colocaban de pie en dirección de la puerta de salida, abrazando su bolso lleno de papeles y ensayos de sus alumnos, y sobre todo, de un alumno muy especial.

Sus ojos seguían con precisión la espalda de los dos muchachos que caminaban entre risas y juegos, hasta que no supo en qué momento, se encontraba en medio del estacionamiento del campus de la universidad, con una vista que trajo un sobresalto en su pecho.

Sus ojos se habían acostumbrado a seguir la misma figura por casi un año, pero de pronto, esta figura se le hizo desconocida y aún más dolorosa, cuando lo vio despedirse de su amigo en uno de los corredores, y caminar en dirección del auto color negro, estacionado a un lado del lote de demás autos, sonriéndole abiertamente al maduro hombre de aproximadamente su misma edad.

Su pecho se estrujó aún más, cuando el maduro hombre colocó una mano familiar sobre el hombro del muchacho que continuaba sonriéndole, como si se tratara de un amigo de toda la vida. Pero estaba seguro que no se trataba de un amigo común y corriente; al menos no por la intensidad de la mirada que éste lanzaba en dirección del joven muchacho de ojos inocentes.

 

 

-creí que vendrías hasta más tarde – resaltó HyeSung, sonriendo en dirección de su maduro amigo.

-justo ahora, todos están en una reunión por toda la tarde, no crees que es el mejor momento para empezar a redecorar? – sonrió en respuesta el maduro hombre, presionando ligeramente la mano en el hombro del muchacho.

HyeSung asintió con la cabeza, disponiéndose a abordar el auto de su maduro amigo.

-no puedo creer que al fin conoceré las oficinas de la editorial Shooting Star!! – exclamó con exaltada emoción HyeSung, sonriendo ampliamente como un niño pequeño en navidad.

-esa es una de las ventajas de ser amigo de Eric Mun! – concedió el maduro hombre, encendiendo el auto.

 

 

Desde una esquina en el estacionamiento, un joven profesor sentía un profundo dolor en su pecho. Nunca antes había visto al alumno de su admiración, sonreírle tan abiertamente a otro hombre que no fuera su mejor amigo de infancia, y más aún, una sonrisa que no le era familiar, una sonrisa que deseaba para él.

-profesor Ahn?... – oyó llamar una voz a su lado, girando inmediatamente la mirada al muchacho que lo observaba con mirada confusa.

-Andy… ocurre algo? – interrogó al muchacho, tratando de lucir lo más calmado posible.

-eso le iba a preguntar… está bien? – replicó Andy, inspeccionando con detenimiento el rostro de su profesor.

-no es nada Andy-ah… creo que la conferencia me dejó perturbado… - sonrió finalmente, abandonando al muchacho en aquel estacionamiento.

“no seas estúpido Kangta… él no es así… ese hombre debe ser algún amigo o empleado de su padre… sí, debo creer eso… tengo que creerlo”

Se repetía mentalmente el profesor, mientras se alejaba con pasos tambaleantes y el alma resquebrajada, resistiéndose a creer que podría estar a punto de perder, lo que más deseaba.

 

 

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Comments

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guliee #1
Chapter 1: Hihihihihi...... Love their interaction in the supermarket. It was smart of Eric!! >.<
lolayaba
#2
Chapter 1: Woooah... Kagta vs Eric! >_<