Dos
The Writer
Hombro a hombro caminaba junto a Sooyoung, habían pasado alrededor de dos semanas y aún intentaba acoplarse al grupo de amigas de la más alta, no es que fueran en definitivo incómodas, ella misma lo era. Su timidez apenas lograba soltarla y expresar palabras algunas le era difícil. Porque así era ella. Solo hablaba cuando era necesario, no era de esas personas que hacen de todo por sacar conversación. Otra razón por la cual pensaba que era aburrida y no tenía bastantes amigos.
—Y Yuri ¿te gusta la Uni? —Taeyeon preguntó de repente mirándola sobre su hombro mientras el grupito caminaba por la calle, se habían organizado para ir a la feria después de clases. Era viernes y para ellas, era un día sagrado en el que se podían despejar de todas las preocupaciones.
Todas las demás la miraron después de que Taeyeon preguntase y ella se limitó a asentir tranquila, sabiendo que aunque no articulara monosílabos, la más baja podía verla.
—¿Te agradamos nosotras? —Esta vez fue Seohyun quien preguntó y por el rabillo del ojo pudo ver a Jessica, quien tenía las manos metidas en sus bolsillos, absorta de la conversación.
—Por supuesto. Son divertidas. —Les sonrió de manera agradable y tan pronto como las demás giraron su cabeza para mirar al frente, no pudo evitar girar su cabeza para ver mejor a la rubia. Caminaba un tanto lento cabizbaja. La contraria pareció darse cuenta de la mirada que le dirigía Yuri, alzó su cabeza y sonrió resplandeciente. Como si le estuviera diciendo estoy bien.
No pasaron muchos segundos cuando Taeyeon se acercó a entrelazar su mano con la rubia besando su mejilla, le susurró algo en el oído y Jessica soltó una risita.
Yuri sintió como sus hombros se tensaron por esto, ¿qué le pasaba a Jessica? Aquello tan solo cruzaba por su mente en ese instante.
Después de la firma de libros que hizo en la Universidad la siguiente semana presentó un arduo trabajo. Precisamente Yuri no solo se dedicaba a escribir libros en su tiempo libre, su familia no era rica pero tampoco era pobre ya que tenían una buena situación económica que lograba abarcar lujos buenos de los cuales solían disfrutar. Y aunque se había independizado hace tiempo de sus padres, de vez en cuando le depositaban dinero en su cuenta bancaria porque después de todo ‘‘Eres nuestra hija y nos preocupamos por ti’’. Una manera sutil en que sus padres le decían que su trabajo como escritora y periodista no era suficiente.
La verdad es que Yuri no solo fue buena en el ámbito de la filosofía y las letras cuando era menor, también en las ciencias y en la política pero cuando eligió su carrera, se dio cuenta que nada de eso le atraía para nada a pesar de que su padre trató de convencerla por mucho que fuera abogada y su madre, que se dedicara a la medicina.
Entonces sí…al final y al cabo terminó siendo una escritora y una periodista en una editorial muy conocida de la ciudad. No escogió el camino de su padre ni el de su madre, sino el propio. Aquello que la haría feliz.
Aquel día era jueves, por lo particular esos días y los martes se daba un tiempo para ir a visitar a su madre por las tardes después del trabajo. A su madre. Porque su padre aunque fuera algo viejo, mataba su tiempo en el trabajo y se preguntaba si aquello era sano para una persona mayor como él. Nunca fue muy apegado a su padre por tanto no se le hacía extraño.
Cuando entró por la puerta de la casa percibió un olor agradable, lo más probable de la cocina. De pronto se vio a ella misma de pequeña corriendo hacia los brazos de su madre, acogiéndola en un abrazo cálido. Pero ahora ante la figura de su madre frente a ella, solo se limitaba a sonreír apenas. Nada de abrazos o besos en la mejilla.
—Yuri, cariño. ¿Qué tal tu día? —Su madre la sorprendió por aquella pregunta. No era normal que le preguntase cómo se encontraba o cómo había sido su día. Si la visitaba era porque tenía un deber moral como hija de hacerlo. A veces solo llegaba ahí y dormía en su antigua habitación o regaba las plantas de su madre, cenaba junto a ella pero nada de charlas amenas en las que pudiera relatar las cosas que pasaban en su vida. Acostumbraba más a escuchar lo que su madre le contaba acerca de la familia, chismes de su tía, abuelos, uno que otro cotilleo que en el fondo para Yuri, no le era de su interés. Pero ¿qué podía hacer? Su madre ya era un poco vieja, no del todo pues aún mantenía un aspecto mozo que aún le dejaba relucir su belleza.
—Bien. —Respondió Yuri siendo guiada por su madre a la cocina, quien la tomó del brazo de repente. Esto la puso un poco incómoda porque no sabía las verdaderas intenciones pero cuando llegaron hasta el comedor casi se va para atrás de la sorpresa. Un malestar en su estómago le hizo quejarse a lo bajo. Nada más ni menos que una amiga de su madre y su hijo, un hombre vestido casualmente con un porte varonil estaban sentados.
—Yuri, ya conoces a MinHee y su hijo Seunghwan ¿no? —Ambas personas se levantaron para saludar a Yuri con una leve reverencia y Yuri se obligó a hacer lo mismo.
— ¿Festejan algo? —Yuri se atrevió a preguntar ante la mirada prejuiciosa de su madre.
—Acabamos de llegar a la ciudad por el trabajo que le transfirieron a mi hijo. —Las últimas palabras las recalcó la otra mujer, como si lo estuviera presumiendo con un premio. Pobre hombre, pensó Yuri cuando vio la mirada incómoda del joven. Este la miró también y Yuri tuvo que desviar su mirada tan pronto como pudiese.
—Oh, mamá. Tuviste que decirme para venir a recibirlos vestida de una mejor manera. —Comentó Yuri causando las risas de los presentes.
—Lo hice pero no contestaste mis llamadas.
—Bueno…
—El trabajo. —Se apresuró a decir Seunghwan y Yuri agradeció internamente por haberla salvado de las palabras acusadoras de su madre.
No pasó mucho tiempo cuando detrás de todo aquel lío se sentaron a disfrutar de una
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