No es oro todo lo que reluce

Freedom

A la mañana siguiente reinaba un silencio entre ellos, concentrados en lo que iba a pasar. Jaehyo repetía una y otra vez en susurros los pasos a seguir “Llegar, saludar a los guardias, chequeo rápido, pasar…Llegar, saludar a los guardias, chequeo rápido, pasar…” y Kyung le sugirió a Zico preparar un soborno, pero le contestó con algo de no compartir ni el aire que respiraba con esos perros. Antes de lo que le hubiera gustado, Yukwon vio en el horizonte unas pequeñas figuras, la silueta de una gran ciudad flotante y algunos navíos elevándose en el cielo.

-Yukwon…Al barril.-le dijo Minhyuk.

No iba a cuestionar porqué desde tan pronto. Aquel era el momento de callarse y obedecer con una fe ciega a aquellos piratas; que, según había asegurado P.O, no era la primera vez que pasaban algo a escondidas por una aduana. Bajó hasta la bodega y se metió en su escondite, agudizando el oído, atento a cualquier sonido que pudiera ser una alerta. Estaba muerto de nervios, tanto que se llevó las manos al rostro para silenciar su propia respiración, asfixiándose casi en el intento; pero no aflojó.

Echaron el ancla al llegar a los gigantes portones que daban la entrada a una ciudad flotante, amurallada por un enorme cinturón de muros de hierro. Las puertas se abrían lo suficiente para dejar pasar a los barcos y no había más que una entrada y salida por mar; por aire sería fácil salir sin un permiso, pero se arriesgaba a ser víctima del fuego de artillería en las torretas repartidas por las murallas.

-Buenos días, agente.-saludó Zico al funcionario en una atalaya.

-Buenos días. Permiso de circulación interplanetaria y documentos de identificación de los tripulantes.

-Normalmente no se pide identificación.-le dijo, fingiendo sorpresa. No obstante, le tendió todos los documentos, preparados en una carpeta, como si los tuvieran en regla y en orden y no hubiera trampa ni cartón. Les hizo un gesto a los otros para que se acercaran y el policía pudiera comprobar las fotografías de los documentos.

-Se han aumentado las medidas de seguridad, por la desaparición del príncipe.

-Oh, cierto. Mis chicos y yo lo vimos por televisión ayer mismo. Qué tragedia…Si quiere mi opinión…

-No la quiero.-lo interrumpió mientras leía la documentación. Eran fáciles de conseguir, lo difícil era mantenerlos en orden. Pero un soborno al funcionario de turno hacía milagros.

-Diría que lo han secuestrado algunos catetos para cobrar su recompensa.-siguió de todos modos.

Ante eso el policía alzó la mirada, interesado.

-¿Has oído rumores?

-Oh, sí, señor agente…-se inclinó sobre el borde del barco, para hablar más cerca de la cabeza del hombre.- En Puerto Real, hará una semana, corrían rumores de que un grupo de delincuentes conocidos en la ciudad planeaban un golpe. Supongo que se referían a eso…-sembró la semilla de la duda.

El policía lo miró directamente y después asintió.

-No creo que un crío como tú haya oído esas cosas.

-Es lo que se comentaba en los bares…Lo oí mientras cagaba en uno de sus baños.

El agente hizo una mueca de asco y le tendió de nuevo la documentación.

-Gracias de todas formas por la información. Todo en regla.

-Un placer y suerte encontrando al chico.

Dicho eso elevaron el ancla y penetraron en la aduana. La gente de su gremio, por llamarlo de alguna forma, la conocían como “Nido de Víboras” que era como se llamaba en la antigüedad a los puertos piratas. Una vez dentro no había policía, no había agentes de la ley, no había ley. Lo que pasara dentro de esos muros daba igual; sólo les preocupaba quién tuviera los permisos necesarios, lo que hicieran allí dentro…No les incumbía.

-Kyung, vete a avisar a nuestro polizón…Ahora comienza la verdadera prueba.-le ordenó Zico.

Ellos ya estaban acostumbrados a la situación de dentro, aunque eso no significaba que les agradara.

Yukwon escuchó unos pasos acercarse y su corazón empezó a acelerarse más, y no sabía si eso era posible antes de que le diera un infarto. Cuando escuchó que alguien golpeaba la tapa del barril creyó morirse.

-Soy Kyung.

Entonces respiró y se incorporó lo más rápido que pudo, empujando la tapa.

-Qué susto me has dado…Creo que voy a vomitar.

El otro le dio unas palmadas en la espalda, pasándole un brazo por los hombros y sonriendo de lado.

-Que estamos ya dentro, hombre. Los guardias de tu padre son más idiotas de lo que pensaba.

-No son de mi padre…Bueno sí, pero no directamente. Mira, déjalo. Necesito aire fresco.

Salieron juntos al exterior, pero cuando Yukwon se asomó por la borda se quedó paralizado. Todo lo que alcanzaba a ver era decadente. No había ni una pizca de dignidad. El barco avanzaba lentamente entre aquella isla artificial. Mendigos en los muelles, borrachos o drogadictos en las esquinas, as gritando cosas obscenas a los marineros…Pobreza y decadencia por todas partes y en las narices de su padre. Zico no le quitó el ojo de encima, viendo cómo iba palideciendo.

El príncipe se aferró al borde de la nave, sintiendo cómo iba perdiendo el calor de los brazos y su mente empezaba a correr en todas direcciones. Vio a una mujer acercarse al barco de unos mercaderes, que a juzgar por el escudo en la proa eran de una de las familias más influyentes del reino, ofreciéndoles su hijo.

-¡Lleváoslo con vosotros! ¡Que sea del servicio de vuestro señor!-suplicaba, pero la ignoraron y dejaron al niño, que no tendría más de un año, caer al agua.

Yukwon se estremeció y creyó que se iba a desmayar, se le llenaron los ojos de lágrimas.

-No tiene papeles, es una refugiada, aunque esté viva y aquí, como otras muchas personas, no existe legalmente.-escuchó la voz de Kyung a su lado.

Se tambaleó hasta el extremo opuesto de la cubierta, la que daba a los muros. Vio a un par de personas trepar arriba de ellos, pero cuando estaban llegando arriba unos policías los empujaron para adentro, haciéndoles caer. Se dio la vuelta, sentándose con la espalda pegada a la borda, con las rodillas flexionadas y se llevó una mano a la boca. No iba a sollozar. Tenía los ojos abiertos como platos y lágrimas le resbalaban por las mejillas.

Todo aquello estaba pasando bajo el mandato de un rey que se autoproclamaba el más justo que había habido. Un rey que tenía como padre. Un hombre que no le gustaba como padre, pero, aunque hacía cosas que no le gustaban, lo creía buen monarca. Pero todo aquello, toda esa pobreza, toda esa gente abandonada a su suerte, solamente para que unos pocos pudieran vivir cómodamente y que menos personas aún vivieran rodeadas de lujos.

-Te lo dije.-le dijo Zico a Kyung. Todos estaban observando discretamente la reacción del príncipe.

-El pobre se ha tirado toda su vida en una jaula de cristal…-dijo Taeil.

-A mí me está dando pena.-Kyung miró a su mejor amigo.

Al de un rato atracaron en un muelle libre y dejaron a Yukwon solo un rato más. El capitán caminó hasta la cocina y abrió una de las alacenas para coger dos tazas. Las dejó a un lado y se dispuso a hacer café. Podía parecer un hombre sin alma, pero tenía su corazón. Una vez la bebida estuvo preparada sirvió dos tazas y fue a buscar al príncipe. Estaba en el mismo sitio donde le habían dejado, abrazado a sus propias rodillas y con el rostro escondido en los brazos. Zico se sentó a su lado con un suspiro.

-Príncipe.-lo llamó, con un tono menos autoritario que otras veces.- Bebe esto, te hará bien.

Yukwon alzó la mirada, con los ojos enrojecidos y aceptó la bebida. Sostuvo la taza con ambas manos, para recuperar el calor en ellas.

-Si quieres podemos volver mañana mismo, nos inventamos alguna historia de cómo te encontramos.

-No.-intentó ignorar el ruido de cristales rotos que se oía de fondo. El alto lo miró, sorprendido.- Ahora sí que no puedo volver…Tengo que aprender, pero no desde los libros, tengo que ver mundo con mis propios ojos. Esto está mal, Zico, está muy mal…-se llevó una mano a la cara.- No necesito la mitad de las cosas que me corresponden por linaje. Tengo derecho a infinidad de cosas porque soy hijo de un hombre que tiene derecho a infinidad de cosas porque es hijo de alguien que tuvo derecho a infinidad de cosas…Y en la vida he trabajado, tampoco lo ha hecho mi padre. Asistir a reuniones y eventos, firmar leyes…De nada sirve, está claro.-sentía algo llorar en su interior, un punzante dolor en el pecho. El alma rota en pedazos.

Zico lo miró a los ojos intentando leerle, como hacía con todo el mundo. Tal vez había infravalorado a Yukwon, tal vez sentía de corazón todas las palabras que decía.

-Tengo que viajar, tengo que aprender y luego tengo que volver para ser un mejor gobernante.

-Pero…Está tu hermano.

-Sí, claro que está. Pero me han dicho toda mi vida que tengo que estar para hacer bulto, prácticamente. Callado y sonriente, posando para las fotos. Pero voy a romper eso, no me voy a callar.

-¿No querías ser libre?

Yukwon bebió de su café.

-Cuanto más libre eres, más responsabilidad tienes de tus actos.

Zico sonrió de lado. Sí, lo había infravalorado y, como le había dicho a Kyung, cambió su parecer. Bebió también de su taza y la dejó a su lado, poniéndole una mano el hombro al otro.

-Bienvenido a nuestra tripulación, Yukwon.

-Gracias.-sintió sus ojos humedecerse de nuevo. A pesar de la severidad de Zico y de que sólo habían sido dos días, se había sentido mejor que nunca. Menos en aquel momento, obviamente.

El café humeaba, Yukwon se mordía las uñas, pensativo, y Zico tenía la cabeza contra la borda, con los ojos cerrados. El vaivén de la nave apenas podía percibirse y no había viento. El resto de la tripulación se había ido adentro, a los camarotes o a la cocina.

-Capitán…Cuéntame qué más cosas hace mi padre que yo no sepa.-le dijo al de un rato.

-No…-le dio unas palmadas en la rodilla.- Ya has tenido suficiente por hoy. En principio aquí no hay leyes…Pero por si acaso camúflate un poco, no vaya a ser que alguien quiera hacerse rico a tu costa ¿Enserio no me dejas raparte?-le revolvió el pelo.

-No.-se quejó, sujetándose la cabeza del zarandeo que le estaba dando.

-No, quiero conservar mi pelo valorado en millones.-imitó su voz.

-Yo no hablo así.-le golpeó el brazo.

-Sí que lo haces.

-Qué mentira.-siguió pegándole entre palabras  y apretando las mandíbulas.

-¡Que me sacas moratones y me maquillas los tatuajes, tú!

-¿Tienes tatuajes?

-¿Dónde has visto tú un pirata sin tatuajes?

-Esta es la primera vez que veo piratas y bien sabes que no te puedes basar en lo que se dice en los libros.

-Eres un pomposo, un repollo, un…un…Bah.-cogió las tazas de café ya vacías y se puso en pie.- Vete a hacer algo útil o no sé.

-Sí, capitán.-también se levantó, pero se estaba riendo.

Yukwon le siguió adentro, pero él se quedó en la cocina y Zico se marchó a su camarote. El moreno se sentó con el resto y alguno le sonrió apenado.

-¿Qué? Duro ¿verdad?-le dijo Minhyuk.

-¿Así es la vida?

-No, no.-aseguró Kyung.- Este es un agujero de mierda. Aquí a la gente se le ha ido la cabeza. Muchas personas se han quedado entre medias, como la mujer que has visto antes.-Yukwon sintió un abismo abrirse bajo sus pies ante el recuerdo, ni siquiera pudo ver si sacaron al bebé del agua.- Tranquilo, al final ella se ha lanzado a por la criatura.-se le debió notar en la cara.- Pero no todo es tan decadente.

-Bueno, las aduanas, en general, suelen serlo.-habló Jaehyo.- Ten en cuenta que es la entrada y salida interplanetaria. Al menos en este planeta, no puedes entrar y salir sin que se den cuenta. Hay radares y de todo. La cosa es, si tienes un permiso o no.

-Me va a estallar la cabeza.- se llevó las manos a las sienes.

-¡No, hombre! ¡Anímate!-P.O le abrazó, lo cual hizo que se sorprendiera. No estaba acostumbrado al contacto físico, nunca se había sentido cómodo con ello y tampoco tenía con quien ser cariñoso, menos aquella chica que hacía años que no la veía.

-Aunque claro…siendo quien eres…Vaya golpe ¿eh?-le dijo Taeil, con una pequeña sonrisa. Yukwon tan solo asintió en silencio. Le asustaba pensar en qué había visto el resto para que estuvieran tan acostumbrados.

Aquel día se lo tomó con calma, ayudó al resto a darle un repaso general a la nave. Ajustando cosas en la sala de máquinas, remendando velas, fregando cubiertas, calafatear el casco sentado en una especie de banco de trabajo colgado de unos cabos…Lo que fuera para mantener la mente ocupada y agotar al cuerpo; necesitaba dormir, pero dudaba que pudiera hacerlo.

-Mañana me acompañarás al mercado.-le dijo Zico en la cena. Al principio se asqueó por tener que poner pie en aquel lugar.- Te enseñaré lo necesario para llenar las cámaras frigoríficas de un barco y cómo se regatea un precio. Alegra esa cara, si aprendes en este agujero de mala muerte el resto te parecerán pan comido.

-De acuerdo, capitán.

 

Quiso dormir. Quiso vaciar su mente de cualquier pensamiento, concentrándose en los ruidos de la nave. Las respiraciones de sus compañeros de camarote, el espontáneo crujir de la madera, incluso los ruidos amortiguados que llegaban de Nido de Víboras…Apenas descansó un par de horas. La imagen de la madre ofreciendo a su bebé y este cayendo se repetía una y otra vez en su mente, para mezclarse con la de los hombres empujados a gran altura del agua. Se despertó de golpe, cuando estaban a punto de romper la superficie del mar, en el momento que alguien le zarandeaba del hombro.

-Vamos, Bello Durmiente, hay que despertarse con la aurora.-con los ojos entrecerrados por el sueño reconoció el rostro de Zico.- Tienes mal aspecto.

-Estoy cansado.-le contestó, colgando los pies de la litera y saltando al suelo.

-Ahora comemos algo en el mercado.-salieron al pasillo y afuera los esperaba P.O, quien parecía tan dormido como Yukwon.

 -Buenos días.-le dijo con voz más grave aún, por el sueño.

-Buenos días.-sonrió sutilmente.

Salieron a cubierta y pensó que le recibiría el aire fresco del amanecer, pero no. El ambiente era húmedo, casi no había viento y estaba como enviciado. Una ligera bruma flotaba sobre el agua, entre los barcos.

-Toma, antes de que bajemos.-Zico le tendió un gorro de lana, como el que solían llevar los pescadores y un cortavientos raído y que le iba grande.- Intenta que no se te vea mucho el pelo y ponte el gorro de la chaqueta también.

Bajaron a los muelles y enseguida pudo notar el desagradable olor de combustible, orines y a saber qué más substancias. Reprimió un acceso de náusea y se llevó una manga al rostro, cubriéndose la nariz y la boca. Miraba a su alrededor y todo estaba más calmado que el día anterior, si le echaba imaginación podía parecer un puerto comercial y pesquero más; aunque no había estado en muchos y tan sólo un par de veces, al botar una nave oficial o similar.

-Es por los muros.-le dijo el más joven de la tripulación, al ver su cara de asco.- No corre la brisa.

-Me estoy poniendo malo.

Acompañó a los otros dos por los muelles donde los barcos estaban tan sólo estacionados y siguiendo el sentido de las agujas del reloj, acercándose más a las puertas, llegaron a un espacio algo más despejado, donde se cargaban y descargaban los alimentos.

-Siempre tienes que esperar a comprar la fruta en el último momento y asegurarte de que el género es fresco.-Zico le pasó una naranja.- Ten, esto huele mejor. Hoy en día tampoco hay mucho problema con la conservación de alimentos en las naves, ya lo sabrás, pero de todos modos. Es como cuando haces la compra para la nevera de casa.

Le enseñaron qué frutas aguantaban más tiempo sin estropearse, qué alimentos le proporcionaban las calorías y los nutrientes necesarios para una vida en un barco. También le hablaron de algunas hierbas medicinales, al pasar frente a un puesto de una mujer que presentaba al público láminas planchadas de diferentes plantas. Medicina alternativa. Le entretuvo ver cómo se saludaban con diferentes personas y cómo unas chicas de compañía les guiñaban un ojo.

-Capitán Zico ¿Es que ya no tenemos modales?-una mujer, mayor que ellos, con el pelo largo y negro les saludó. Iba enfundada en unos pantalones y un corsé de cuero, sobre una camisa.

-Roxanne, amiga ¿Qué tal?-le saludó él, pero ella frunció el ceño y le tendió una mano.- ¿Qué?

-Me debes dinero.

-¿Después de meses sin vernos es lo primero que me dices?

P.O se inclinó hasta acercarse al oído de Yukwon para susurrarle.

-Dentro de Nido de Víboras hay clanes y casi una red entera que controla lo que pasa aquí dentro. Claro, que sin autoridad real. Es como cuando vas al colegio y hay grupitos que controlan todo. Roxanne y sus chicas son algo más que as. No sabes lo que puede llegar a contar un hombre cuando está…ualmente distraído.-sonrió con picardía.

-No te quiero para nada más. Mi dinero.

-Ya va, ya va…-rodó los ojos y buscó en sus bolsillos.

-¿Quién es?-Roxanne se quedó mirando a Yukwon.

-Mi nuevo grumete Tontaina.

El príncipe frunció los labios y respiró hondo.

-Pobre chico, no le llames así.

-Cada uno lo que es. Toma, aquí tienes.-le puso unos billetes en la palma de la mano.- Ala, con Dios.

-Adiós, chicos.-se despidió ella de los otros dos con una sonrisa.

Yukwon se despidió con la mano antes de que pudiera decir nada, mientras Zico le pasaba un brazo por los hombros y le hacía andar. Obviamente quería marcharse antes de que Roxanne pudiera reconocer al otro.

Al de un rato, estaban esperando a que los comerciantes les prepararan las cajas con sus compras mientras comían algo y Yukwon agradeció tremendamente tener algo en el estómago. Se quedó mirando un antiguo cartel de propaganda en el que se veía una foto de su familia, ya antigua. Estaba pintarrajeado y raído, la cara de sus padres completamente arrancada.

-¿Te molesta?-le preguntó P.O al notar que se quedaba mirando la propaganda.

-No, en absoluto y menos en un sitio así…¿Vosotros tenéis hermanos?

-Yo no.

-Yo sí, un hermano.-dijo Zico, mientras se llevaba a la boca un trozo de piña.

-¿Y qué es de él?

-Murió.-le miró a los ojos, muy serio.- Me lo comí.-mordió la fruta.

Yukwon abrió los ojos de forma desmesurada al tiempo de que el capitán se echara a reír. Se estaba riendo tan alto que la gente de al lado se giraba para mirarlos.

-¡Te estaba tomando el pelo! ¡Vaya cara has puesto! ¡Joder me meo!

-Yo no le veo la gracia.-dijo, ruborizado por las carcajadas del otro por su expresión.- Dios, eres como un dolor de muelas…-se llevó una mano al rostro, intentando concentrarse en que no le contagiara la risa.

-No te enfades, hombre.-le puso una mano en el hombro, pero el otro se sacudió para quitarla.- Sigue vivo, tiene un negocio.

-No te creo, igual ni existe.

-¿Cuándo te he mentido yo, príncipe?

-¡Ahora mismo! Dios…-le dio la espalda, apoyándose en un poste del puesto donde estaban, mirando hacia P.O.

-Qué sensible eres.-escuchó a Zico.

-Que te den por el culo.-estaba demasiado cansado, había dormido fatal y con lo del día anterior estaba de muy mal humor.

-¡Eh, eh, eh! ¡El príncipe sabe algunas palabras sucias!-no pudo verle sonreír, porque estaba intentando concentrarse en un punto detrás de la cabeza de P.O, que los miraba aguantando la risa.

Después de aquello cargaron con las cajas y fueron a buscar una transpaleta para llevarlas. Pidieron una prestada, asegurando que la devolverían y siguieron con las compras. Le enseñaron a regatear los precios y a camelar a los vendedores. A media mañana, estaban de vuelta con todo hacia el muelle donde estaban atracados.

-A ver, chicos, que no se nos olvide a quién le hemos cogido esto.

-A uno de los carniceros.-contestó Yukwon.

Se pararon al final de la pasarela del barco y empezaron a cargar las cajas a la bodega y a las cámaras de frío. Cuando terminaron P.O se marchó a devolver la transpaleta y Zico le dio unas palmadas en la espalda a Yukwon.

-Lo has hecho bien.

-Gracias, capitán.- se quitó el gorro y lo metió en un bolsillo de la chaqueta.

Bajaron a la cocina, con intención de sentarse a descansar cuando se encontraron al resto, muy serios.

-Chicos…Tenéis que ver esto.-dijo Kyung.- Lo han emitido hará una hora.- encendió la televisión y eligió en el menú las noticias de la hora que quería ver.

En la pantalla volvió a aparecer el hombre que había dado el comunicado de la desaparición de Yukwon.

-Buenos días, conciudadanos. Nos alegra tremendamente informaros, que el príncipe, Kim Yukwon, ha sido localizado y está sano y salvo en palacio. En la mañana de su desaparición se golpeó la cabeza al caer de su caballo en el bosque y una vez despierto deambuló por los alrededores, desorientado. La policía de palacio lo encontró y tras los mejores cuidados médicos está de vuelta. Agradecemos la colaboración ciudadana y que nadie haya aprovechado la situación de emergencia para lucrarse. Los más cordiales saludos de la familia real.

Durante todo el discurso proyectaron a un lado fotos del príncipe con unos puntos de sutura en la frente, acompañado del resto de miembros reales. Yukwon se acercó a la pantalla, a observarse a sí mismo. Aquel chico se parecía mucho a él, era como mirarse en un espejo. Las diferencias eran tan sutiles que solamente alguien que lo conociera en confianza y después de años podría notarlas. Se acabó el comunicado y el silencio reinó en la habitación. Todos estaban pendientes de su reacción.

Le habían sustituido. Su propia familia le había sustituido por un doble del que había desconocido su existencia hasta ese mismo momento. Su mente empezó a acelerarse, como el día anterior, sólo que mucho peor. Sentía una opresión en el pecho y le costaba respirar. De un plumazo, lo habían borrado del mapa. Sus padres habían puesto un doble para su hijo. No les importaba lo más mínimo. Se quedó en blanco. No podía pensar con claridad.

-Yukwon…-lo llamó alguien, no pudo distinguir la voz y ni la mano en su hombro.

Entonces se dio la vuelta y echó a correr hacia cubierta. Estaba enfadado, furioso, lleno de rabia. Pudo escuchar al resto llamarle y seguirle, pero no se detuvo. De la pasarela saltó al muelle, haciendo un fuerte ruido con las botas que llevaba y siguió corriendo hacia las calles de Nido de Víboras.

-¡¡Yukwon!!-gritó Zico desde la borda.- Mierda… Kyung, Jaehyo: os quedáis al mando.

-Sí, mi capitán.-contestaron a la vez.

-Minhyuk, Taeil, conmigo. Explicadle a P.O lo que ha pasado cuando vuelva. Mandad un mensaje a los comunicadores si vuelve.

Todos los miembros de la tripulación tenían un pequeño dispositivo, no más grande que la palma de la mano, que servía para los mensajes rápidos o códigos cifrados entre ellos.

 

Yukwon corrió y corrió, doblando esquinas y driblando gente. Corrió hasta que sus piernas no pudieron más y se dejó caer al suelo. Miró al cielo, gris por unos nubarrones que no había visto venir porque en aquel lugar no había horizonte. Su pecho subía y baja por la respiración acelerada y quienes pasaban a su lado no se paraban ni un instante a mirarlo, acostumbrados ya a todo tipo de cosas. Se llevó una mano a los ojos. No iba a llorar. Su familia le había sustituido ¿Y qué? ¿Quién los necesitaba? Con las mandíbulas apretadas se puso en pie como pudo y vio que estaba enfrente de un pub. Se dejó caer sobre la puerta y se tambaleó hasta un taburete. Ni siquiera miró qué tipo de clientes había allí dentro.

-¿Qué te pongo, guapo? Tienes un aspecto horrible y necesitas recuperar el aliento.-una mujer entrada en años y en carnes se le acercó.

-Lo más fuerte que tengas.-contestó él. Al cuerno todo.

-¿En chupito o en vaso?

-En jarra.-ella no hizo más preguntas y se dio la vuelta para servir lo que le había pedido.

Lo que fuera aquello le quemaba desde la garganta hasta el estómago. Era de un color morado y no supo en qué idioma estaba escrita la etiqueta de la botella que usó la camarera. Probablemente no fuera ni de aquel planeta.

Cuando la jarra estuvo ya medio vacía no supo si le seguía importando o ya no sentía nada de nada. Tampoco sabía cuánto tiempo llevaba allí dentro, no había ventanas y no tenía reloj. Estaba apoyado en la barra y se sujetaba la frente con la mano. Para cuando la jarra estuvo vacía ya no le quedaba ningún pensamiento, sólo sentimientos –y un amasijo indefinido de muchas cosas-. Se bajó del taburete con intención de marcharse, no sabía a dónde, pero se le ocurrió salir de allí.

-¡Eh, te vas sin pagar!-le recordó la mujer.- Me da igual lo que te haya pasado o lo borracho que estés, mocoso.

Yukwon sonrió de lado, pagado de sí mismo.

-Apúntalo a la cuenta de mis padres.-consiguió decir, de algún modo.

-¿Quién coño son? ¿Los conozco acaso?

-¡Todo el mundo los conoce!- extendió los brazos para enfatizar lo que decía.- Son los dueños de toda esta basura mugrienta.

-Oye, chico, así no se habla.-un hombre que fácilmente rozaba los dos metros de altura se levantó de la mesa en la que estaba sentado con otros dos.

-Yo hablo como me da la real gana.-rio ante su propio chiste.- ¿Es que no veis quién soy? ¡Soy el príncipe de este reino! No me perdí, estoy aquí.-canturreó, tambaleándose.

-Qué coño vas a ser tú un príncipe. Acaban de sacarlo por televisión y todos los lados. Además dudo que un pomposo de esos pusiera un pie aquí.-dijo la mujer.- Paga.

-Ya la has oído.-el hombre lo empujó.

-Que te den, no llevo dinero. Cóbraselo a mis padres.

La chulería empapada en alcohol cansó al tipo y se dispuso a pegarlo, pero, milagrosamente, Yukwon consiguió esquivarlo. Sonrió y se preparó para pelear, posicionándose y haciéndole un fanfarrón gesto para que fuera a por él. El hombre se abalanzó y lo agarró del cuello, pero él le sujetó una muñeca con la mano izquierda y con su codo derecho le golpeó en el interior del brazo, antes de hacer un giro con éste y retorcérselo. Se escuchó un pequeño crujido y con un grito el hombre le soltó el cuello. Yukwon aún lo tenía sujeto del brazo cuando dio un salto y le cogió del cuello con las piernas; parecido a como había hecho con Minhyuk, sólo que con mucha más fuerza, y aprovechando su caída, lo tiró por encima suyo. Mareado se puso en pie, pero no vio venir a los otros dos que se habían puesto en pie. Y mucho menos el puño que se acercaba a gran velocidad hacia él.

Tras una paliza y con la consciencia a saber dónde, las dos moles lo tiraron a la calle.

-Ni se te ocurra volver por aquí o te matamos.

Para entonces ya no recordaba ni su nombre.

 

Zico recorrió los muelles cercanos, el mercado, los comercios donde habían estado antes, pero no dio con Yukwon.

-Este chaval es tonto, joder…-dio una patada a una manzana podrida, lanzándola al agua.

Se sentó en una caja al lado de unos cabos y barriles. Necesitaba pensar.

-¿Zico?-la voz le era familiar.

-Ah, hola, Roxanne.- ni siquiera se había dado cuenta que estaba frente al burdel y posada que ella regentaba.

-Tengo información para ti.

-No puedo ponerme a negociar ahora un precio, estoy muy ocupado, de verdad.-movía una pierna arriba y abajo, inquieto. Estaba a punto de empezar a llover.

-Esta vez es gratis.-ella le puso una mano en el hombro, con una expresión apenada. Entonces él alzó la mirada.- Ha habido una pelea.

 

Yukwon no fue consciente de que empezó a llover cuando estaba tirado sobre los adoquines, ni que la sangre en su rostro se diluía con el agua. Apenas pudo distinguir tres figuras que inclinaban ante él y entre dos lo levantaban del suelo; pero cuando lo hicieron escupió la sangre que le bajó hasta la boca desde la nariz y perdió la poca consciencia que le quedaba.

No se enteró de que el más alto de los tres lo llevó en su espalda, bajo la lluvia, acompañado de los otros dos hasta la nave. No se enteró de que los tres restantes respiraron aliviados cuando los vieron poner un pie en la cubierta. No se enteró cuando le limpiaron las heridas y cuando le pusieron ropa seca. Y no enteró cuando lo metieron en una cama.

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sakuranbo_5
perdón, perdón, perdón y mil veces perdón. es que he estado muy ocupada / distraída con el nuevo trabajo en el que he empezado hace ya un mes y pico

Comments

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Aoli83 #1
Chapter 3: (Como cuando subiste la historia en amor- no pude ir comentándola como me hubiese gustado, lo hago ahora por que yo lo valgo XD)
Este capítulo me gusta especialmente, porque vas hilvanando muy bien el desarrollo de Ukwon adaptándose al barco con el shock que supone para él descubrir de qué material está hecho realmente su padre. Quizás le faltaría un poco de contar como Ukwon se va insensibilizando conforme pasa la mañana en el puerto de aquí para allá, pero el instante en el que descubre que tiene un doble y cómo reacciona después, está perfecto en mi opinión ^-^.
Ánimo y sigue subiéndolo, que aquí apenas hay fanfics en español y a la gente le costará encontrarlo al principio ;)
Cececarlon99 #2
Chapter 1: OMG tienes que seguir esta historia. Es fa-ci-nan-te. Me encanta. <3