Someone Like You ✿ SeungIn

Description

Después de la fatídica ruptura con Jeongin, Seungmin decide seguir adelante con su vida y olvidarse de aquel romance que alguna vez compartió con este. Tres años después, hallándose en frente de aquel que fue su antiguo amor, los sentimientos más ocultos hacia Jeongin emergieron. Pero todo parecía indicar que era el fin de su romance, y más aún cuando Jeongin se aparece casado, con su esposa a punto de dar a luz. ¿Podrán los emergentes sentimientos de Seungmin ganar la ardua batalla? ¿O cederá ante la razón que le impide retornar con Jeongin? 

꒰🌻꒱ drama, universo alterno.
꒰🌻꒱ contenido homoual.
꒰🌻꒱ prohibido copias y/o adaptaciones.
꒰🌻꒱ inspirado en someone like you de adele.
꒰🌻꒱ publicado: 18 de agosto de 2021.

Foreword

Lentamente abrí mis ojos. Con suma pereza me levanté de la cama. Toda la habitación estaba oscura como si todavía no hubiese amanecido; mas el ligero rayo de luz que entraba por una rendija de la ventana anunciaba que el Sol se encontraba ya en su máximo esplendor. Poco a poco fui colocando mis pies en el suelo frío. Por alguna extraña razón, este día me había levantado con un inmenso cansancio sobre mis hombros. «Tal vez sea indicio de que me estoy poniendo viejo», ante este inusual pensamiento reí.

Ni siquiera recordaba qué día era hoy, así que busqué mi celular. Me informé de que me hallaba en pleno sábado y, por consiguiente, hoy era mi día de descanso.

Quizás para muchas personas ser fotógrafo es cosa fácil, y quizás tienen razón, pero cuando la dura realidad te dice a la cara que no vas a triunfar, que no tienes talento, por mucho que ames a tu profesión es muy difícil afrontar la realidad y salir adelante, y más aun cuando en ese período difícil la persona a la que amas con toda tu vida decide abandonarte.

Preferí salir de mis divagaciones antes de que pudiese profundizar más en estas y avivar las grandes heridas que mi alma guarda. Pero no todo es malo en mi vida, puesto que tengo al mejor de los amigos. Tengo a mi mejor amigo, Lee Felix, quien llegó a mi vida brindándome su manto protector cuando más lo necesité. Justamente, mientras me encontraba pensando en él una llamada suya apareció a lo largo de la pantalla de mi celular.

—¿Felix?

—SeungMin...

—¿Qué sucede? —pregunté, empezando a preocuparme debido al tono apagado con el que Felix había hablado.

—¿Puedo ir ahora mismo para tu departamento? Es que... hay algo de lo que necesito contarte.

—Por supuesto que puedes venir.

Intrigado por aquello que Felix necesitaba contarme me quedé esperando sentado en el sofá de la sala, mientras, mis pies se movían de manera incesante y mis manos comenzaban a sudar frío. No es que yo fuese una persona “curiosa” que necesite saber sobre absolutamente todo lo que le rodea; pero cuando Felix se tomaba la molestia de venir a visitarme para decirme algo en persona y, a juzgar por la forma en la que habló durante la llamada, me hace pensar que podría ser algo de suma importancia y, precisamente, no algo bueno.

El timbre de mi departamento sonó. Confiando en que se trataba de mi mejor amigo rápidamente abrí la puerta, encontrando enfrente de mí al actual protagonista de todos mis pensamientos.

—Puedes entrar —le dije, fijándome en su aspecto decaído.

Una vez dentro del departamento, sentados cada uno en un mueble, Felix estuvo listo para hablar.

—Hoy... hoy yo... —tartamudeó— me encontré con JeongIn.

Con solo haber escuchado aquel nombre sentí mi corazón latir a mil, como si aquellas enormes heridas amenazaran con abrirse, con volver a hacerme sentir aquel sufrimiento abismal del que antes fui partícipe. Pero, una parte de mi ser detuvo todas las reacciones en cadena que surgieron dentro de mí a raíz de oír el nombre del único hombre al que creí conocer más que a mí mismo.

—Me encontré con JeongIn en el estudio fotográfico —prosiguió—. Él estaba ahí para...

—¿Para...?

—Él estaba ahí para tomarse unas fotos con su esposa antes de que esta de a luz a su primer hijo.

Esta vez sí. Está vez me sentí ser poseído por el dolor, un agonizante dolor que me impidió respirar, un dolor asfixiante que empezó a abrir cada una de mis heridas, logrando que en el proceso sintiese a mi alma ser fragmentada de una manera desgarradora. Me vi a mí mismo fenecer con todo aquello.

—Hablé con JeongIn —admitió—. Parece que le agradé, puesto que incluso me dio la dirección de su trabajo para si algún día llego a querer que nos encontremos. Él... dice que vendrá otra vez a nuestro estudio para en esa ocasión ser atendido por el mejor fotógrafo que tenemos y —me miró—, SeungMin, tú eres el mejor fotógrafo que el estudio tiene. —Me quedé estático, asimilando lo que acababa de oír—. ¿No responderás nada?

—Felix, dame un tiempo para pensar bien las cosas. Yo... no estoy seguro de si podré hacer lo que el estudio me pedirá que haga. Si termino viendo a JeongIn no creo poder soportar todo el dolor que eso me provocará. Así que... lo siento, pero debes entender que no puedo.

—Lo entiendo, SeungMin. Claro que lo entiendo —expresó, colocando su mano encima de mi hombro—. Haré todo lo que esté a mi alcance para que no tengas que ver a JeongIn.

Nos dirigimos hacia mi dormitorio. Después nos acostamos sobre la cama. Felix me abrazó fuerte, tan fuerte que creí ser absorbido por su calidez, su dulce aroma, su ternura. Cuántas veces estuvimos así, Felix consolándome mientras me veía llorar por el dolor que me causaba la pérdida de JeongIn, la innegable pérdida de mi primer amor.

¡Cuánto diera yo para que la vida fuese más justa! ¿Por qué no soy capaz de darme la oportunidad de ser feliz? ¿Por qué? ¿Por qué nunca me pude enamorar de alguien tan maravilloso como lo es mi mejor amigo? ¿Por qué no correspondí los sentimientos de Felix cuando estos estuvieron dirigidos a mí? ¿Por qué decido escapar de mis sentimientos hacia JeongIn sumergiéndome en divagaciones como esta?

—SeungMin, tengo que irme —dijo Felix, sacándose el celular de su bolsillo—. Recordé que le prometí a HyunJin que hoy almorzaríamos juntos. Si no voy se pondrá celoso. Ya sabes como es.

—Mándale saludos de mi parte a Hyun-ie.

—Sabes que HyunJin odia que le llames de esa manera.

—Lo sé, por eso lo hago. —Reímos.

—No te atrevas a llorar.

—No lo haré —expresé—. No vale la pena llorar a estas alturas.

—Espero que realmente sea así.

Reír con Felix me ayudó a aliviar el dolor de mi corazón; incluso me hizo pensar que no había razones por las que debiera llorar; pero cuando mis ojos se encontraron con una tarjeta pequeña, en la cual estaba escrita la dirección del trabajo de aquel chico que robaba cada uno de mis sueños y suspiros, supe enseguida que un mar de lágrimas brotaría de mis ojos, sumado a una confusión de gran magnitud a la que tendría que enfrentarme.

Supuse que a Felix se le había caído del bolsillo la tarjeta con la dirección del trabajo de JeongIn. Me convencí de no seguir mirando más aquello que se encontraba frente a mis ojos, o eso deseaba hacer, pero una vez que mi mente se enfrascó en volver a mirar lo que allí estaba escrito mis manos no pudieron negar su excesiva curiosidad por tocar otra vez aquel pedazo de papel.

Después de leer una vez más lo que allí estaba escrito y reorganizar mis pensamientos pude confirmar algo: sí, JeongIn había logrado cumplir su tan anhelado sueño de poseer su propio restaurante. Él logró juntar su riqueza, prosperó, pues teniendo el inmenso apoyo de su familia, más su talento innato, fácilmente podía imaginar cuán bien le estaba yendo, cuán bien le estaba yendo sin mí. Él vivía con prosperidad, yo vivía a la espera de que mis días acabaran, cumpliendo con el deber de estar viviendo una vida no deseada.

Mientras más pensaba en toda mi miseria más llegaban a mí las ganas de acabar con mi desdicha. ¿Por qué a pesar de que siempre lo di todo por JeongIn nunca pude ser todo lo que él necesitaba que fuese? ¿Por qué siempre me dicen que guarde la esperanza aun si todo lo que me sucede son desgracias? Quisiera poder apoyarme en Felix, mas siento que terminaré hundiéndole en mi desgracia, y él, él solo se merece felicidad, no el sufrimiento que yo desbordo a por montones.

No quería volver a ver a JeongIn; verle solo me causaría más dolor, pero necesitaba verle, necesitaba verle por más que el simple hecho de pensar que estoy frente a él me doliera. Por ello me encontraba parado enfrente de su restaurante, dándome cuenta que, sin lugar a dudas, no pertenezco a este sitio.

Entré al establecimiento. Uno de los empleados me ofreció una mesa; luego, me dio el menú del día, fue en ese momento cuando quise caerme muerto al ver los altos precios de la comida del lugar. Por cuestiones de dinero y porque no he venido a este lugar precisamente para cenar me decidí por pedir el vino más barato que tuvieran. Aunque, ahora que me detenía a pensarlo, ¿qué haría para ver a JeongIn?, o mejor aun, ¿qué le diría si nos llegáramos a encontrar?

—Señor, ¿qué desea pedir? —dijo de repente una camarera.

—Solo un vino, de preferencia este. —Le mostré el nombre en el menú.

Antes de que la joven desapareciera por el pasillo una idea bien al azar llegó rápido a mi mente.

—Disculpe, señorita —le dije—. Le podría decir al jefe del restaurante que soy Lee Felix, y que me gustaría hablar con él.

—Por supuesto —contestó con una sonrisa—. Enseguida vuelvo.

Luego de que vi a la camarera irse suspiré con un ligero nerviosismo. Si todo salía se daría una situación sumamente incómoda, situación que yo estaba propiciando. Cuando noté que la misma chica de antes llegó hasta mi mesa supe que algo muy importante sucedería.

—El jefe dice quese dirija a su oficina. No debe preocuparse, yo le llevaré.

Me levanté lentamente del asiento, sintiendo que mis manos, trémulas, no dejaban de sudar. Mi corazón latía a mil por segundo. Juraría que mis mejillas se hallaban sonrojadas hasta su máximo punto. La chica y yo nos encontrábamos caminando a través del inmenso pasillo. Confirmé una vez más la calidad sin límites de aquel lugar al observar las paredes, el piso y el techo. Finalmente nos detuvimos enfrente de una puerta. La joven tocó dos veces.

—¡Adelante!

Escuchar esa voz hizo que todo mi mundo se desplomara en cuestión de segundos. Se trataba de JeongIn. ¡Aquella era su voz! Yo no estaba equivocado. Me dolía en demasía. Su voz era como una daga asesina incrustada en mi pecho, una impía daga que se profundizaba cada vez más dentro de mi cuerpo, de mi piel según me iba acercando al lugar de donde provenía aquella voz, la voz de JeongIn. Abrí la puerta de pronto, ganándome toda la atención de la persona que allí estaba.

—SeungMin... —susurró, mirándome como si yo fuese una ilusión.

—JeongIn.

Él se levantó de imprevisto de su silla, haciendo que esta cayera al piso. Dubitativo se acercó a mí; paso a paso, como si todavía no pudiera creer que se trataba de mi persona. Cuando finalmente estuvo frente a mí, cuando nos separaban apenas unos pocos centímetros su mano se alzó en dirección a mi rostro, como si deseara tocarlo. Antes de que llegase a tocar mi piel agarré su mano. Él se estremeció ante mis delicadas caricias.

Su piel seguía siendo tan suave como solía ser en su juventud. Sus ojos, vivaces, me observaban con suma incredulidad. Miré sus labios, tan apetecibles como siempre han sido, los cuales hacían exaltar mi libido. Entonces, mi osadía me llevó a acariciar sus labios carmesí. Aquel simple tacto hizo que sintiese la necesidad de acercar nuestras bocas; pero se me fue detenido antes de que pudiese lograr mi cometido.

—¿De verdad eres tú? —preguntó, aún incrédulo.

—Sí, soy yo. —Solamente bastó esa pequeña afirmación para que él se alejara abruptamente de mí, como si yo fuera un horrendo monstruo—. ¿Qué sucede?

—¿Qué haces aquí? Tú no eres Lee Felix. —Su repentino cambio disipó el ambiente de pasión que nuestros cuerpos habían estado generando—. Nosotros... no deberíamos vernos más. Solo nos haríamos daño otra vez. SeungMin, es mejor que nos olvidemos por completo del pasado. Te lo suplico, dejemos atrás todo lo que tuvimos. —Sus firmes palabras, acompañadas de una expresión dolida y desesperada, calaron hasta mis huesos—. Yo... soy feliz como estoy actualmente.

—Perdón... no debí haber venido —dije, mirando hacia el suelo con la intención de salir del lugar; pero detuve mis pasos de pronto—. No, no me iré, vine aquí por trabajo y no me iré hasta que cumpla con esto.

—¿Trabajo?

—Dijiste que regresarías al estudio Red Flower cuando tu hijo naciera para tomarte unas fotos con él y tu esposa con el mejor fotógrafo que tenga el estudio.

—¿Y?

—El mejor fotógrafo soy yo.

—Entonces cancelaré ese pedido.

—¡No, espera un momento! —expresé—. Dame una oportunidad, por favor. Necesito que hablemos, así que... solo unos minutos, ¿sí?

—Lo siento, SeungMin. Pero no aguanto verte más. ¡Lárgate!

────✿❯────「✿」───❮✿────

La desolación de mi habitación parecía crecer con cada minuto que transcurría. Una inmensa presión se hallaba presente en mi pecho. Me costaba demasiado respirar. Con solo pensar que había estado frente a JeongIn una aflicción me llenaba. Me dolió su rechazo, me dolió aun más de lo que me hirieron aquellas palabras de rechazo que me dio mi familia cuando les confesé que yo era homoual. JeongIn me había rechazado, me rechazó otra vez.

¿Por qué? ¿Por qué siento que estos sentimientos hacia JeongIn están regresando? ¿Por qué si me aseguré de deshacerme de ellos les siento fluir por todo mi ser? ¿Por qué, pese a que quiero conservar la fe, siento que todo está perdido? Todo parece tan irreal: JeongIn regresando a mi vida, JeongIn casado, JeongIn a punto de convertirse en padre. ¿Por qué entre tantas cosas JeongIn se aparece con una esposa cerca de dar a luz? ¡Él solo tiene 28 años! Pareciera como si la vida quisiera restregarme en la cara que jamás podré llegar a ser feliz.

Con cada una de mis desgracias me levanté de la cama. De todos modos, el mundo no va a detenerse a pesar de que estoy sufrimiento tanto. Solo soy una persona más del montón. Una persona a la que solo debería importarle hacer bien su trabajo y nada más. Y hablando de trabajo, en estos últimos días muchas personas han venido al estudio a verme solo a mí. Al parecer, después de tantas decepciones y rechazos, mi estilo de tomar las fotografías se encontraba teniendo éxito cada vez más. Pero, aunque me sintiera orgulloso de este suceso último el cansancio que mi cuerpo reflejaba a través del espejo del cuarto de baño me hacían querer desfallecer.

—Ah... —Suspiré cansado.

—¿A que viene ese suspiro? —dijo Felix mientras lavaba sus manos.

—Se debe al cansancio. En estos días he estado teniendo muchos clientes.

—¿No es eso algo bueno?

—Claro que lo es, pero...

—¿Fuiste a ver a JeongIn? —expresó, dejándome hecho piedra.

—¿Cómo lo sabes? —Él suspiró.

—Cuando llegué a la casa de HyunJin me di cuenta que había perdido la tarjeta. Entonces intuí que
la había dejado en cualquier parte o en tu propio departamento. Ahora puedo cerciorarme de lo que pasó en verdad. Asumí que, en caso de haberla dejado contigo, no perderías esta nueva oportunidad de acercarte a JeongIn. Después de todo, aunque lo niegues continuamente le sigues amando, ¿cierto?

—JeongIn me rechazó. Ni siquiera quiso hablar conmigo. Me trató como si nunca nos hubiésemos amado de la manera en que lo hicimos; como si yo solo fuese un estorbo en su vida, ¡y vaya que lo soy! Ahora que no estamos juntos él tiene todo lo que siempre soñó.

—¿Estás seguro que todo?

—Sí —admití dolorosamente.

—Pero él no te tiene a ti. No puedes decir que lo tiene todo.

—¡Felix, JeongIn no me ama!

—¡Pues yo opino lo contrario! —dijo, dejándome solo dentro del baño.

Rascándome la cabeza bufé. No solo las demás personas, ahora mi mejor amigo me llevaría también la contraria. Salí del baño, rezando que llegara el fin de semana, y con ello el reposo para mi fúnebre alma. Pero no fue exactamente reposo lo que me ofrecieron mis días libres, sino una inesperada llamada que llegó para volcar la tranquilidad que había construido en medio de tanta soledad.

—¿Diga? —dije, esperando que se tratase de un número equivocado.

—SeungMin, soy JeongIn. Perdón si esta llamada no es de tu agrado, pero necesitaba pedirte disculpas. La vez anterior te traté muy mal. Luego reflexioné y me percaté de que en verdad actué de manera desagradable. ¿Me perdonas?

—Lo haré solo si te disculpes ante mí en persona.

—¿No puede ser de otra forma?

—No —negué enseguida—. Te estaré esperando mañana en la cafetería frente al estudio en el que trabajo. —Colgué la llamada sin dejarle replicar siquiera.

Sinceramente, el hecho de que JeongIn me llamara para pedirme disculpas solo agravó la situación en la que me encontraba. A mis oídos sus palabras sonaron muy hirientes. De cierta forma, la razón por la que quise hablarle de frente es porque necesito hacerle saber cuánto sus acciones han herido a mi indefenso ser.

Estoy cansado de deberle tanta devoción aun si sus tratos no son recíprocos. Necesito hacerle saber que esta vez no me dejaré pisotear como en el pasado. Esta vez exigiré saber eso que debí haber exigido; es por ello que me encontraba sentado en el lugar acordado, observando como él se dirigía hacia mi puesto con pasos apresurados y el sudor corriendo por su frente. Es hora de que todo comience.

...

—Perdón por tardar, es que estuve en una reunión que duró horas —dijo JeongIn, tomando asiento—. Antes de todo me gustaría hacerte una pregunta. —Suspiró—. ¿Qué clase de relación tienes con Lee Felix? Hasta donde sé la única persona a la que le otorgué la dirección de mi trabajo fue a él.

—Lee Felix es mi mejor amigo —respondí a secas. Me miró con una ceja levantada, dándome a entender que mi explicación era insuficiente. Realmente no me importaba lo que pudiese pensar, pero tampoco tenía ninguna objeción en contarle al respecto de Felix—. Él sabe todo acerca del romance que nosotros tuvimos. Por eso, después de haber estado contigo enseguida fue a mi departamento a contarme sobre lo sucedido en el estudio.

—Entiendo. —Finalmente quitó sus ojos de encima de mí. Satisfecho suspiró—. Y ¿bien? ¿Ahora sí me perdonarás? He venido hasta aquí para cumplir con tu pedido.

—No creo que esto sea suficiente para perdonarte por haberme hecho sufrir tanto.

—SeungMin, no exageres.

—JeongIn, tú no lo entiendes, y nunca lo entenderás porque todo indica que el único que se entregó por completo a nuestra relación fui yo. —JeongIn dirigió sus ojos hacia el suelo. Sabía que muy bien que yo decía la verdad.

»¿Recuerdas quién fue el que rompió nuestros lazos? ¿Acaso tienes idea de cuánto me dolió que tú, la persona a la que di todo de mí, me dejase cuando más le necesité? Dime, ¿por qué lo hiciste? ¿Se debe a que no me amas? ¿Es por eso? ¿Te cansaste de mí? —le pregunté, sintiéndome desesperar aun más con cada segundo que transcurría—. ¡Respóndeme, JeongIn! —exigí.

—Necesito ir un momento afuera —fue lo único que dijo. Se levantó de su asiento y desesperado se alejó de mí.

Cuando la silueta de JeongIn ya no estuvo a mi vista suspiré cansado; cansado de estar persiguiendo una respuesta que no existía. Quizás, la razón por la que buscaba algo así de irreal se debía a que en mi corazón yacía aún la tonta esperanza de que JeongIn todavía pudiese amarme; de que todo fuese un error; de que no todo había terminado para nosotros. Me sentí asfixiado por el infernal dolor, por el sufrimiento que me proporcionaba el hecho de querer retornar a esos buenos tiempos, al momento en donde JeongIn y yo todavía nos amábamos con locura.

Me levanté rápidamente de mi asiento al sentir que por mis mejillas comenzaron a correr unas lágrimas. Me dirigí hacia el baño para lavarme el rostro con agua. Después de todo, no fue buena idea ver a JeongIn otra vez. A pesar de que sabía cómo todo acabaría quise guardar un poco de esperanza. Cuando entré al baño me encontré a JeongIn de espaldas a mí. Me inquieté al ver a través del espejo que él se hallaba llorando. No dudé mucho en acercarme.

—JeongIn —le coloqué una mano en el hombro—, ¿qué te sucede?

—¿En serio me lo preguntas? —dijo, girándose hasta estar frente a mí—. Recuerda que yo también tengo sentimientos. ¡Soy un ser humano!

—Lo siento —susurré arrepentido—. Pero ¡no olvides que tú también me lastimaste mucho! ¿Qué esperabas que hiciera ahora que te encuentro después de que me hayas dejado con el corazón roto, sin decirme siquiera antes la razón de esto?

—Está bien. Si tanto quieres saber la razón, te lo diré —Tragué en seco—: ¡Lo hice porque no tenía otra alternativa! ¡Si seguíamos juntos mi familia iba a despedir a tus padres! ¡Ustedes se quedarían en la calle! Y tú sabes muy bien que tu hermana necesitaba un tratamiento médico muy costoso. ¡Tus padres no se merecían ser despedidos en tales condiciones! ¿Qué esperabas que hiciera entonces? Eran nuestras familias o nosotros.

—¿Por qué no me lo dijiste? —dije, sintiendo la rabia correr por mis venas—. ¡Pudimos haber pensado en algo más!

—¡No, SeungMin! ¡No habían más opciones a las que recurrir! —gritó—. Debes entender que nuestro amor estuvo destinado al fracaso desde el principio —expresó, con un tono más bajo—. De todos modos, no hay vuelta atrás. Mis acciones ya están hechas y mis decisiones tomadas. —Agachó su cabeza, formando puños con sus manos cual si se tratase de un acto de pura impotencia.

Después de estrepitosas palabras un silencio asesino nos abrazó con vigor. Me hallaba inerte, incapaz de formular palabras alguna. JeongIn únicamente miraba al suelo, como si sus ojos pudiesen exponerse a un abrasador dolor con solo mirarme. La situación que sucedía ante mí me hacía incomodar por no saber qué estaba sucediendo realmente.

Armándome de valor me acerqué lentamente a él. Con sumo cuidado le fui arrimando a mi cuerpo hasta haberle cubierto con mis brazos en su totalidad y haber colocado su cabeza sobre mi hombro. Entonces empecé a sentir como su respiración se relajaba y sus puños dejaban de ser los contenedores de su ira.

—JeongIn...

—SeungMin.

Nuestros cuerpos se separaron un poco, sosteniendo aún contacto. Sus manos se aferraban fuertemente a mi espalda, mientras que yo había llevado mis manos a sus hombros, a los cuales me aferré de manera impetuosa. No hablábamos, no era necesario, pues nuestros ojos se encargaban de expresar todo lo que nuestro corazón no podía poner en palabras. Una mirada de deseo se instaló en nuestras pupilas. Nos mirábamos con una inmensurable necesidad, como si aquellos largos años ausente del otro solo hubieran servido para acrecentar ese amor que yacía dentro de nosotros.

Sin decir una palabra siquiera llevé mis manos a su rostro y le acaricié con mi inagotable entrega. Luego, poco a poco nos acercamos hasta sentir el leve roce casi inexistente de nuestros labios, roce que nos llevó al pecado. Aquello que empezó con un simple choque de cuerpos acabó siendo un apasionado beso que no parecía encontrar su fin. Nuestras lenguas, inmersas en su trabajo, no se detuvieron aun si yo empezaba a tocar el cuerpo ajeno de manera obscena.

Le acorralé contra la pared, haciendo que nuestros pechos se oprimieran.

Nos besábamos con vehemencia, olvidando por completo la razón por la que nos encontrábamos en aquel lugar, o quizás sí teníamos la lucidez suficiente para saber cuáles serían las consecuencias de las acciones que estábamos adoptando; mas no queríamos separarnos, no cuando el roce de nuestras bocas era cada vez más adictivo. Y, aunque intentamos a nuestra manera posponer el final, terminamos siendo interrumpidos por el sonido de la puerta abrirse, lo cual fue ocasionado por un hombre que acababa de entrar. Enseguida nos separamos. Bajamos nuestras cabezas, conteniendo la vergüenza. Verdaderamente no esperé jamás experimentar una situación así de incómoda.

Cuando por fin el hombre salió del baño me di la oportunidad de mirar hacia el frente, siendo precisamente este el momento en el que JeongIn salió corriendo de aquel lugar cual si necesitase escapar con urgencia de mí. A pesar de que un principio me quedé inmóvil, procesando lo que había ocurrido, terminé corriendo detrás de él.

—¡JeongIn, detente, por favor! —exclamé, agarrándole del brazo en plena calle, en vista de la multitud.

—¡Déjame! —Se soltó de mi agarre—. SeungMin, no hagas las cosas más difíciles. —Me miró como si su alma estuviese sufriendo—. Entiende que estoy casado. ¡Incluso pronto voy a ser padre! Por mucho que a veces me arrepienta de las decisiones que tomé en el pasado, a pesar de que deseo con toda mi alma regresar, no puedo. Mi vida ya está hecha, y está hecha con alguien más. —Dicho esto una fugaz lágrima se deslizó por su rostro, dejándome cada vez más confundido.

—¿Amas a tu esposa?

—Por supuesto que la amo —dijo, asesinando la poca esperanza que comenzaba a nacer en mí—. Pero te amó más a ti, SeungMin. Siempre serás el primero para mí. Y, aunque quiera estar a tu lado así como antes —las lágrimas cubrieron su rostro—, no puedo. Por eso, este será nuestro adiós —confesó, echando a andar, pero fue urgentemente detenido por mí, quien se rehusaba a dejarle ir una vez más.

—No te vayas, JeongIn. No sé si podré soportar separarme de ti otra vez —susurré, sin la intención de admitir la cruel realidad que se presentaba ante mis ojos.

—Por favor, SeungMin, déjame ir de una vez por todas. —Las lágrimas que brotaban de sus ojos parecían infinitas—. ¿Acaso sabes cuánto he tenido que contenerme todo este tiempo para no ir corriendo hacia ti y no abandonar lo que he construido con el pasar de los años? Por mucho que nos amemos —sorbió su nariz— debemos comprender que a estas alturas nuestro amor solo le hará daño a las demás personas, incluso a nosotros mismos. —Se limpió las lágrimas, cambiando su expresión triste a una totalmente decidida—. Te amo, pero entiende que ahora tengo una familia por la que velar.

—JeongIn...

—No es la primera vez que me siento débil y mis principios flaquean, pero sí será la última vez que me sienta así —musitó cual palabras finales.

Ahora que únicamente podía verle marchar, ahora que ya no quedaban más que los recuerdos de su piel, en este momento donde no me queda nada más que pensar en la felicidad que ambos nos profesamos antes, ahora que siento que está perdido todo me veo a mí mismo como un tonto iluso y miserable. ¿Qué es lo que esperaba que sucediera si no fuese su ida? Realmente quería que un te amo dirigido a mí saliera de sus labios, pero también anhelaba que regresara conmigo otra vez y que nos amáramos como solíamos hacerlo en los tiempos anteriores.

Recordar las últimas palabras que me dedicó fue como el detonante para que mi corazón se fragmentase por completo en diminutos pedazos. En realidad, siempre guardé la tonta esperanza de que todavía siguiera armándome, pero ¿de qué sirve que me ame si para él solamente soy el pasado? JeongIn no abandonará su familia solo por mí, pues para él yo no formo ni formaré parte de su presente. Y, aunque odie admitirlo, es lo mejor para los dos.

Ese día dormí profundamente, con el firme anhelo de que mi cuerpo y alma pudiesen descansar aunque fuese un poco. Al día siguiente me desperté desorientado. Era lunes, mas no me sentía capaz de poder ir a trabajar, por lo que me quedé en casa. Necesitaba tan siquiera un día para reponer mi poca voluntad de vivir. A pesar de que dije que sería solo un día me extendí hasta una semana completa.

Debido a mis ausencias Felix me llamó varias veces. Escuchar su voz me relajaba. Él me explicó que por mucho que quisiera, entre el trabajo y el novio no podía venir a visitarme; pero que en cuanto pudiera vendría a mi departamento. Ansioso esperé que se apareciera a darme alientos. Necesitaba alguien con quien poder desahogarme. Por eso agradecía cientos de miles de veces que mi amigo más preciado me estuviese abrazando. Sentí que sus brazos me otorgaban la fuerza que mi cuerpo estaba necesitando.

—Perdón —dijo Felix, abrazándome todavía—. Tenía razón cuando dije que le gustabas a JeongIn, pero en mi mente guardaba la esperanza de que pudiesen luchar por su amor, y no que...

—No te preocupes. Sé que todo lo hiciste para que yo fuese feliz. —Él pareció querer replicar—. No digas más nada. De todos modos, mi amor hacia JeongIn no será perpetuo.

—SeungMin, ¿no hablarás más con él? ¿Dejarás las cosas como están?

—Creo que es mejor que todo quede así. Ninguno cambiará de opinión. Ahora deberíamos volver a trabajar. Al parecer están llegando muchos clientes. —Le agarré por el brazo y le llevé hacia afuera del baño.

En verdad, las palabras de mi mejor amigo me habían hecho pensar a gran profundidad. Después de todo, aunque ahora prácticamente no quisiéramos saber nada del otro,
JeongIn y yo compartimos desde muy jóvenes hermosas vivencias juntos. Nos profesamos en el pasado un inocente amor y, sobre todo, yo le entregué todo de mí.

Pensando en los buenos recuerdos llegué a la conclusión de que ambos nos merecíamos un mejor final, un final diferente al que llevábamos con nosotros. Antes de darme cuenta ya había agarrado mi chaqueta y salido hacia la calle para tomar un taxi. Tal vez el diálogo frente a frente no era la mejor opción, pero era lo único en lo que podía pensar ahora mismo.

En un pedazo de papel escribí una nota para JeongIn, donde daba la información necesaria para que nos pudiésemos encontrar en el lugar que acaba de escoger. Le entregué el pedazo de papel a un empleado, en quien confié para que llevase la nota a su destinatario. Ahora todo dependía de JeongIn.

Me hallaba sentado en el banco de un tranquilo parque, donde apenas habían personas circulando. Al no tener nada que hacer —aparte de esperar— me dediqué a contemplar el paisaje que se me presentaba.

Las horas pasaban y escuchar el canto de las aves o apreciar el paisaje frente a mí comenzaba a tornarse aburrido, y con ello mis esperanzas de ver a JeongIn otra vez empezaban a desvanecerse. El Sol ya no reflulgía sobre mi cabeza. La tarde, casi noche, había llegado, y consigo empezó a desplazar a la luz solar. JeongIn no llegaba, lo cual hacía que mi corazón comenzara a sentirse dolido. Y, antes de que la frustración se adueñase de mi cuerpo plenamente, me levanté dispuesto a regresar a casa; mas una voz me detuvo enseguida.

—¡SeungMin, espera! —expresó JeongIn, totalmente sofocado—. Perdón por llegar tarde otra vez.

—No te preocupes. Sé que eres una persona muy ocupada. Y... gracias.

—¿Por qué?

—Por venir. ¿Nos sentamos?

JeongIn asintió.

Estábamos sentados, rodeados por nada más que el imperante silencio y nuestras agitadas respiraciones. Nos encontrábamos tan cerca y sin poder tocarnos que me hacía sufrir. Por más que necesitase hablar aún no hallaba las palabras correctas para comenzar la conversación; mas no dejaría que el tiempo pasara en vano.

—La verdad es que todavía no creo hallarme a mí mismo haciendo algo como esto —confesé—. Pero una parte de mí me hace pensar que es necesario que sea así, pues lo he estado pensando mucho, y llegué a la conclusión de que ambos nos merecemos un mejor final.

—Pienso igual que tú. Después de que nos vimos en la cafetería me prometí a mí mismo que no volvería a verte. Sin embargo, cuando recibí tu nota no pude evitar querer venir. Te debo unas disculpas, y eso es a lo que he venido. —Fijamente me miró—. Perdón, SeungMin. Siempre creí que tomar aquella decisión era lo mejor para nosotros, pues no solo pensé en nuestras familias, en lo que ellas deseaban para nosotros, sino también en nuestra relación y felicidad.

—¿A qué te refieres? —repliqué.

—En el pasado nos amábamos con locura. Éramos jóvenes, jóvenes que no tenían la más mínima idea sobre el mundo que les rodea. Crecimos y las cosas cambiaron. Por supuesto que nos amábamos, pero ¿sería así para toda la vida? ¿Valdría la pena abandonarlo todo por un amor así? Hay veces que el amor no lo puede todo, SeungMin. ¿De qué sirve que vivas con la persona que amas, pero estando disgustados con la vida, teniendo carencias?

—No lo sé, JeongIn, pero pudimos haber hecho algo —le interrumpí, sintiéndome desesperado.

Él negó con la cabeza.

—No, SeungMin. ¿Que nos asegura que pudiera ser diferente? Mi visión me convenció de que seguir con lo nuestro solo nos haría daño. Y, de algún modo u otro, hice todo para que nuestro amor no acabara como un eterno disgusto. Al parecer, por mucho que nos amemos el uno al otro no estamos destinados a estar juntos, ni ahora ni nunca.

—JeongIn...

—No pienses que estoy siendo un insensible. Aunque no lo creas tomar la decisión de dejarte fue demasiado difícil para mí. Pensé que si te trataba mal me odiarías y, por consiguiente, dejarías de amarme; pero verte frente a mí y saber que aun así nunca dejaste de quererme y que... Realmente duele, ¿sabes? —Suspiró con pesar—. Y lo que más me duele es saber que este es el verdadero final.

Sus palabras me destruyeron, me dejaron sin poder hablar al menos. El simple hecho de que la persona a la que más amo me diga que jamás podremos estar juntos en verdad me duele; pero ¿qué más puedo hacer? Si antes pude levantarme esta vez también lo haré a pesar de que la herida que me costó cerrar en años ahora estuviese abierta.

—No importa, encontraré a alguien como tú —exclamé, levantándome—. No deseo nada más que lo mejor para ti también.

—Lo sé.

—Adiós para siempre, Innie.

—Adiós, Minnie.

────✿❯────「✿」───❮✿────

Luego de haber llorado demasiado por JeongIn mi corazón se sintió más ligero. Parecía que mis pesares mayores estuvieran desapareciendo poco a poco. Llorar en el hombro de mi mejor amigo fue esencial para aligerar mi dolor y calmarme. Al final me percaté que aquello que mi alma siempre buscó fue en realidad un buen desenlace para la historia de amor que JeongIn y yo habíamos comenzado y finalmente terminado.

---------

Sígueme en Wattpad como Midori_Sora.

Comments

You must be logged in to comment
No comments yet