—Te creo.— Shuhua decidió comenzar con esas palabras. La historia sonaba honesta, casi como salida de los recuerdos más ocultos de Lian. Seguramente nadie sabía de la historia además de su padre, no creía que se avergonzara de Shuhua sino que se avergonzaba de las decisiones que había tomado cuando realmente era una niña.

—Gracias.

Shuhua asintió, pensando en cómo continuar sin sonar como que todo estuviera bien. No quería sonar rencorosa pero tampoco quería que todo fuera fácil para Lian cuando literalmente estuvo desaparecida toda su vida.

—No estoy muy segura sobre cómo me siento. —admitió, rascando su cuello como un reflejo normal. —Crecí toda mi vida con la idea de que no existías, realmente nunca me faltó nada con papá pero hace poco las cosas comenzaron a cambiar en mi vida y necesité de alguien como tu. Creo que necesité a una mamá. —Se tomó una pausa, concentrando sus ideas para no dejar ir nada importante. —Creo que será difícil perdonarte eso. —admitió, haciendo que la mujer frente a ella sintiera una puñalada en el corazón.

—Todo esto me pone en una situación muy complicada. —Continuó, suspirando por la forma en que su vida había cambiado tan drásticamente. —Tendré que ver a mi papá todos los días y hacer como si nada, hacer como si él no fuera el culpable del dolor que me provoca todo esto. —Lian no se había dado el tiempo de estudiar las consecuencias que iba a tener su llegada en la vida de su hija, sobre todo ahora que su padre tenía esposa y seguramente viviría con ella.

—Puedo hablar con tu papá, podemos llegar a un acuerdo y hacer que él te cuente su parte de la historia.

—Papá ya contó su versión. —Le cortó Shuhua. —Más de una vez, y en cada una de ellas no existías y mírate, de carne y hueso. —Río, explicando de esa forma que no quería o más bien no podía escuchar una vez más como su padre le mentía mientras la veía directamente. —¿Cuál es tu plan? —Consultó, sabiendo que un simple desayuno no iba a reparar los años que habían pasado. —No vives en Corea y no pienso salir del país.

—Me voy a quedar aquí todo lo que sea necesario. —La respuesta fue rápida, Shuhua pensó que seguramente Lian lo había pensado anteriormente. Que había planificado la forma de construir una relación con ella. —El negocio en China puede funcionar bien sin mi por un tiempo y estoy segura de que puedo hacer cosas acá también, pero mi principal motivación eres tú. —Shuhua estaba sorprendida con la forma en que Lian podría decir fuertes confesiones sin dejar de verla a la cara. Sentía que podía confiar en ella, pero por otro lado se sentía aterrada de aquello.

—Quiero conocer tus sueños, que me hables de tus amigos, que me presentes a tu novia y me incorpores en tu vida poco a poco. Me da igual si tengo que pelear con tu padre, lo único que me interesa eres tú. —Terminó por decir, tomando de las manos de su hija por primera vez desde que la misma era una lactante. Lian se sintió rehabilitada, amó el calor de su piel y la forma en que una conexión inmediata se cruzó entre ambas.

—Podemos. —Shuhua se quedó en silencio un tiempo, viendo las manos de ambas reunidas en medio de la mesa. No la soltó. —Podemos salir una vez a la semana, y hacerlo todo lentamente. —propuso, sabiendo que hacerlo a escondidas de su padre tenía riesgos. Pero no quería que él interfiriera en algo que necesitaba hacer por su cuenta.

—Suena increíble. —Por primera vez escuchó alegría en la voz de Lian y admitió que era la mejor forma de escuchar su voz. —Haremos todo esto de la forma en que tu quieras, jamás quiero que te sientas presionada y si en algún momento deseas que veamos un terapeuta podemos hacerlo. Tu salud es todo lo que me importa, no quiero perderte de nuevo. —Shuhua asintió, pensando rápidamente en lo diferente que era Lian de su padre. Quizá juntos hubieran sido perfectos para cuidarla, pero la vida no es justa.

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La vuelta a la habitación del hotel fue extraña, caminaba como flotando por los pasillos del lugar. Nada se sentía real, estaba como drogada por todo lo que había escuchado y sabía en ese momento que lo único que la podía hacer tocar tierra nuevamente era su novia.

Y así fue, apenas se abrió la habitación sus brazos la recibieron y todo volvió a sentirse real.

Las lágrimas salieron, el desahogo fue real y había alguien para recibirla y contenerla de la forma en que siempre necesitaba.

—¿Estás bien? ¿Salió bien? —En su espera, Miyeon había creado cientos de resultados. Había imaginado lo mejor y lo peor de la conversación entre Shuhua y su madre.

—Salió bien. —Suspiró, descansando su cabeza en el espacio entre el hombro y el cuello de su novia. Miyeon mantenía sus brazos alrededor de ella, casi como si tuviera miedo de que se fuera a algún lado aunque por el contrario, no había lugar en el que Shuhua quisiera estar más que en los brazos de Miyeon.

—¿Por qué lloras? No llores, está todo bien. —Buscó tranquilizar, llevando sus manos al rostro de la menor y limpiando las lágrimas de su rostro. Le rompía el corazón la escena y haría todo lo posible para que termine. —Está todo bien. —Le aseguró, ganando asentimientos de parte de la menor.

—Ella me quiere. —Miyeon mordió su labio al escuchar las palabras. El sentir que su novia pudiera sentirse poco amada le quebraba, porque sabía que una persona como ella merecía todo lo mejor pero que por razones extrañas había recibido demasiadas injusticias pese a su corta vida. —Me quiere, quiere estar conmigo y conocerme mejor. —Explicó luego cada detalle de la conversación que había tenido con su madre.

Miyeon sintió alivio en el interior, de todas las escenas que había imaginado la más cercana a la realidad fue la mejor. Su Shuhua estaba bien y el futuro para ella se veía un poco mejor a lo que era unos meses atrás.

—¿Qué planes tienes para hoy? —Respirando profundamente Shuhua intentó dejar de lado lo que acababa de suceder y animar a su novia a hacer algo diferente.

Miyeon se encogió de hombros, su papá le había permitido tomarse el día y esperaba pasarlo junto a su novia.

—¿Tengamos una cita? —Miyeon rió por la dualidad de su novia. Hace unos instantes se encontraba llorando y completamente conmocionada por lo que había ocurrido y ahora la veía nuevamente con esos ojos llenos de amor y entusiasmo.

— Depende ¿A dónde me quieres llevar? —Obviamente iba a aceptar, pero quería jugar a hacerse la importante.

—Eso será un secreto. Puedes aceptar salir conmigo y sorprenderte o quedarnos aquí todo el día sin hacer nada. —Miyeon rió por la forma en que intentaba convencerla. —¿Acaso crees que no te puedo sorprender? —Desafió, levantando una ceja.

—Está bien, Yeh Shuhua. —Besó su mejilla y luego sus labios rápidamente. —Sorpréndeme.

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Había algo especial en Shuhua, algo que Miyeon jamás pensó sería lo que le gustaba en una pareja (lo que le hacía cuestionarse exactamente en qué pensaba antes de conocer a Shuhua) y eso era lo transparente que era la taiwanesa. Lo natural en que hacía todo sin vergüenza ni miedo. Antes pensaba que era inocente, pero no era eso. Era su personalidad y Miyeon estaba completamente enamorada de ella.

Shuhua la tomó de la mano sin temor a nada en medio del metro, era primera vez que estaban en un lugar así de público y si bien Miyeon no tenía miedo le había tomado por sorpresa.

—¿Todavía no me dirás dónde vamos? —Shuhua negó de inmediato con movimientos de cabeza. Estaban moviéndose al otro lado de la ciudad y Miyeon no podía hacerse una idea exacta del lugar al que irían.

—Tranquila, confía en mí. —Miyeon confiaba, pero la ilusión le hacía continuar preguntando.

Después de unos minutos Shuhua se puso de pie, indicando a la mayor que habían llegado a su parada. Prosiguieron caminando por las calles de la ciudad y apenas unas cuadras después estaban frente a un edificio que Miyeon recordaba de cuando era pequeña.

—¿El acuario? —preguntó, aunque claramente lo era por el enorme letrero que tenía frente suyo.

—El acuario. —Confirmó Shuhua, sabiendo que su decisión podría ser poco común.

—No venía aquí desde que tenía como diez años. —Recordó Miyeon, sonriendo ante la imagen de ella junto a sus papás viendo los peces y escuchando a su mamá explicarle sobre la vida bajo el mar. Podía sentir la nostalgia positiva recorriendo su cuerpo.

—Entonces ¿Aprobé con la sorpresa? ¿O soy la peor novia del mundo? —Miyeon rió, abrazando a Shuhua de lado porque no quería dejar de ver el edificio, no podía esperar para entrar y recorrer el lugar con su novia.

—Gracias. —Fue lo único que pudo salir de sus labios.

—Primero vamos a ver los peces, luego me agradeces. —Se animó Shuhua, tirando de su mano para poder pasar a comprar los tickets que les permitían entrar al lugar.

Shuhua pagó por el recorrido completo, gracias a una aplicación podían ir escaneando códigos para leer información sobre los estanques que observaban. Si bien cuando Miyeon era pequeña todo se hacía junto a un guía, ahora le gustaba más porque le permitía tener privacidad con su novia.

—¡Es Nemo! —Gritó Shuhua, corriendo hasta ver los peces naranjas con rayas blancas que claramente eran como los de la película.

Miyeon caminó tras su novia, sonriendo por la emoción que demostraba cada vez que algo llamaba su atención.

—Yo diría que eres tu, amor. —La mayor comentó, levantando su teléfono para escanear el código frente a los peces que su novia veía como una niña pequeña.

—¿Yo? —No entendió la referencia, llevando sus ojos a la información que su novia le mostraba. Leyó el título y de inmediato entendió la broma al leer que el nombre de aquellos peces era Payaso. —¡Cho Miyeon! ¡Te odio! —Se quejó, golpeando su hombro en repetidas ocasiones mientras la mayor no podía dejar de reír por lo adorable que era su novia.

—¡No me odias! Me amas mucho. —Y ante eso Miyeon no pudo hacer más que confirmarlo besando sus labios. En medio del agua, los peces y sus iluminados rostros gracias a los focos del acuario.

—Es cierto. —Confirmó, besando sus labios un par de veces más para que así a la menor no le quedaran dudas de sus sentimientos.

—Gracias por hacerlo. —Shuhua descansó su rostro en el pecho ajeno, sintiendo el tranquilizador latido de su corazón.

—No deberías agradecer, es muy fácil contigo ¿sabes? Sería imposible no amarte.

—Antes de conocerte. —Comenzó a explicar Shuhua. —Creía que el amor era otra cosa, creía que eran las salidas anuales a la playa con papá o la forma en que hacía todo por Soojin sin siquiera pensarlo. Pero creo que en parte todo eso era basado en un compromiso, obviamente había amor de por medio pero es distinto a lo que pasa contigo. —Miyeon asintió, comprendiendo el sentimiento. —Creo que si en diez años más no estamos juntas al menos sabré que no me debo conformar con nada menos de lo que tu me has demostrado. Aunque algún día ya no nos amemos de la forma en que lo hacemos, ahora siempre podré decir que sé lo que es el amor gracias a ti. —Miyeon volvió a reclamar sus labios, se sentía drogada por las palabras de Shuhua porque en su interior sabía muy bien que para ella era exactamente igual.

Aunque antes no lo creía, ahora estaba segura de que gracias a Shuhua había aprendido a amar.

—Aunque seas una payasa siempre sabes qué decir. —Bromeó Miyeon, intentando no emocionarse más porque seguramente los demás visitantes del acuario podrían comenzar a verles extraño.

—Es que a mi novia le gusta que amplíe mi vocabulario leyendo novelas de hace mil años. —Las dos continuaron riendo, los peces pasando a segundo plano. No había nada mejor que verse y escucharse, era el panorama perfecto y hasta ahora, la mejor cita que Miyeon había tenido en toda su vida.

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—¿Estás segura de que no te puedes quedar? —Miyeon estaba pegote. Miyeon quería tomar a su novia y amarrarla a su cuerpo para que no pudiera ir a ningún lugar.

—Me encantaría, pero tengo que volver a casa y pasar mi primer día en casa con todos viviendo como familia. —El puchero de la mayor parecía no irse a ningún lado, sabía que su novia tenía compromisos pero realmente preferiría ser el único en su vida.

—Está bien. —Suspiró, odiando ver su casa a la vuelta de la esquina porque eso solo significaba que tendrían que despedirse después de lo que para ella había sido un día perfecto.

—¿Lo pasaste bien hoy? —Shuhua seguía siendo una adolescente relativamente insegura, necesitaba comprobar que había complacido a su novia y sus expectativas.

—Hoy pasará a la historia como la mejor cita de mi vida. —admitió Miyeon sin siquiera pensarlo dos veces. —Ojalá hoy fuera eterno.

Shuhua no dijo nada, creía que de alguna forma ese día viviría por siempre en el corazón de ambas.

—Tranquila, tenemos tiempo para hacer muchas cosas. —Miyeon sonrió, besando los labios de la menor (creía que ese día se había excedido en besos, pero estaba segura de que su novia los disfrutaba)

—Nos vemos el lunes.

—Hasta el lunes.

Miyeon se quedó parada en la puerta del mini supermercado, viendo como su novia se alejaba hasta que su figura se esfumó en medio de las calles.

Sonrió para sí misma, sintiéndose como una niña pequeña. Estaba completamente enamorada de Shuhua.

Finalmente entró al negocio, haciendo resonar la campanilla tan conocida.

—Pensé que no te iba a encontrar. —La voz de su mejor amiga le dio la bienvenida, estaba por detrás del mostrador lo cual no era algo nuevo debido a que algunas veces la bajita ayudaba en el lugar cuando necesitaba dinero extra.

—Soyeonie, no sabía que estarías acá. —Confesó Miyeon, pasando por detrás del mostrador, abrazando a su amiga pese a que se habían visto la noche anterior.

—Quería venir a verte pero tu papá dijo que estabas fuera y que seguramente volverías pronto así que decidí venir a esperar y ayudar un poco en el negocio. —Soyeon estaba acostumbrada a pasar tiempo en el hogar de su amiga, si bien el hecho de que ambas estuvieran en una relación lo había impedido últimamente, jamás sería incómodo.

—¿Y a qué se debe la visita? ¿Problemas con Yuqi? —Bufoneó Miyeon, comenzando a ordenar algunas cosas en el muestrario.

—La verdad es que sí. —La respuesta le hizo parar su trabajo para prestarle toda su atención a Soyeon.

—¿Qué pasó?

—Estoy en una posición incómoda. —Explicó Soyeon, esperando que Miyeon comprendiera de qué podría tratar. Pero ante el silencio decidió dar la información que le gustaría no dar. —Yuqi te vió con Minnie el día de la fiesta. —Su voz fue seca pero rápida.

Por primera vez de sus años de amistad, Soyeon vio vergüenza en los ojos de Miyeon y lamentaba profundamente que tuvieran que estar pasando por eso.

—Yo sé que seguramente no significó nada. —Continuó Soyeon, aprovechando el silencio de la mayor. —Pero Yuqi cree que Shuhua merece saberlo y aunque yo decidí no decirle, creo que tiene razón.

Miyeon asintió, pensando en qué decir para no verse como una terrible persona frente a su mejor amiga.

—Ella me besó. —Recordó, intentando darle un poco de contexto a Soyeon. —Estaba un poco ebria y quería decirme que se iría de la ciudad, que se quería despedir y me besó.

Las dos se quedaron viendo en silencio, había suficiente distancia en ellas como para que Miyeon sintiera que podía respirar

—No pasa nada. —Soyeon sabía que debía decir algo para tranquilizarla. —Puedes hablarlo con Shuhua, estoy segura de que va a comprender. Sobre todo porque sabemos que Minnie es impulsiva y si a eso le sumas que estaba borracha entonces yo creo que Shuhua no se va a enojar.

—Soyeon. —Le interrumpió, viendo al suelo para no hacer contacto visual. —Ella estaba borracha pero yo no.

—¿Y? Ella se te acercó, no era como que fueras a adivinar lo que quería hacer. —Había un poco de desesperación en sus palabras.

—Yo no la detuve, no hice nada. Dejé que me besara y me sentí débil.

Sus palabras eran exactamente lo que Soyeon no quería escuchar, se había empecinado en convencer a Yuqi de que el beso no significaba nada pero no estaba segura de por qué creía que ahora también debía convencer a Miyeon de lo mismo.

—A ver. —Soyeon decidió que era su labor ponerle paños fríos al tema. —Pudo haber sido sorpresa ¿no? tu ex aparece, te dice todas esas cosas y luego te besa. Es inesperado, no cualquiera sabe responder en esas situaciones. —Miyeon asintió, encontrándole sentido a sus palabras.

—Amo a Shuhua. —Se desahogó. —Amo a Shuhua, no quisiera estar con nadie más, pero no tengo cómo explicar la forma en que cuando estoy con Minnie y dice las cosas correctas me siento débil.

Soyeon tampoco lo sabía, no tenía respuesta y se odiaba por no poder encontrar solución, en el fondo sabía que eso podía afectar la relación de su amiga. Estaba segura de que ambas lo sabían.

—Tienes que decirle a Shuhua. —Le recordó, era inevitable. —Si no lo haces estoy segura de que Yuqi lo hará y créeme que escucharlo de la boca de alguien mas solo romperá su corazón.

Miyeon asintió, tenía razón.

—En cuanto a los detalles que me acabas de contar, solo tú sabrás lo que quieres que ella sepa.

—Voy a hablar con ella, lo prometo.

Miyeon sabía que no era fácil, pero a Shuhua le habían mentido mucho anteriormente. No quería ser ese tipo de persona en su vida, no quería que después de lo difícil que había sido para ella confiar sea la misma Miyeon quien arruine todo su avance.

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N/A: Muchas gracias por esperar, espero que se encuentren bien. Intentaré actualizar pronto e igualmente hace unos días actualicé El Presente (mi fic sooshu) que pueden leer si les gusta.

Abrazos.