Tenía siete años cuando nos conocimos.

 

Yo me sentaba en el último pupitre de la fila junto a la ventana. La maestra no estaba en ese momento así que todos estaban parados hablando con sus compañeros mientras yo dibujaba garabatos en mi libreta. De repente la maestra entró y todos se sentaron rápidamente. Pero entonces me di cuenta de una segunda presencia, la cual no podía dejar de seguir con la mirada.

La maestra llamó la atención de todos.

 

“Hoy tenemos el honor de presentarles a su nueva compañera Miyoung… ella viene de Estados unidos...”

 

Todo lo que la maestra decía lo escuchaba por partes, no era capaz de comprender del todo lo que estaba sucediendo. Lo último que supe es que la niña se había presentado y la maestra había señalado hacia mi lugar.

Tragué saliva. La niña se estaba acercando a mí.

Y sin darme cuenta la niña ya estaba a mi lado.

 

“Taeyeon” dije en un susurro.

 

La niña que miraba al frente me miró como si se hubiera percatado de mi presencia hasta ese mismo momento. Me sentía nerviosa y no sabía por qué. De alguna forma me esforcé para darle la mano y mostrarle que me estaba presentando.

Aceptó mi mano un poco tímida.

 

“Tiffany” dijo en un susurro al igual que yo.

 

“Tippa...ni?”

 

Ella asintió y me sonrió. Una sonrisa que hasta ahora sé que nadie podrá igualar nunca.

 

Ese día yo tuve problemas durmiendo. Tampoco podía dejar de sonreír y de repetir el nombre de mi nueva amiga.

 

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Cuando tenía catorce años me di cuenta de que yo era muy protectora con ella. Y no de la buena manera.

 

Tiffany aporreó la puerta de su cuarto después de entrar. Agradecí mentalmente haber entrado antes que ella o sino esa puerta hubiera acabado en mi cara.

 

Suspiré. Sabía que después de hablar me gritaría.

 

“Estás exagerando…”

 

Oh, no. Mal comienzo.

 

3, 2, 1…

 

“¡¿Exagerando dices?!”. 

 

Ese grito...

 

 

Me encogí en la silla. Cerró sus ojos y respiró profundamente tratando de calmarse.

 

“¿Qué fue lo que dijo exactamente para qué acabarás golpeándolo en medio de toda la escuela?”

 

“Iba pasando por los pasillos junto con Yuri y en ese momento lo vi, yo sé que él te gusta pero la verdad nunca me ha dado buena espina y mira! lo he comprobado…”

 

“Taeyeon! Sin rodeos. Ve al grano”

 

Sus brazos estaban cruzados y su pie golpeaba fuertemente el piso.

 

Suspiré. Ahí vamos.

 

“Como te decía… lo vi, pero iba a pasar de largo hasta que te mencionó y caminé despacio y fue entonces cuando escuché como te decía cosas como que tú eras “una fácil” y no lo pude evitar y lo empujé…”

 

“Taeyeon, sabes que no es la primera vez que esto pasa. Sólo déjalos hablar.”

 

“Pero no puedo detenerme y dejar que ellos digan cosas así de ti. Me niego. Aun así tenga que golpear a un ejército lo haría porque son una bola de idiotas por hablar mal de ti”

 

“La próxima vez me dices y yo los enfrentaré, pero tienes que prometerme que me lo dirás a mí, no puedes ir golpeando a todos. Mira lo que te ha pasado! Tienes la ceja y el labio roto y por un idiota que no vale la pena”

 

“Pero tú lo vales, Fany-ah”

 

Su enojo se había esfumado completamente.

Me sonrió por un momento y agarró mi mano para levantarme y abrazarme.

 

“Lo siento…” susurré

 

“¿Por qué?” preguntó en el mismo tono.

 

“Era el chico que te gusta y terminó resultado un tarado”

 

Se empezó a reír.

 

“No te preocupes, no lo vale. No necesito un novio cuando te tengo a ti.”

 

Está vez yo me reí nerviosamente.

 

“Entonces lo siento por no haberle tirado todos sus dientes”

 

Me golpeó el hombro juguetonamente.

 

“Vamos a limpiarte esas heridas, Tae.”

 

Jaló mi mano y fuimos a su cocina.

 

Mientras veía nuestras manos juntas supe que después de todo no era tan malo ser algo protectora…

 

Pero sus palabras sonaban como un eco en mi cabeza.

 

 Yo también te tengo, pensé.

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Un año más tarde las cosas empezarían a cambiar.

 

La mamá de Tiffany había fallecido.

Lloró por días, meses, incluso hasta la fecha sigue siendo un tema difícil.

Más adelante Tiffany empezaba a reflejar descontrol en su comportamiento. Faltaba a clases, empezó a fumar y a beber. Sentía que poco a poco me alejaba de ella, que en algún momento soltaría la toalla y dejaría de pelear por nuestra amistad. Pero nunca pude hacerlo, de alguna forma terminábamos siempre en los brazos de una de la otra.

 

Un día habíamos tenido una discusión acerca de los hábitos destructivos que había optado. Nos gritamos por lo que parecía horas.

 

“¡Tiffany! Ponte a pensar un momento por favor. Te estás destruyendo y no puedo seguir viéndote así.”

 

“Nadie te está deteniendo. ¡Te puedes ir en cualquier momento!”

 

“Si tanto quieres que me vaya entonces lo haré, sólo tienes que decírmelo”

 

“¡Pues vete! ¡No te necesito!”

 

Mi corazón se hizo añicos y las lágrimas habían empezado a caer por mi rostro.

Sin darme cuenta estaba corriendo hacia la salida de su casa. Cuando abrí la puerta me percaté de que estaba lloviendo fuertemente.

Empecé a caminar entre la lluvia, pero por un momento sentí que mis pies perdían fuerza y me detuve…

Más bien los abrazos de alguien fueron los que me detuvieron.

 

Cerré los ojos ante la sensación de sus brazos rodeando mi cuerpo.

 

“No te vayas” me dijo con voz rota. “No te vayas nunca”

 

Me viré y quedamos de frente, pero aún con sus brazos rodeados en mi cuerpo.

 

“Qué es lo que quieres Tiffany”

 

Me dolía hablarle de esa forma, pero sus palabras dolían aún más.

 

“A ti. No quiero nada más”

 

La lluvia nos había empapado a las dos, pero aun así podía distinguir sus ojos rojos de tanto llorar.

 

“Si me quedo te veré lastimarte y así es como tú me lastimarás a mi”

 

Y no lo podría soportar…

 

“No lo haré más. Quédate conmigo”

 

La abracé fuertemente.

 

Nos queríamos, nos necesitábamos y ahora empezaríamos a sanar juntas.

 

“No me iré, solo si tú me lo pides”

 

“Yo nunca te dejaré”

 

Sin saberlo de mi boca salieron las palabras que nunca le había dicho.

 

“Te quiero, fany-ah”