10-11-2014
¿Cuándo....Desearías saberlo?Encontré a Yul en su casillero el lunes por la mañana con una nueva serie de moretones en la mejilla derecha y su mano en una escayola.
—¡Amiga! —le dije cuando la vi—. ¿Qué pasó?
—Se ve peor de lo que es —dijo. Cogí su mano enyesada.
—Sí, esto no se ve nada mal. Es solo una herida superficial, ¿verdad?
Yul me siguió la corriente con una sonrisa. —Es una pequeña fisura. Solo tengo que llevar la escayola durante un par de semanas.
—¿La patineta? —pregunté.
Yul arrastró los libros en el hueco de su brazo y usó su codo para cerrar su casillero.
—Intentaba un nuevo truco.
Tomé sus libros y ayudé a cargarlos en su mochila. —¿Sí? Bueno, trata más fuerte la próxima vez. Se encogió de hombros.
—Valió la pena. Lamento haberme perdido la cena, pero estuve en la sala de emergencias hasta tarde.
Inmediatamente me sentí culpable por pensar que me había desairado la noche anterior. Empezamos a caminar por el pasillo.
—Ojalá hubiera sabido. Te habría llevado un trozo de pastel.
Yul sonrió, y supe que estábamos bien de nuevo.
—La próxima vez te enviaré los detalles. —Y luego cambió de tema—. ¿Encontraste una manera de advertirle a Jessica?
Suspiré. Mi idea no era muy buena, pero fue lo único en lo que pude pensar tomando en cuenta la advertencia de Heechul y cómo Taecyeon Y Nichkhun controlaban casi todos mis movimientos.
—Es súper complicado. Los federales prácticamente han acampado frente a mi casa, y me vigilan como un halcón.
—¿Crees que están interceptando tus teléfonos? —preguntó Yul.
Mis ojos se abrieron. No había pensado en eso. —No sé. Pero si lo están, también podrían tratar de intervenir mi correo electrónico y textos. No podemos hablar de nada de esto por t eléfono. —De repente me sentí muy agradecida de que Yul no hubiera tratado de llamarme o mandarme un texto sobre ello el fin de semana.
—¿Y si le envío un correo electrónico o un texto anónimo? —preguntó Yul. Empecé a sacudir la cabeza, pero ella levantó la mano y dijo—: Espera, antes de que digas no, hay un montón de aplicaciones que permiten enviarle a alguien un correo electrónico o un texto anónimo, y la información del remitente desaparece, como, en un minuto. Son imposibles de encontrar.
Suspiré.— Eso podría funcionar, pero ¿cómo podemos conseguir la dirección de correo de Jessica o su número de celular?
El rostro de Yul cayó. —Eso, no lo he descubierto todavía.
Y entonces ofrecí mi idea, la que había formado después de ver la última tarjeta de cumpleaños que recibí de mi padre, que colgué en mi tablón de anuncios en casa. — Creo que le debemos enviar una tarjeta para su cumpleaños.
—¿Una tarjeta de cumpleaños?
Asentí vigorosamente. — Sí, Yul, ella totalmente abriría una tarjeta de cumpleaños, incluso si no tiene una dirección de retorno, solo para ver si hay un cheque en el interior o para saber de quién es. Apuesto a que si buscas por toda la web, puedes llegar a encontrar el domicilio de sus padres, ¿no?
—Su apellido es Jung, y vive en Jupiter. Sí, podría encontrarla. ¿Qué diríamos en la tarjeta? —Al mirarla, supe que le intrigaba la idea.
—No sé, pero tendríamos que tener cuidado con ello. Tendríamos que decir algo así como: “Hemos oído que recibirás un coche nuevo para tu cumpleaños, y tienes que ser muy cuidadosa al conducirlo”. Tal vez odríamos agregar algo así como: “¡No mandes textos y conduzcas a la vez!” y respaldarlo con una estadística o algo así.
Yul me miró como si estuviera loca. —No va a creer algo así, TaeTae. Además, no sabemos a ciencia cierta si esa es la forma en que se va a morir.
—Bueno, entonces, ¿qué sugieres tú? — Me encontraba un poco exasperada. No tenía ni idea de cómo advertirle a Jessica, porque, como Yul señaló, no tenía ni idea de cómo iba a morir. Si lo supiera, entonces podría hacer algo para evitarlo, pero todo lo que tenía era la fecha. Eso es todo. Solo una fecha para indicar que era una chica muerta caminando.
—¿Tal vez podríamos llamar a la casa de sus padres así como llamamos a la señora Byun?
Sacudí la cabeza. —Si los federales están interviniendo mi teléfono, podrían también estar haciendo lo mismo con el tuyo, Yul. Nosotras la llamamos desde tu teléfono, ¿recuerdas?
Yul frunció el ceño, pero luego se iluminó. —Está bien, entonces vamos a hacer la llamada desde un teléfono público, preguntamos por Jessica, y disfrazamos nuestras voces. Podríamos decir que sabemos algo que ella no. Sabemos que se encuentra en peligro, y nos preocupamos porque podría morir en su cumpleaños.
Fue mi turno para mirar a Yul como si tuviera que estar bromeando. —Si recibes una llamada telefónica de un desconocido que te dice que estás a punto de morir, ¿tu próxima llamada no sería a la policía para reportar una amenaza de muerte de un loco? Ella descartaría la advertencia, lo que no la ayudaría, y reportaría la llamada, lo que no nos ayudaría. ¿Qué pasa si una cámara de vigilancia nos capta usando el teléfono? Esas cámaras se encuentran en todas partes. No podemos correr el riesgo.
La mirada de Yul cayó. —Bueno, tenemos que probar algo que haga que nos crea, TaeTae.
—Estoy de acuerdo —le dije, y lo dije en serio—. Pero también tienes que aceptar que incluso si obtenemos su atención y nos cree, puede que no impidamos su muerte. Todavía podría suceder.
Yul frunció el ceño. —Pero incluso si hay una posibilidad de que podamos salvarla, tenemos que intentarlo—dijo. Me di cuenta de que todavía se sentía culpable por no esforzarse más para salvar Baekhyun.
Puse una mano en su brazo bueno. —Tienes razón, y vamos a avisarle con la tarjeta. Seremos muy cuidadosas de no dejar nuestras huellas digitales en ella, y haremos que la redacción no suene como que viene de un loco. Esperemos que nos escuche y tenga cuidado el próximo miércoles, pero eso es lo más que podemos hacer.
Todo lo demás es demasiado peligroso para nosotras e incluso podría llevarla a hacer algo arriesgado simplemente para demostrarnos que nos hallábamos equivocadas.
Yul suspiró y asintió a regañadientes. —Sí, de acuerdo —dijo—. Vamos a ir con la tarjeta.
Después de la escuela nos dirigimos hacia Drug Mart , y casi me quedé corta cuando vi a Ma en una bata azul de pie junto a otro empleado que le mostraba la forma de organizar los sobres de las fotos reveladas.
—¡Hola, ustedes dos! — Ella agitó una mano cuando nos vio.
—¡Vaya, señora Kim! — dijo Yul, casi tan sorprendida como yo al verla detrás del mostrador— ¿Cuándo empezó a trabajar aquí?
—Hoy es mi primer día — dijo Ma con orgullo.
Sonreí alentadoramente hacia ella, pero no pude evitar mirar sus manos. Si había temblores, sabría que se hallaba totalmente sobria. Si estaban en calma, sabría que furtivamente bebía en la parte posterior de la tienda.
Me mordí el labio cuando vi que no había ni un atisbo de temblor. Solo podía esperar que nadie en la tienda lo notara.
Ma nos saludó, diciendo que tenía que concentrarse en su entrenamiento. Nos dirigimos al mostrador de las tarjetas y escogimos una juntas. Asegurándonos de no cogerla con nuestras manos descubiertas, pagamos y nos dirigimos al Starbucks al otro lado de la ciudad, junto a la oficina de correos de Jupiter para elaborar cuidadosamente un mensaje.
Yul escribió el mensaje usando su mano enyesada, que era una buena cosa, ya que alteraba su letra lo suficiente para que sea casi ilegible. Decidimos enviarle Jessica un mensaje de un admirador secreto (esa parte era cierta, al menos), y le dijimos que éramos alguien que a veces tenía visiones extrañas que se hacían realidad. Escribimos que tenía que ser muy cuidadosa cuando condujera, en especial en su cumpleaños. Y, le dijimos que tuviese cuidado en su cumpleaños, en general, porque la alineación de las estrellas sugería que era un día de mala suerte para ella.
Cuando Yul me la leyó de nuevo, tuve que admitir que sonaba un poco loco, pero era el mejor plan que teníamos.
—Si recibieras esta tarjeta, ¿qué pensarías? — me preguntó Yul.
Fruncí el ceño. — Probablemente pensaría que algún loco la envió, pero probablemente también escucharía el mensaje, por si acaso.
Yul luego metió la tarjeta en el sobre usando sus mangas para cubrirse las manos. Luego utilizó su teléfono para buscar la dirección. Tomó un par de clics para obtener la nueva dirección de los Jung en Jupiter, pero nos encontrábamos seguras de que nuestra tarjeta encontraría su camino a ella. Yul luego se dirigió al lado para enviarla por correo, y dijo—: ¿Vienes?
Pero me hallaba solo a mitad de mi latte de caramelo, y era tan agradable y cálido en Starbucks. —Creo que me quedaré aquí y estudiaré por un tiempo.
Yul asintió, luciendo afligida. Sabía que se encontraba deseando que tuviésemos un mejor plan. Con un gesto, dijo —: Te enviaré un texto más tarde. —Y luego se fue.
Suspiré, luchando contra la sensación de haberla decepcionado, y removí mi bebida con el agitador de plástico, cuando de repente oí una voz que reconocería en cualquier lugar, y sentí una sacudida de adrenalina que tensó mi columna vertebral. Moviéndome en mi asiento, me asomé y vi a Tiffany de pie en el mostrador bromeando con dos amigas mientras esperaban a que el barista tomara sus pedidos.
Inmediatamente, miré a mi alrededor buscando una vía de escape, pero la única salida era la entrada en la parte delantera del Starbucks. Sabía que no lucía de lo mejor: no había hecho un gran esfuerzo por la mañana. Mi cabello se hallaba recogido, no llevaba ningún tipo de maquillaje, además de un poco de rímel, y mi sudadera era monótona y oscura. Pero me encontraba atrapada en el fondo de la tienda; todo lo que Tiffany tenía que hacer era volver la cabeza hacia la derecha y me vería. Pensando rápidamente, me agaché y recogí mi mochila del suelo. Busqué a través de ella y saqué el mayor libro de texto que tenía, química, y lo abrí arriba de la mesa para ocultar parcialmente mi cara detrás de ella. Escuchando con atención, oí la voz algo ronca de Tiffany aumentar y bajar mientras discutía una prueba de química que tuvo ese día. Ella y las otras dos chicas est aban comparando respuestas. Sonreí cuando me di cuenta que los das nos hallábamos estudiando básicamente la misma sección exacta de la tabla periódica.
Entonces oí una voz decir—: ¡Oye, Tiffany!
Me puse rígida. Sujetando la parte del libro con fuerza, eché un vistazo. Una chica con largo pelo rubio se puso de pie a un lado de las tres chicas. Girando un mechón entre sus dedos, dijo —: ¿Puedo añadir un macchiato de caramelo a tu orden?
Había un montón de clientes esperando detrás de las chicas, y era evidente la chica estaba cortando la línea. La forma en que miraba a Tiffany me hizo preguntarme si eran más que amigas. Tiffany miró de nuevo a la línea, ofreciendo una mirada de disculpa a la persona detrás de ellos antes de responder—: Claro, Bora. ¿Qué tamaño? —Alto. Estoy cuidando mi peso —dijo ella, estirándose para tocar su brazo y mover sus caderas.
Dejé de respirar. Mis entrañas se sintieron agarradas por un tornillo de banco. La chica era bonita. Muy bonita. Su pelo colgaba suelto en ondas largas y rubias, llevaba un montón de maquillaje y su ropa parecía suave, elegante, y oh-tan-tangible. Me quedé mirando fijamente a Tiffany. Añadió la bebida a su orden, y luego pagó por todo, incluyendo la de ella. No sabía muy bien qué hacer con eso. ¿Simplemente era generosa? Bora siguió coqueteando con Tiffany mientras esperaban, ella sonrió y asintió mientras hablaba. Era imposible saber si se encontraba interesada o solo era cortés. Pero entonces, no pude pensar en una razón por la que no estaría interesada en alguien tan bonita como ella.
El barista llamó el nombre de Tiffany, y ella y una de sus amigas reunieron las bebidas. Tiffany le entregó el macchiato alto a Bora, y a cambio ella le entregó una manga de bebida de cartón. Me confundió, Tiffany ya tenía una manga en su vaso, y luego noté el indicio de garabato negro que tenía, y me di cuent a que le había dado su número de teléfono. Después de tocar su brazo por última vez, ella se fue.
Me quería morir. Me sentía tan mareada y enferma que quería que un agujero se abriera en el centro del suelo y me tragara. Pero poco después de que Bora se fue, Tiffany tiró la manga a un lado y le hizo señas a sus compañeras para irse. Estuvieron fuera de la puerta un momento después. Me senté, conté hasta diez, y dejé mi silla apresurándome al mostrador para recuperar la manga antes de que alguien, ya sea la usara o la tirara a la basura. Efect ivamente, el nombre y número de teléfono de Bora se hallaban con letra rizada en el centro. Cerré los ojos y sostuve el pequeño pedazo de cartón contra mi pecho, tan aliviada que lo arrojó junto con su interés por ella a un lado.
—¿Necesitabas algo? —Oí, y mis ojos se abrieron. La barista se encontraba inclinada sobre el mostrador, mirándome. Ella estaba lo suficientemente cerca para que la fecha de su muerte se leyera claramente: 30-03-2070.
—No —le dije rápidamente, sintiendo que mi boca se curvaba en una sonrisa jubilosa—. Gracias, sin embargo. Ya me iba.
El siguiente par de días pasaron en poco borrosos. Yul y yo no hablamos de nuevo sobre advertirle a Jessica, pero eso no significaba que estábamos contentas con la forma en que la habíamos dejado. Me quedé casi toda la noche anterior tratando de encontrar una idea mejor que la tarjeta de cumpleaños, pero no salió nada de todo ese pensar. El martes por la mañana, decidí dejarlo así y esperar que hubiéramos hecho lo suficiente.
Hasta el miércoles, no hubo cambios en el caso Byun Baekhyun, y no había ninguna historia sobre un accidente de coche que implicara a Jessica Jung o sobre su repentina muerte. Llamé a Yul al minuto que las noticias terminaron.
—¡Creo que lo logramos! —dije al segundo que respondió—. No hay nada en las noticias sobre Jessica.
—¡Lo sé! ¡También lo vi, y creo que tienes razón! ¡La salvamos! —Pero luego pareció sobria cuando añadió—: Debemos ir al siguiente partido de fútbol de Jupiter, ya sabes, para asegurarnos de que se encuentra bien. Voy a mirar en línea y ver contra quien jugarán, pero probablemente va a ser uno de los equipos de Grand Haven, y ya que jugaron contra nosotros la semana pasada, va a ser un partido de local. Voy a preguntarle a mamá si puedo tener la furgoneta por la noche.
—Genial. Estoy dentro —le dije. Hormigueaba con alivio. No podía creer que en realidad cambiáramos la fecha de Jessica; quería ir al partido que verlo por mí misma. Y por supuesto tendría la ventaja añadida de ver a Tiffany nuevo.
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