02-12-2014
¿Cuándo....Desearías saberlo?El jueves siguiente fingí un dolor de estómago y no fui a mis dos últimas clases. Estaba tan deprimida y triste por Yul y Ma que no me podía concentrar; todo lo que quería era ir a casa y encogerme como una bola. Mientras empujaba mi bici fuera del aparca bicis para irme a casa, vi un destello negro por el rabillo de mi ojo. La próxima cosa que supe, es que el BMW de Heechul había aparcado a mi lado.
—Oh, bien, recibiste mi mensaje — dijo, saliendo del coche para acercarse a mí. Me encontraba tan sorprendida de verlo que simplemente permanecí ahí estúpidamente.
—¿Mensaje? — No teníamos permitido llevar nuestros teléfonos a la escuela, y había olvidado encender el mío cuando me fui. Heechul agarró el manillar y empezó a empujar la bici hacia el coche.
—Vamos, niña. El tráfico es malo, y vamos a llegar tarde.
Me saqué de encima la sorpresa y me moví hacia su coche. Mientras arrancábamos, pregunté —: ¿Qué pasa?
—Es tu madre. Me puse rígida.
—¿Qué ha pasado?
—Colapsó esta mañana en la cárcel. Intenté que la pusieran en desintoxicación, pero nadie allí quería escucharme, y ahora está en el hospital. Las funciones de su hígado y sus riñones no son buenas.
Estaba tan aturdida y con miedo por Ma que durante varios segundos lo único que podía hacer era mirarlo. Heechul puso su mano libre sobre la mía.
—Oye— dijo—. No te asustes. Ella estará bien, Tae. Pero quería llevarte a verla antes de su cita en la cort e.
Aparcamos en la cochera enfrente de la calle del hospital, y lentamente seguí detrás a Heechul mientras me guiaba dentro. Nos paramos en información antes de dirigirnos a la cuarta planta y preguntar en el puesto de enfermeras. Desde ahí caminamos la longitud del pasillo y nos detuvimos enfrente de un guardia armado, que se encontraba fuera de la habitación de Ma. Él abrió la puerta para nosotros y entró para quedarse de pie con los brazos doblados sobre su pecho. El mensaje estaba claro: tendríamos audiencia en la visita, nos gustara o no.
Ma estaba tan pálida que parecía gris. Había tubos que serpenteaban hacia abajo desde el gotero que se encontraba en su muñeca derecha, y los afilados bordes de su clavícula sobresalían. Se veía t an delgada y frágil. Era difícil creer que la que estaba ahí tumbada era mi madre. También había correas sobre su cuerpo, inmovilizándola a la cama, pero parecía tan frágil y enferma que dudaba que fuera capaz de luchar para salir de la cama, mucho menos de la habitación y del guardia. Mientras permanecíamos ahí y observábamos en shock a Ma, una enfermera entró, nos asintió, entonces se inclinó para cambiar la bolsa en el palo del gotero.
—¿Por qué la tienen atada así? —le pregunté a Heechul.
—Es para ayudar con sus ataques — contestó la enfermera por él.
—¿Ataques?
—Tae — advirtió mi tío mientras Ma se agitaba pero no abría los ojos—. Mantén la voz baja, chica.
Bajé mi voz a un susurro. — ¿Por qué está teniendo at aques?
La enfermera primero miró a mi tío antes de responder. Él asintió, y ella se enfocó en mí. — Tu madre está pasando por la abstinencia de alcohol. Cuando los adictos a largo plazo se encuentran obligados a parar de golpe, sus cuerpos a veces no pueden soportarlo. Tu madre debería ser admitida en un centro de desintoxicación en vez de en una celda.
La enfermera cambió su mirada para enviar una mirada enfadada al policía vigilándola, y él en respuesta rodó los ojos y desvió la mirada.
—¿Se pondrá mejor? —pregunté.
La enfermera recogió la vieja bolsa del gotero. — Debería. Necesitaremos mantenerla aquí al menos las próximas cuarenta y ocho horas para asegurarnos que las funciones de su riñón e hígado se normalizan, pero debería estar suficientemente bien para ser liberada al condado en otro día o dos
—Me gustaría hablar con su doctor, ¿si eso está bien?— preguntó Heechul, sonriendo a la enfermera. Me di cuenta de que él pensaba que era bonita.
—Claro — dijo, con una señal de sonrisa en respuesta. Aparentemente ella también pensaba que él era guapo—. Vamos. El doctor Aruben está de ronda. Te llevaré con él.
—Quédate aquí hasta que vuelva — me dijo Heechul.
Asentí, y me besó un lado de mi cabeza y siguió a la enfermera. El guardia ni siquiera se movió de su lugar al lado de la puerta, así que hice lo mejor para ignorarlo. Me moví hacia el lado de la cama para sujetar la mano de Ma, pero se estaba sacudiendo tanto que me asustó, así que la bajé.
—¿Ma? Sus párpados se agitaron. — Soy yo. — Ella no respondió—. Soy Tae. — Todavía nada. Me mordí el labio, int entando fuertemente no llorar, pero ella se veía tan mal tumbada ahí, tan pálida y sudada e inquieta. Incluso cuando estaba en sus peores desmayos ella no tenía tan mal aspecto—. Ma —dije de nuevo—. Tienes que luchar ¿vale? Tienes que mejorar para así venir a casa. Los párpados de Ma se agitaron de nuevo y se abrieron, como si de repente fuera liberada de un pestillo.
—¿Qué estás haciendo aquí? — exigió, su voz ronca como la lija.
—Yo... vine a verte.
—No te quiero aquí.
Fui a por su mano de nuevo, pero ella la empujó lejos. — Vete, Tae.
Sus palabras me golpearon como una bofetada.
—Ma...
—¡Fuera!
Retrocedí de la cama pero no dejé la habitación. —Ma — intenté de nuevo. No pude evitar la renuncia en mi voz.
—¡Vete! — espetó, sus ojos negros y duros como el hierro.
Todavía permanecí ahí durante unos segundos, esperando a que me dijera que todo era una broma, que por supuesto me quería ver, que estaba feliz de que yo estuviera ahí. Pero su dura expresión nunca se suavizó. Finalmente, me giré y dejé la habitación. Caminé deprisa por el pasillo sin importarme dónde iba. Solo quería irme. Y ahí es cuando me crucé con el agente Taecyeon.
—¿Qué estás haciendo aquí? — preguntó, cuando me alejé murmurando disculpas. Alcé la mirada y me di cuenta de con quién me había chocado.
—Yo... mi madre... — Señalé el final del pasillo al quedarme sin palabras.
Los ojos de Taecyeon ojearon el pasillo detrás de mí, y me giré para también mirar. El guardia estaba saliendo de la habitación de Ma y sentándose en una silla plegable en el pasillo.
—Oh, sí — dijo Taecyeon—. Oí que la recogieron el otro día. Supongo que no la usaremos como testigo de carácter, ¿eh?
Lo dijo con tal dureza de corazón helado, que sentí algo dentro de mí construirse, y entonces el dique se rompió. Me moví hacia la pared y descansé mi frente en ella, envolviendo mis brazos a mí alrededor mientras una enorme ola de desesperación se dirigía desde dentro de mí. Peleé duramente, pero no lo podía frenar. Empecé a llorar, luego a sollozar, y toda la angustia que sentía sobre mi padre, mi madre, y Yul, se derrumbó en un largo y desgarrador gemido. Me caí al suelo, abrazándome aún más fuerte a mí misma, pero no lo podía contener.
—Oye — escuché—. Oye, Taecyeon — dijo Taecyeon. Sentí sus dedos fríos en mi hombro —. Vamos, chica, recóbrate.
Pero no podía parar y no podía coger aliento y pronto empecé a ver estrellas. Oí llamar a una enfermera, y entonces fui recogida, cargada entre gente, y llevada hacia una camilla. Los sollozos seguían viniendo: un océano de dolor, miedo, y preocupación golpeándome en mi oleaje. Sentí manos sobre mí y charlas a mi alrededor, pero no podía distinguirlas. Y entonces sentí un pinchazo y tomé tres respiraciones cortas, forzándome a enfocarme. Vi una aguja deslizarse en la vena de mi brazo derecho, y entonces el mundo giró. Atrapé la mirada en la cara de Taecyeon justo antes que las luces se apagaran. Su expresión había cambiado. Podía haber jurado que ahora tenía una expresión culpable.
Me desperté sintiéndome muy desconectada — como si mi mente hubiera sido empujada al final de mi cabeza detrás de una capa de bolas de algodón, y todos mis otros sentidos y funciones estuvieran simplemente yendo por los movimientos— vacía de cualquier voluntad o deseo por mi parte. Lentamente, me di cuenta de las voces, enfadadas pero silenciosas.
—¿Qué le dijiste? — demandó Heechul.
—Nada, Kim — dijo Taecyeon—. Se chocó contra mí, y luego simplemente perdió los papeles.
Mentiroso, pensé sin ninguna emoción.
—La enfermera te vio decirle algo — gruñó Heechul. Ahora él sonaba enfadado.
—Escucha, abogado — le dijo Taecyeon—, me encantaría quedarme aquí y discutir contigo, pero tengo que volver a la oficina. Espero que tu sobrina esté bien, pero de verdad, traerla aquí con todo lo que está pasando... ¿realmente pensaste que era una buena idea?
—¿Qué demonios sabes tú? — Heechul estaba ahora gritando.
—Tengo una hija, Kim—dijo Taecyeon—. Si su madre fuera una borracha y fuera recogida y llevada a desintoxicación, nunca le dejaría verla hasta que se recuperara.
—¡Vete al infierno, Taecyeon! — espetó Heechul. Y entonces se puso a mí lado y oí los pasos de Taecyeon clicando ruidosamente por el pasillo—. Hola, chica — dijo Heechul, líneas de preocupación grabadas en su frente—. ¿Estás bien?
Asentí. Estaba bien. Al menos mi mente estaba bien. Me sentía como si estuviera metida en la parte trasera de mi cabeza donde no tenía que pensar ni preocuparme. Aunque no conocía mi cuerpo. Se sentía flojo y pesado. Heechul me acarició el pelo y me besó la frente.
—El doctor dice que necesitas quedarte aquí hasta que se acabe el gotero, entonces te puedo llevar a casa.
Asentí de nuevo, pero de repente me encontraba muy cansada. Asentir era como mover una gran bola plomo arriba y abajo. Mis párpados se cerraron y oí a Heechul decir algo más, pero no lo registré. Mi mente se estaba apagando, y era un alivio. Me desperté en el coche de Heechul. Sentándome, miré alrededor lentamente. Casi estábamos en casa.
—Hola, dormilona — dijo. Intenté abrir la boca para contestar, pero se sentía pegajosa y demasiado costoso. —Te voy a dejar en casa, Tae — dijo Heechul—. La señora Im nos va a encontrar ahí y te va a cuidar mientras yo voy a reunirme con el abogado del tribunal de drogas. Volveré para la cena y entonces hablaremos, ¿vale? Parpadeé. Esperaba que entendiera que era una señal afirmativa. Él me sonrió de lado. —Hombre, te han dado unas drogas buenas ¿eh?
¿Buenas? No. Nada de esto era bueno, pero al menos tenía una excusa para no hablar. Apoyé la cabeza y cerré los ojos. Estaba dormida de nuevo en segundos. La siguiente vez que me desperté me encontraba en la oscuridad. Me senté, completamente desorientada. Me tomó un minuto darme cuenta que estaba en mi habitación. Miré hacia la mesita de noche —el reloj marcaba las siete y media, y no podía saber si de la mañana o de la noche. Pero entonces me di cuenta que a las siete y media de la mañana normalmente había luz.
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