28-11-2014
¿Cuándo....Desearías saberlo?La señora Im preparó comida suficiente como para alimentar a un ejército, y comimos como reyes. Fue el mejor día de acción de gracias que podía recordar desde antes de que mi abuela muriera. Bueno, además del hecho de que traté de llamar a Ma a la cárcel, pero me dijeron que no se sentía lo suficientemente bien como para ponerse al teléfono. Eso realmente me fastidió, pero la señora Im me aseguró que una vez que mi mamá tuviera unos días de descanso, podríamos hablar. Sabía que en realidad quería decir que, una vez que tuviera todo el alcohol fuera de su sistema, estaría lo suficientemente bien como para ponerse al teléfono.
Heechul pasó las vacaciones con nosotros, pero la mañana del viernes me dijo que tenía que volver a la ciudad por una emergencia con uno de sus clientes, dejándome con un día para llenar lo mejor que podía. Sintiéndome aburrida, miré por la ventana y vi que el patio de la señora Im todavía estaba cubierto de hojas. Queriendo pagarle de regreso por toda la amabilidad que nos había ofrecido, bajé las escaleras y rebusqué en la cochera por un rastrillo y uno de los grandes cubos de basura de plástico que utilizamos para poner las hojas cuando solíamos preocuparnos de tener un césped limpio y ordenado. Llevando el rastrillo y el cubo hasta la casa de la señora Im, me puse a trabajar. Ella salió al cabo de una media hora.
—¡Oh, mi Dios! — dijo desde su pórtico, sus manos entrelazadas sobre el pecho mientras me sonreía—. Tae, ¿qué estás haciendo?
—Recoger algunas de estas hojas, señora Im —dije.
—Bueno, ¿no eres simplemente dulce? ¿Has almorzado?
—No tengo hambre, señora —dije. No quería parar. Quería rastrillar cada hoja de ese césped y hacer que se viera prístino.
—Cuando estés lista para un descanso, querida, entra y te prepararé un sándwich caliente de pavo, ¿de acuerdo?
Asentí y continué. Yo era una máquina de rastrillar. — Estoy esperando una entrega de muebles hoy — añadió la señora Im antes de ir al interior —. El camión debe estar aquí pronto. Toca en la ventana cuando los veas, ¿está bien, querida?
—Sí, señora — prometí.
El camión de muebles retumbó poco después de eso, y para entonces, despejé un buen trozo del camino a la puerta principal. Lee Donghae se bajó del camión y se acercó a mí con una amplia sonrisa.
—Hey, Tae — dijo—. Feliz día de acción de gracias.
Me detuve y me limpié la frente. —Gracias, señor Lee. Igualmente. Me dio una palmada amistosa en el hombro.
—Hey, llámame Donghae — dijo, y puso sus manos en sus caderas, observando mis esfuerzos. Después de darle al césped un silbido apreciativo, dijo—: Has logrado algo importante aquí, muchacha. ¿Estás en una misión? Sonreí.
—La señora Im ha sido muy amable con nosotros últimament e, y quería devolverle el favor de alguna manera por cuidar de mí. Donghae inclinó su cabeza hacia mí.
—¿Estás bien, cariño? Había algo en su cara amable que me hizo soltarme un poco.
—Sí — dije, mirando rápidamente—. Ma ha estado teniendo un momento difícil, y la señora Im ha estado cuidándome mientras se recompone.
Me mordí el interior de mi mejilla antes de que pudiera decir algo más. ¿Por qué le decía a este extraño todos nuestros problemas? No lo conocía. Donghae era simplemente un tipo muy agradable. El tipo de hombre que imaginaba como mi padre si hubiera vivido hasta la edad de Donghae. Además, no le quedaba mucho tiempo de vida, tal vez es por eso que confié en él. Todos mis secretos morirían con él.
Apretó mi hombro de nuevo. — Eso es duro, Tae. Lo siento. Tragué saliva y me encogí de hombros.
—Está bien.
—Donghae— llamó su compañero. Vi que él ya había abierto la parte trasera del camión.
—Sí, sí — dijo Donghae, su voz llena de irritación—. Voy, Henry. — Hojeando por encima del hombro, me dijo—: Henry se pone muy molesto si piensa que va a tener que levantar algo pesado por sí mismo. Eso me hizo sonreír. — ¿Qué tal para hoy, Donghae? — se quejó Henry, desapareciendo en la parte trasera del camión. Donghae rodó los ojos.
—Ese chico es un dolor en el trasero y siempre se mete en problemas. Me desharía de él, pero es el primo de mi esposa y necesita el trabajo, así que, ¿qué se puede hacer? Es familia, ¿sabes?
Asentí, porque realmente lo sabía. Con un último apretón, Donghae soltó mi hombro y se alejó para ayudar a Henry mientras yo regresaba a rastrillar. Me mantuve fuera de su camino mientras metían los artículos de la señora Im. Ella parecía tan contenta por el nuevo mobiliario que mi corazón se calentó por verla t an emocionada. Mientras cargaba un gran paquete de hojas en el cubo de la basura, sentí una sensación punzante en la parte posterior de mi cuello, miré hacia arriba para ver a Henry viniendo hacia mí, llevando una pequeña silla. Me miraba directament e. Y no era una buena mirada. Era una mirada lasciva. Se lamió los labios al pasar de una manera que hizo que mi estómago diera vueltas.
Pero lo que me pilló con la guardia baja aún más fue la fecha en la frente. Me acerqué a la orilla del césped, bien lejos de la camioneta, y mantuve un ojo cauteloso sobre él mientras que el resto de los muebles eran descargados. Lo vi mirándome con bastante frecuencia, y no me gustaba en absoluto la sonrisa que llevaba. Finalmente, Donghae tenía a la señora Im firmando el recibo y le deseó unas felices vacaciones. Antes de que pudiera pensarlo dos veces, y le hice señas. Se acercó con una sonrisa y una mirada curiosa.
—¿Que pasa cariño? Me mordí el labio nerviosamente. No sabía cómo decírselo, y sabía que violaba las órdenes de Heechul, pero esto era una circunstancia atenuante y sentí que tenía que darle una oportunidad. —Donghae, hay algo que debes saber...—Mi voz se apagó mientras luchaba por encontrar las palabras.
—¿Qué es, muñeca? Eché una mirada nerviosa hacia el camión. Henry resurgió y tiraba de la palanca para bajar la escotilla trasera.
—Es Henry... Donghae se puso rígido inmediatamente.
—¿Te dio algún problema? Negué, decidiendo no decirle Donghae sobre la mirada lasciva y simplemente confesar mi preocupación real.
—Tiene la misma fecha que tú. Donghae parpadeó.
—¿La misma...? Señalé en mi frent e.
—Tu fecha de muerte. Es la misma que la suya.
Donghae palideció y se volvió para mirar a su compañero. Pasó mucho tiempo antes de que dijera nada. —Guau.
Henry terminó de cerrar a la camioneta, y nos miraba con recelo. Me di cuenta de que sabía que estábamos hablando de él. —¿Qué tal si no vas a trabajar ese día? —pregunté—. ¿Qué tal si ambos se toman el día libre?
Donghae se volvió hacia mí de nuevo. — ¿Crees que tal vez habrá un accidente? Asentí. Eso fue exactamente lo que pensé que podría suceder.
—¿Tal vez ustedes dos deben evitar salir juntos ese día? Miró de nuevo a Henry.
—Sí — dijo—. Sí, está bien, cariño. Lo voy a hacer.
Me asomé a su frente, queriendo que su fecha de muerte cambiara, pero se mantuvo obstinadamente intacta.
—¿Vienes? — soltó Haenry cuando era obvio que a su primo le tomaba más tiempo de lo habitual el terminar. Donghae le frunció el ceño, se volvió hacia mí y trató de sonreír, pero no pudo llegar a sus ojos. —Gracias, Tae. Por decirme. Te lo agradezco.
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