20-11-2014
¿Cuándo....Desearías saberlo?
Dos días después, Heechul se acercó a mí en el aparcamiento del Poplar High, armado con su teléfono con cámara y una ira latante que pulsaba a través de su vena en la sien. Nunca en mi vida lo había visto tan enfadado.
—Enséñamelo —dijo él, su voz plana y deliberadamente tranquila.
Me aclaré la garganta y resistí la tentación de poner una mano en mi ojo, que latía al ritmo de la sien de Heehcul.
—Allí, en la entrada de atrás —le dije.
Heehcul cogió mi mano, agarrándola con gran cuidado. Era un día frío, y agradecí el calor de su palma. Caminamos en silencio por el estacionamiento casi vacío. Eran más de las cinco, y la mayoría de las prácticas de la escuela de atletismo ya habían terminado. Lo guie en línea recta, temiendo su reacción. Cuando llegamos al port abiciclet as se mantuvo en silencio, pero vi los músculos de su mandíbula tensarse.
Él tomó una foto de lo que había sido mi bicicleta y que ahora era una masa arruinada de metal, papel higiénico, huevos, salsa de tomate, mostaza y espuma de afeitar. En el asiento había una mancha de algo marrón y maloliente y no se necesitaba ser un genio para adivinar que alguien había encontrado mierda de perro y hecho uso de ella.
Después de fotografiar mi bicicleta, Heechul asintió y entró dentro. Lo guie en silencio por los pasillos vacíos, sintiéndome ansiosa y nerviosa. Él pareció darse cuenta, porque me apretó la mano, haciéndome saber que estaba a salvo. Nos detuvimos frente a mi casillero, que había sido untado con pedazos de cáscaras de huevo y más espuma de afeitar. Un mal olor emanaba de su interior. Heechul sacó su teléfono y tomó unas cuantas fotos. Luego dijo—: Ahora enséñame dónde fuiste atacada.
Lo acompañé por el pasillo por el que acabábamos de venir, pero giré a la derecha en el segundo pasillo. Al final había unas escaleras que conducían a los vestuarios masculinos. Las señalé.
—Me agarraron por detrás y me llevaron allí abajo — dije, mi voz vacilante.
—Relátame exactamente lo que pasó — dijo Heechul, su mandíbula tensándose y relajándose.
—Leeteuk y Minho me agarraron allí — dije, señalando ahora a una fuente de agua en la entrada del pasillo.
—¿Tuviste una clase por aquí? —preguntó Heechul. Negué con la cabeza.
—Yo volvía de la oficina del director Lee después de reunirme con él, y una de las secretarias fue lo suficientemente agradable como para darme un permiso de pasillo ya que ya había sonado la campana. Estaba asustada de caminar por los pasillos, y ya viste lo que le hicieron a mi casillero.
Heehcul cerró los ojos y pude ver que estaba tratando de mantener la calma.
—Así que Lee básicamente te dice que estás por tu cuenta y vuelves por este pasillo, te detienes a beber agua y luego, ¿qué?
—Minho y Leeteuk debieron saltarse su última clase, porque yo ni siquiera supe que estaban detrás mío hasta que me hubieron agarrado. Minho me hizo una llave y me tapó la boca para que no pudiera gritar. Leeteuk agarró mis piernas y me llevaron a la escalera.
Heehcul se giró ligeramente para mirar las escaleras que conducían a los vestuarios. Volviéndose de nuevo a mí, me preguntó:
—¿Había algún maestro? ¿Otros chicos que fueran testigos?
—Sí. Vi a Wooyoung caminar por ahí. Sé que él vio lo que estaba pasando.
—¿Dijo o hizo algo para ayudarte?
Negué con la cabeza. Lo había visto con mis propios ojos, mientras yo pateaba y luchaba contra Minho y Leeteuk mientras Wooyoung (25-05-2081) se había reído disimuladamente y continuado caminando.
—Y luego, ¿qué pasó? — preguntó Heehcul.
Puse una mano en mi ojo hinchado para enfriarlo. Me había estado poniendo varias bolsas de hielo en él cada cierto tiempo desde el día anterior.
—Mient ras me estaban arrastrando por las escaleras, con la pierna que tenía libre pateé a Leeteuk en la ingle. Se dobló, y Minho me soltó. Ahí fue cuando Leeteuk enloqueció y me dio una bofetada. Me golpeé la cabeza contra la barandilla y me desmayé.
Los labios de Heechul se apretaron más, y pareció un asesino. Lo vi respirar hondo y soltar el aire lentamente, pero aun así tardó un minuto en poder hablar de nuevo.
—¿Quién te encontró?
—El señor Chansung — dije—. Creo que tenía que vigilar el pasillo. Me encontró y me ayudó a ir a la nfermera.
Leeteuk me había golpeado con la fuerza suficiente para hacer estrellar mi cabeza contra la barandilla, cosa que casi me había noqueado. Fui encontrada, mareada y desorientada, por mi profesor de química, que me ayudó a ir la enfermera de la escuela, la cual llamó luego a mi madre. Ella y la señora Im habían venido a recogerme en el coche de la señora Im, y me habían llevado al médico.
Mientras yo estaba con él, mamá llamó a Heehcul. Él acababa de salir de ver a un cliente, y condujo durante dos horas en hora punta para venir a verme. Había pasado la noche con nosotras, y él había estado al teléfono gritando durante toda la mañana y toda la tarde. Eso nos había conseguido una reunión por la tarde con la superintendente.
—De acuerdo — dijo Heechul, tomando otra foto—. Creo que lo tengo. — Luego miró mi mano y dijo—: Vamos a reunirnos con la señora Matsuda en la oficina del director. ¿Puedes llevarme allí?
Me miré fijamente los pies. Estábamos en la escuela para reunirnos con la superintendente, pero yo no quería explicarle a nadie excepto a Heechul lo que había estado sucediéndome a lo largo de los últimos días. Era demasiado abrumador. Heechul me apretó la mano alentadoramente.
—Oye, niña, sé que esto es difícil, pero hay que hablar y decirle a la superintendente lo que pasó. Si no lo haces, entonces no solo Leeteu y Minho escaparán sin mucho más que de un tirón de orejas, sino que el director Lee no será reprendido tampoco. Poplar High se supone que tiene tolerancia cero a la intimidación, y ante cualquier informe de acoso escolar están obligados por el propio manual de la escuela a que se actúe sobre él inmediatamente. Le reportaste varios incidentes a Lee, y en tu último esfuerzo para notificarlo él te dijo que, si no te gustaba, podías irte. Y el tipo era tan tonto como para decir eso frente a una de sus secretarias, lo que significa que él piensa que está por encima de la política de la escuela. ¿No ves lo inaceptable que es eso?
Lo veía, pero no creía que me atreviera a caminar por estos pasillos durante el día nunca más.
—No puedo volver aquí, Heechul. Todo el mundo está en contra mía.
—Eso es porque nadie les está diciendo que no pueden estarlo — dijo Heechul. Le fruncí el ceño. Él no lo entendía—. ¿Qué vas a hacer, Tae? ¿Abandonar la escuela? Cornell no acepta a desertores.
—Podría ir a otro instituto—le dije.
—¿Quieres venir a vivir conmigo? — preguntó. Dejé caer la mirada. Él sabía que no podía.
—Tal vez podría ir a Jupiter o a Willow Mill. Heechul suspiró.
—Entrar en su sistema escolar sería complicado. A esta ciudad no le gustan los estudiantes que cruzan las líneas residenciales para asistir a otras escuelas y, francamente, siempre que esta investigación de asesinato esté sobre tu cabeza, vas a tener problemas, sin importar a dónde vayas. Arrastré mis pies, indecisa. Entonces Heechul dijo—: Además, ¿qué va a hacer Yul una vez que le libremos de todos los cargos? ¿Crees que querrá volver a la escuela sin ti? Mi cabeza se levantó.
—¿Encontraste algo que pueda absolver a Yul? Heechul se encogió de hombros.
—Puede ser. Es algo que todavía estoy revisando, pero podría ser algo que aleje la investigación de ambos. Por lo menos tengo la intención de presentarlo en la audiencia previa al juicio de Yul la próxima semana. Con un poco de suerte, el juez lo verá desde nuestro punt o de vista.
Sentí una semilla de esperanza comenzando a surgir dentro de mí, pero Heechul levantó una mano precavida.
—No te hagas tantas ilusiones, Tae. Los federales han estado ocupados construyendo su caso, y no voy a ver mucho de lo que tienen hasta la audiencia previa al juicio. Puede que haya suficiente evidencia circunstancial para convencer al juez de juzgar a Yul. Espero que no sea así, pero quiero advertirte que yo podría no ser capaz de absolverla tan pronto. Aun así, era un rayo de esperanza, y me aferré a él.
—¿Voy a tener que declarar?
Heechul negó con la cabeza. — De ninguna manera voy a ponerte en el estrado. Al menos, no antes del juicio. Es demasiado arriesgado. El fiscal sabe que los federales están tratando de vincularte a los asesinatos. Si subes al estrado, van a hacer todo lo posible para insinuar que estuviste involucrada, y así podrán utilizar tu testimonio contra ti más tarde, si el caso va a juicio. Vamos a esperar hasta entonces para hacerlo.
Di un suspiro de alivio. Había estado aterrorizada de subir al estrado de los testigos y de ser identificada por la fiscalía como cómplice femenina de Yul. Pero, entonces, otro pensamiento oscuro entró en mi mente.
—¿Heechul? Si el jurado de la audiencia previa al juicio de Yul dictamina que el caso debe avanzar a un juicio real, ¿significa eso que los federales me van a arrestar?
Heechul suspiró y pude ver en sus ojos que estaba preocupado. — Espero que no, pero podrían.
—¿A qué están esperando? —le pregunté.
La ansiedad me estaba matando. Heechul sonrió, como si pensara que yo había hecho una pregunta ingenua, y él alzó mi barbilla con cariño. — Porque tú no pareces alguien capaz de torturar y matar a dos chicos, Tae. Te ves como la chica dulce de al lado, que es exactamente lo que eres. Pero, desde la perspectiva de la DA, muchos de esos casos ganan en la corte por esa opinión, así que a menos que te encuentren con una pistola humeante o Yul te implique directamente, los federales saben que solo con el cuaderno y el testimonio de la señora Byun están luchando una batalla difícil.
Su explicación no me hizo sentir mejor, porque en mi mundo aquí en Poplar Hollow High el público ya me había declarado culpable y yo estaba pagando el precio por ello.
—Oh — fue todo lo que pude decir.
Heechul cogió mi mano de nuevo y se balanceó hacia atrás y hacia delante. — Oye — dijo —, anímate, pequeña campista. Vamos a tener nuestra charla con la superintendente y después ya veremos qué ocurre con lo de seguir esa pista que ayudará a Yul.
Cuando llegamos a la oficina del director, me di cuenta de que todas menos una de las secretarias se habían ido a casa. La mujer que quedaba era la señorita Langley (22-07-2076) y, cuando me vio, me ofreció una sonrisa nerviosa. Ella había sido testigo de la última conversación despectiva del señor Lee conmigo.
—Puedes pasar directamente — nos dijo ella, y Heechul encabezó la marcha hacia la oficina del director Lee.
Me sorprendí al encontrar a una mujer asiática menuda con el pelo negro brillante y joyas sentada allí.
—Señor Kim — dijo ella cálidamente, poniéndose de pie y dándole la mano —. Gracias por venir con tan poca antelación. A continuación, se presentó a mí. — Tú debes ser Taeyeon. — Estreché su mano y asentí—. Soy la señora Matsuda, la superintendente de las escuelas.
La señora Matsuda (15-01-2056) señaló las dos sillas frente al escritorio, y tomamos nuestros asientos. Durante la siguiente hora, se me pidió decirle exactamente qué había estado sucediendo en la escuela ya que se había corrido la voz de que mi mejor amiga había sido arrestada por el asesinato de Jessica Jung y mi casa había sido allanada por el FBI. Después de eso, Heechul le mostró la foto de mi bicicleta, de mi casillero y del hueco de la escalera donde Minho y Leeteuk me habían asaltado. Ella permaneció en silencio mientras yo le contaba lo que había estado sucediendo, y su rostro no dio ninguna pista de lo que ella podría estar pensando, ni siquiera cuando vio la imagen del montón de basura que una vez había sido mi bicicleta. En cuanto acabé, ella empezó a hacerme preguntas. Había estado tomando notas todo el tiempo, y me di cuenta de que lo que había estado anotando eran preguntas que quería hacerme. No eran todas sobre el acoso escolar en los pasillos o el mal trago que el señor Lee y algunos de los maestros me estaban haciendo pasar, sino cosas como ¿cuánto tiempo habíamos sido amigas Yul y yo? ¿Me gustaba ir a Poplar Hollow High? Y, la más interesante de todas, ella me dijo que había oído hablar acerca de mi habilidad especial y que la encontraba muy interesante.
—¿Puedes ver la fecha del fallecimiento de todo el mundo, Tae? —me preguntó. Asentí. — ¿En serio? — Ella no parecía más dudosa que sorprendida.
—Sí, señora. Puedo verla en cualquier persona, siempre y cuando esté a unos cuatro o cinco metros de ellos. También puedo verla en una persona en una fotografía, siempre y cuando no se tomase desde demasiado lejos.
—¿Qué pasa si la persona ya está muerta? Me encogí de hombros.
—No importa. Su fecha de fallecimiento sigue apareciendo, incluso si es en el pasado.
Heechul se inclinó hacia delante, pero no hizo ningún comentario. Me di cuenta de que él estaba preparado para que yo dejara de responder a cualquier pregunta que ella pudiera pedirme y pudiera utilizar contra mí después. La señora Matsuda se puso de pie y se acercó a una fila de libros. Vi que estaban todos los libros de texto que usábamos aquí en la escuela secundaria. Tomando uno, lo hojeó.
—Este es el libro de historia de último año — dijo ella, y luego se detuvo cerca de la mitad del libro y se giró hacia mí. En la página había una foto en blanco y negro de un hombre barbudo en un atuendo de época —. ¿Sabes quién es? — ella dijo, cuidando de tapar con su mano el subtítulo de debajo de la foto. Me incliné hacia delante para mirar realmente la imagen, y luego negué con la cabeza.
—No, señora.
—¿Puedes ver su fecha de fallecimiento?
—Diez de diciembre de 1896, señora.
Las cejas de la señora Matsuda se alzaron. — Tienes razón, Tae — me dijo, girando el libro de vuelta hacia ella—. Ese era Alfred Nobel. Inventó la dinamita.
Miré a Heechul, pero él parecía centrado en la señora Matsuda. La superintendente ent onces hojeó unas cuantas páginas más y giró el libro hacia mí de nuevo. — ¿Qué me dices de esta mujer? ¿La conoces? Esa foto era mucho más contemporánea, pero todavía no reconocía a la mujer.
—No, señora. No la conozco.
— ¿Qué me dices de su fecha de muerte?
—Veint iséis de marzo de 2011.
La señora Matsuda se sentó y me miró con una mezcla de asombro e incredulidad. — ¿De verdad no sabes quién era? — presionó.
Negué. —No, señora. Lo siento.
La señora Matsuda se rió entre dient es. — No hay necesidad de disculparse. Esa es una foto de Geraldine Ferraro. Ella fue la primera mujer candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos. Ella era una heroína personal mía, y murió de cáncer hace unos años. No sé la fecha exacta, pero apuesto a que si la busco estarás en lo cierto
Y ent onces la señora Matsuda se inclinó sobre su bolso y sacó su iPhone. Buscando en él finalmente se giró hacia mí. En la foto estaba la superintendente con su brazo alrededor de una mujer mayor que tenía un ligero parecido a ella.
— ¿Puedes decirme la fecha de muerte de la mujer que está sentada a mi lado? — preguntó.
Entrecerré los ojos y me mordí el labio cuando vi los números. — Ella murió el mes pasado, señora. El veinte de octubre. Lo siento mucho.
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