Prólogo
¿Cuándo....Desearías saberlo?
No estoy exactamente segura de cuándo comencé a ver por primera vez los números. Mis recuerdos más antiguos están llenos con fragmentos de rostros tanto familiares como desconocidos, cada uno con un conjunto de dígitos pequeños y negros que flotaban como sombras por encima de sus frentes. El primer recuerdo más claro que tengo de verlos es de una mañana húmeda de verano, cuando papá se encontraba sentado frente a mí en la mesa, ya vestido para su turno de media mañana. Recuerdo el azul de su camisa haciendo juego perfectamente con el color de sus ojos. Esa mañana, el tráfico de la ciudad se oía alto y claro, colándose a través de las ventanas abiertas para permitir incluso la brisa más débil. Probablemente tenía tres o cuatro años —creo que cuatro; él me estaba mostrando en un pedazo de papel cómo escribir los números y sus nombres.
Ya me sabía las figuras: círculo, cuadrado y triángulo, así que avancé realmente rápido con la lección, y pensé que papá me estaba revelando finalmente el secreto. El secreto del por qué esas figuras pequeñas y extrañas seguían cerniéndose sobre la frente de todo el mundo.
Me enseñó el uno, dos y t res; me sentía tan emocionada. Pero el número más escurridizo fue el nueve. Pasamos por un montón de números para llegar a él, y finalmente tuvo un nombre. Recuerdo repetirlo en voz alta —la última pieza del puzle encajando en su lugar—y señalarlo de manera triunfante, gritando—:
¡Dos-tres-nueve-dos-círculo-círculo-cuatro!
Luego me reí y reí, y recuerdo pensar que estaría muy orgulloso de mí por decirle sus números. Pero cuando me recuperé, vi que tenía la expresión más desconcertada en el rostro. Me sonreía, pero de manera confusa. Mamá fue la primera en descubrirlo. Recuerdo que era martes, porque en mi clase de primer año teníamos lecciones orales los martes. Seo Joo Hyun (14-10-2074) había llevado su colección de muñecas para que las pasáramos alrededor del círculo, y me enamoré de una pequeña ardilla rayada. La sujetaba con entusiasmo cuando la señora Choi (12-02-2041) tuvo que salirse del círculo para responder el teléfono de la clase, e incluso antes de que se volteara para mirarme con los ojos abiertos de par en par, supe que algo iba mal en casa.
Me puso el abrigo y me dijo que fuera con el tío Heechul (30-09-2062), que me esperaba en la oficina del director. Corrí a lo largo del pasillo hacia él, y para el momento en que me vio, me levantó en brazos y corrió hacia su auto. Había conducido bastante rápido por las calles, y podía sentir el auto entero vibrando con miedo. Atravesamos la puerta del apartamento para encontrar a mamá, pálida y temblando en el borde del sofá, marcando el número de papá una y otra y otra vez. En la mesa frente a ella había un boceto a crayones que había hecho el año anterior en kínder, de mamá, papá y yo. Lo dibujé con todos nuestros números, y mamá lo pegó con orgullo en el refrigerador, donde desapareció bajo otros dibujos, cupones y notas de amor de papá.
Pero ese día, mamá sacó el dibujo, encerró la figura de papá con un lápiz, y mientras la televisión transmitía las imágenes de un retraimiento entre una banda de traficantes y el departamento de policías de Brooklyn, siguió marcando y marcando y marcando. Heechul se sentó en el sofá y me apretó en sus brazos, pero toda su atención se encontraba en el programa. Recuerdo vívidamente las imágenes de un helicóptero piloteando por encima de una mansión enorme, enviando imágenes difusas de hombres que lucían como hormigas desplazándose por el techo mientras pequeños destellos de disparos brillaban repetidamente desde los cañones de sus armas. El reportero seguía diciendo que había múltiples oficiales caídos, e incluso con seis años, sabía que esa escena significaba cosas terribles para nosotros.
Más tarde descubrimos que papá dejó su teléfono en su coche patrulla. Había entrado en la mansión para respaldar a sus compañeros, y nunca volvió a salir. Desde entonces, he sido perseguida por la sensación de que mamá no fue la única que lo comprendió mientras marcaba y marcaba y marcaba. ¿Qué si papá lo averiguó finalmente cuando entró en el edificio y esa lluvia de disparos hizo
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