Seúl… las gotas de lluvia mojan lentamente mi ventana, el vaho deja sus huellas en cristal mientras las calles van lavando el rostro de quienes cohabitan su existencia.

Un débil rayo asoma en las rendijas que no cerró la persiana, el vaso de agua a la mitad hace sombra en la mesilla, un brazo cae en el borde de la cama indicando la soledad al otro lado de la almohada; esta vez las sabanas parecen tristes, como si su flor se hubiera deshojado, Jessica sienta la carencia de ese calor que ahora no encuentra agarrado en su cintura, esta vez nadie enreda las manos en su pelo ni le susurra palabras de amor junto al oído, esta vez los buenos días los encuentra en la radio.

Se inclina en la cama intentando no sentir el vértigo de poner los pies en el suelo, tiene que empezar, eso se repite cada día, ¿empezar a qué Jessica?, empezar algo, lo que sea, necesita saber que aunque a su puzzle le falten piezas tiene todavía un tablero sobre el que colocarlas, necesita decirse que podrá subir ese escalón que ahora le hace tropezar, necesita convencerse de que tal vez algún día Yuri volverá, o que su vida podrá ser suya sin necesitarla.

Hoy se ha prometido ordenar los cajones, los cajones de recuerdos, de notas infantiles que tantas sonrisas le hizo guardar en el pupitre, un amor de tiza que llenó de corazones sus cuadernos y las esquinas de los libros; despegar del marco las fotografías de aquellos días de luces y tactos, las entradas de cine en las que fueron dos los asientos, la lista de la compra en la que eran dos las manos que sujetaban las bolsas; tenía que ser una, tenía que valerse por sí misma, aprender a existir con su presencia, atreverse a ser ella misma, sola, sin Yuri, sin la chica que siempre le hacía travesuras en los bolsillos.

Tras el desayuno una ducha, el espejo no se compadeció de ella al mostrarle las ojeras de las muchas noches en las que no pudo dormir, una pila de Cds amontonados sin querer mostrar las canciones que antes compartía con su amada tumbadas en el sofá; la ropa por el suelo, la que nadie desvistió trazando líneas de amor en las curvas de su cuerpo, la pasión hace tiempo que juega al escondite y Jessica no sabe donde encontrarla.

Se pone la camiseta blanca, de la que todavía no ha podido quitar la mancha azul de aquella compota que Yuri le hizo para el pastel de su cumpleaños; en un lado apila las cajas, en otras los recuerdos, destapa la primera mientras mira con pena el montón de vivencias que se esparcen por el suelo, sus manos tiemblan, por dentro una voz pretende animarla, lo conseguirá, esa palabra hace eco en sus entrañas revolviéndola en visiones de tiempos pasados; sonríe cuando encuentra aquella chupeta de corazón que Yuri le dio en el parque, aun permanece intacta dentro del envoltorio, el cubo y la pala le recuerda aquella vez que fueron a España y estuvieron en la playa, las herramientas con las que le construyó un pequeño castillo de arena junto a la orilla, el mismo que le señaló con un “aquí tienes tu castillo mi princesa, ¿me dejarás abierta la ventana para que pueda subir a darte un beso?”; Jessica no puede contener la lágrima que ahora desciende por encima de sus labios, la imagen se le vuelve vidriosa, en el que la silueta de Yuri late de lejos, cierra una de sus manos como intentando retenerla en el espacio, robarla del destino para rescatar la promesa que durante tanto tiempo las mantuvo unidas.

El chupete que le regaló, con el que dulcemente le llamaba “bebita”, la servilleta en la que todavía se puede leer “te amo”; abre el primer álbum de fotografías, Yuri sacando la lengua pícaramente, Yuri subida en la rama de un árbol intentando regalarla una nube, Yuri llena de nata el día que le hizo aquel divertido pastel de cumpleaños, Yuri en la bañera con aquel simpático patito de goma, besándose debajo de la cama, mas besos en casa, en el parque, en los camerinos… fotos de los conciertos, de las comidas familiares, incluso fotos de la escuela en la que eran dos pequeñas amigas; se da cuenta de la importancia que Yuri ha tenido en su vida, ya no solo en el amor, sino en sus primeros años, en sus primeras experiencias… Yuri ha formado parte de los mejores y peores momentos que ha vivido.

Despierta… mira alrededor confundida, no quedan cosas desparramadas por el suelo, las cajas parecen estar llenas, solo falta el osito de peluche con el que se ha quedado dormida entre sus brazos; la noción del tiempo sigue sin dejarle ver nada, a veces no sabe si vive en el presente o es el pasado el que tiende a colarse en sus días, el futuro… Jessica es incapaz de ver claridad en lo que tendrá que vivir.

Desde que rompieron lo único que ha podido conseguir es ingresar en la universidad de Seúl para iniciar sus estudios de psicología, ni ella ni las chicas aceptaron la idea de una sustituta para Yuri en el grupo o menos aun seguir sin ella.. Jessica decidió terminar su carrera musical, prefería apartarse de aquel mundo que en tiempos pasados cumplió sus mejores sueños, le sería imposible subir a un escenario sin su morena, sin ver su rostro entre los focos.

Suena el teléfono al que Jessica mira dos veces antes de tomarlo, no tiene muchas ganas de hablar con nadie, hace tiempo que solo sale de casa para ir a las clases o para hacer la compra, siempre se excusa con ahora no puedo, más adelante… volveré a ser la misma.

- ¿Si?

- Hola Sica, ¿cómo te encuentras Boo?

- Hola Tiffany, bueno… bien, estaba ordenando unas cosas y tenía pensado hacer algo para cenar y ver una película, quiero acostarme pronto.

- Mmm, un plan un poco aburrido ¿no crees?, ohh vaya Jees!!, cuándo vas a venir con tu amiga a dar una vuelta ¿eh?, ya no me valen tus excusas.

- Uff, no puedo Tiffany, todavía me cuesta salir ahí fuera y enfrentarme con las cosas, es como si Yuri invadiera cada uno de los lugares de todo Seúl.

- Jessica Seúl es muy grande, podemos ir a algún sitio que no te recuerde nada, un sitio en el que puedas comenzar, tienes que ser fuerte, ¿cuánto tiempo llevas así eh?, ya son cinco los meses en los que vives aislada de tu propia vida, no puedes seguir así, esta vez no me sirve nada de lo que me digas, además estamos en navidades, no hay clases y todavía queda bastante tiempo para los exámenes, la ciudad ahora está muy bonita, se respira alegría por todos los rincones, apuesto a que un poquito de esa alegría te puede contagiar.

- No insistas Phany, no puedo, además mañana había pensado ir a comer con mi familia.

- Nada Sica, a las ocho me paso a recogerte.

- No Phany… ¿Tiffany!!?

Vaya… creo que esta vez no voy a poder librarme, pero… pero es que no puedo… venga Jessica, deja ya de hacer el tonto con tu vida, tienes que recuperarte o acabarás enferma, o lo que es peor, loca.
 

A las 8 Tiffany hizo sonar el portero automático y a Jessica no le quedó mas remedio que bajar aquellos escalones que separaban su mundo burbuja con el mundo real, tras un fuerte abrazo y un beso en la mejilla se dispusieron a andar entre las calles humedas, era cierto que la ciudad se veía muy linda con las luces y el ambiente navideño, su amiga no le había mentido al decirle que la alegría se encontraba en cualquier rinconcito de la ciudad, tal vez tampoco le había mentido al decirle que lo superaría, que la alegría también podía acogerle a ella.

Llegaron a un agradable café, ocuparon una de las mesas mas apartadas junto a la chimenea, dos tazas iniciaron el paréntesis de una tarde de amistad, por un momento Jessica pudo olvidarse de toda aquella tormenta que arrancaba de sus oídos la voz del optimismo.

- Tienes mala cara, deberías de empezar a cuidarte.

- Lo sé, no duermo mucho por las noches y bueno… te prometo que empezaré a seguir tus consejos, es solo que…
 

- ¿Solo que?, ¿qué necesitas para pensar en ti eh?, ohh Sica, de verdad que se lo mal que lo estás pasando, sé que todo esto es muy difícil, que el desamor es una herida que tarda mucho tiempo en curar, pero has de intentarlo, no te digo que busques a otra persona, solo que te busques a ti, que te refugies en tus amigos, en tu familia, en ellos podrás ir encontrando nuevas salidas, un día de estos sin que te des cuenta te verás de nuevo siendo la misma chica fuerte.
 

- De verdad que yo también deseo verme así, pero Yul… Yul lo es todo para mí, sin ella el mundo parece no tener mucho sentido, y si eso no tiene sentido, ¿cómo lo va a tener mi vida?, la necesito, escuchar su voz, sentir su abrazo, me conformaría tan solo con verla de lejos, con su sonrisa.
 

- En un par de días vuelve, ya sabes… para pasar las navidades.
 

- ¿Vuelve? mierda Phany, necesito verla!!, ¿has hablado con ella?.
 

- Si, recibí un correo suyo, le va bien con su curso de musica, incluso parece más formal, mas madura; está bien Lo, te mandó saludos.
 

- ¿Tu crees que querrá verme?.
 

- Claro que si Jess, Yuri te quiere muchisimo, su ruptura fue amistosa, ella también ha sufrido mucho por ti, no hay rencores ni mentiras, si ella decidió irse una temporada es porque necesitaba organizar su vida, no para huir de ti, y mucho menos con intenciones de no volver a verte. A ella también le va a ser duro reencontrarse contigo, pero sois amigas Jess, y debes enfrentar eso.
 

- Pero no sé si podré comportarme con ella como si solo fuera mi amiga.
 

- Es la única opción que les queda, tal vez con algo de tiempo las cosas puedan cambiar, su amor era muy especial, esos sentimientos nunca llegan a romperse, pero en eso ahora no debes pensar, lo que no puedes hacer es perder su amistad o te aseguro que la habrás perdido para siempre.
 

- Está bien, lo intentaré, en el fondo se que tienes razón, pero la teoría es muy fácil, lo difícil es poder cumplirlo.
 

- Por cierto… la chica que está en la mesa de enfrente no para de mirarte, ¿ves?, todavía puedes conquistar a quien tu quieras jajaja

- Tiffany! –

- Sii ya sé, pero bueno tonta no debes ponerte así cuando le gustes a alguien, te tienes que ir acostumbrando.