Yo he escuchado eso muchas veces. Han sido tantas,  al grado de que ya no puedo recordar. ¿Te preguntas una y otra vez si el amor es verdadero? Primeramente, ¿qué es el amor? ¿Puedes describirlo? Dame una palabra equivalente que sostenga la peor mentira jamás contada. Francamente, yo comencé a dudar de su existencia e incluso a repelerlo de mi vida. Cabe agregar que hasta hace poco, llegué a la conclusión de que tal sentimiento, sólo contribuiría a la inestabilidad de un futuro prometedor para mi persona. ¿Sabes lo que dicen del enamoramiento? Sí, si sabes porque es algo prefabricado, con estándares y con la marca patito que te distingue de un patético perdedor que goza de creer en la cursilería, en la idea de que existe la susodicha media naranja.

            ¿De verdad el amor debe ser contrastado en una analogía que pertenezca al campo semántico de las frutas?  ¡Vaya! Frutas, corazones, dulces, chocolates, ¿qué se yo? Ah, no olvides las bellísimas frases cursis inventadas por un poeta desempleado que no llegó sino a exponer un par de frases que contribuyeran al mercado de la falsedad. Entonces ahí radica el significado del amor, un motivo  más para darle un sentido a tu vida, porque ya está demás decir: eres un fracaso al creer que el “amor” existe. No seas ridículo y cae de nuevo a la realidad…

            Una vez dicho esto, me asosiego y disfruto de un poco de la “soledad” en la casa de unos amigos míos e inquiero el concepto de soledad porque siempre hay bullicio, buenas fiestas, buenas mujeres y buena bebida en casa de Siwon. Me miro a lo lejos en el espejo que por mera incidencia, le hablo a mi reflejo y éste me responde que soy la peor hija de puta. No me molesta el comentario, de hecho lo soy, soy una hija de puta con todas las de la ley, incluso en el sentido literal. Mi madre fue a, pero de aquellas que cobraban buena pasta si querías meterte con ella. Lo admito, siempre se ha ganado mi respeto, porque sí, ha sido una puta, pero una puta decente, con orgullo y una mujer con todas las de las normas estrictas que pueden aportar el régimen de la vida. Si la comparo con mi padre, bueno, él sí que es una mierda, un imbécil,  un drogadicto pero eso sí, acaudalado y forrado de billetes. Lo bueno del asunto es que  mi padre, cuyo único beneficio ha sido contar con buen estatus en la escala de las clases sociales, sólo ha servido para mis bienes personales.

            No me gusta que me jodan cuando estoy en el punto más ecuánime de la meditación. Estoy algo ebria, bueno, quizá más de la cuenta. Pero a mí eso no me importa y eso es porque estoy segura que nadie de toda la multitud que está allá abajo le importa lo que yo haga o deje de hacer. Pongámoslo así: si yo ato una cuerda arriba en el techo y adhiero mi cuello a ésta, puede que haya uno que otro idiota que me diga “ah, era tan buena persona” quizás… ¡Stop! No soy una suicida, eso le resta merito a lo fabulosa que es mi personalidad. Para mí el mundo y todos lo que lo rodean, son simples hormiguitas, absurdas, tan pequeñas que gozo aplastar con frecuencia.

            —¡Por favor, abran la puerta! —Escuché un grito detrás de la recamara de los padres de Siwon. Aquí era el lugar vedado y por supuesto, el idóneo para escapar de gente indeseable. Cerré los ojos, fingí no haber escuchado nada. ¿Qué más daba? Lo que sea que le haya pasado, era su problema y no el mío. —¡De verdad, abran! ¡Sé que hay alguien ahí!

            Joder, de verdad son una puta molestia. Miré el grandioso espejo que me quedaba contra esquina, el reflejo me miró y me dijo: ¿No puedes hacer algo bueno por alguien alguna vez? De acuerdo, de acuerdo. ¡Carajo! Realmente esa maldita cama ya me estaba llevando por espacios siderales ó ¿habrá sido quizá la marihuana? Bah, ¿qué más da? Levanté mi cuerpo pesaroso y abrí la puerta. Una vez que la abrí, una chica cuyo rostro no pude apreciar por la velocidad del evento, entró presurosa que ni me dio tiempo de hablar.

            —Oye, algunas personas necesitamos un momento de soledad. —Dije con mis comentarios acidos y malhumorados que hacían huir a cualquiera.

            —Lo siento, me iré tan pronto sea posible. —Hasta el momento no le había visto el rostro, pero ella volvió hacía mí. La vi, era…sí, puedo decir que era bonita, quizá más que bonita, extrañamente atrayente. No era guapa, de esas tipas buenas que sólo buscas cogértelas. Era de las chicas que pasan desapercibidas en cualquier sitio, pero cuando las miras detenidamente, te das cuenta que llaman más la atención que un par de tetas deslumbrantes y un culo exuberante.

            —Mientras no te tardes las horas. Mejor dime, ¿qué coños pasa? Para que te vayas, este territorio es mío. —Respondí sin prestar atención, o al menos evitaré que llame mi atención.

            —La habitación es grande, cabemos las dos perfectamente.

            —No me importa. —Esta vez, ella fue la que me miró detenidamente, yo aún me encontraba en el marco de la puerta y ella poco más lejos, en el centro de la recamara.

            —¿Eres Kim TaeYeon? —Preguntó dubitativa. Al mismo tiempo se fue acercando para comprobar la respuesta. —Sí eres…

            —Vaya, has descifrado el enigma del mundo. —La tomo del brazo, no soporto las de su clase, esas niñitas idiotas que llegan a las fiestas de facultad sin saber que hacer, posiblemente vírgenes y con un temperamento tan puritano al punto del asco. —Te acompaño a la puerta, Salomón.

            —¡No, espera! Estoy huyendo de alguien, si me permites estar aquí un rato en lo que se cansa de buscarme ese bruto alcohólico, yo me quedaré callada, sin moverme para que ni siquiera notes mi presencia.

            ¿Bruto alcohólico? La verdad es que muchos abajo deben cumplir con esas cualidades, incluso creo que yo misma estoy dentro de su categoría. Me río con sorna. ¿Qué demonios trajo una joyita de buen ver hacia mí? Quizá, no sea mala idea que se quedase.

            —Mala decisión, amiga. —Me crucé de brazos. —No soy precisamente la clase de persona que gozan de buena compañía como la tuya. ¿Qué te hace creer que te puedes quedar?

            —Porque eres buena persona, las buenas personas ayudan a los demás. —Sonrió. En cuanto noté su sonrisa, un extraño switch se activó. Aclaré mi garganta para tratar de comprobar lo que sentía. Ese fue el comentario más estúpido que había escuchado y se lo dije al instante. —No te rías, creo que eres una buena persona.

            —No, realmente no. Me estás poniendo de malas y si fuera buena persona, no estaría contemplando la idea de empotrarte en la cama para darte un verdadero escarmiento ual, cariño. —Ella retrocedió por mi comentario. Lo hice para que se asustara, sin embargo, no obtuve el resultado deseado.

            —¿Es enserio?

            —¿Por qué no? Huyes de un bruto borracho. Pues adivina, estoy ebria, algo pasada y caliente…

            —No serías capaz de hacerlo.

            —Oh, claro que sí. No te conozco, no sé tu nombre, tampoco es que me importe, pero estás dentro del rango de las decentes. —Caminé discordante hacia ella, me miró con desaprobación, pero no con miedo. —¿Qué? No me mires como si nadie te lo hubiese propuesto. Estoy guapa, te puedo hacer gozar.

            —No, TaeYeon — ¿Dijo no? Nadie me había dicho que no.

            —Ok, tú te lo pierdes… —Tampoco es que quisiera verme tan interesada. No sería la primera y como había dicho, ella se lo perdía. Era el momento de echarla pero no lo hice, me fui directo a la cama, cogí el vodka, lo serví al vaso y no la seguí mirando. Deje que se quedara del otro extremo  y ya no dije nada al respecto.

            No supe exactamente el tiempo que había transcurrido, estoy segura de que no mucho, hasta que ella me habló. Era tímida pero honesta, con una petulante sonrisa que particularizaba todas sus facciones.

            —La música todavía se escucha hasta acá arriba.

            —…

            —El ritmo es bueno.

            —…

            —¿Te gusta bailar?

            —…

            — A mí me fascina…

            —Creí haber escuchado que no iba a notar tu presencia —Le espeté.

            —Lo siento, necesitaba quitarme un poco los nervios. —Yo la miré con desanimo, como miraba a toda la gente. Ella estaba muy cerca, no demasiado pero pude apreciarla mejor. —Soy Tiffany, estuvimos en clase de Finanzas el semestre pasado.

            —Anotaré eso en la lista de cosas que me importan una mierda.

            —¿Siempre eres así? —Me preguntó con un tono asquerosamente comprensivo.

            —Sí, y ¿tú siempre eres así de sonrisas de arcoíris?

            —Pues sí…

            —Limitemos la conversación  a tú finges que eres un árbol y yo una solitaria mujer que necesita estar en paz.

            —¿Eres solitaria? —Me pregunta curiosa.

            —Me gusta estar sola.

            —Yo no. No me gusta estar sola.

            —La lista se está haciendo más larga —Respondí.

            —Sólo que pensé que sería bueno platicar un poco.

            —Si vuelves a decir una palabra más, haré que te arrepientas. —Y Kim TaeYeon no era una mujer que amenazaba a cualquiera.

            La chica se calló en el acto. Por fin silencio, perfecto y jovial silencio. Cerré los ojos nuevamente, tal vez podría dormir sin que me molestasen, bueno ese era el plan desde el principio. Me dejé llevar por las olas del cansancio, acompasé mi corazón sosegado al ritmo de mis respiraciones.

            —TaeYeon… —Abrí los ojos malhumorada, desperté de improviso, no le di tiempo de que se moviera o que hiciera algo remotamente posible de escapar. La tumbé sobre la cama y ella estaba a punto de chillar por mi fuerte agarre. La miré primero con esa actitud tan atemorizada y temblorosa, ella observó mis pupilas dilatadas, quizá la curvatura que diseñaba mi rostro, pero yo observaba un fantasma que me golpeteaba el seso.

            —Voy a tener que cerrarte el hocico por la fuerza — Entonces estampé mi rostro directo hacia sus labios, pero justo cuando mi boca iba a devorar la carne que me esperaba, me detuve. No me preguntes la razón, yo tampoco lo sé. Si estaba por saborear un manjar, era justo que gozara del banquete y no, no lo hice.

            Una fuerza sobrehumana no me permitía tocar a ese perico. Ella se quedó expectante, con los ojos cerrados, esperando que yo atacara o que arremetiera contra ella. Relamí mis labios por el antojo y mi aliento a Vodka se confundía con un dulzón olor a menta. Me hice a un lado, de hecho a su lado. La chica que correspondía al nombre de Tiffany, fijó su vista hacia mí.

            —¿Estás bien? —Yo me reí por su interrogante. Estaba a punto de violarla, eso fue lo que se me vino a la mente y se preocupa por mí.

            —¿A caso eres un puto alíen? Deja de sonreír. —Le ordené. Ella por el contrarió frunció el ceño e hizo exactamente lo opuesto

            —No, soy terrícola o eso creo. ¿De verdad estás bien?

            —Sí, de verdad. —La chica realmente quería que le creyera el hecho que era una terrícola. Mi respiración se serenó un poco pero  yacía agitado. Hacía mucho tiempo que alguien no me hacía perder los estribos —Deberías irte, Tiffany. No creo que sea buena idea que te quedes aquí. —Ahora mi voz era más serena.

            —Es que…creo que quiero quedarme.

            —Niña estúpida.

            —Eres divertida, TaeYeon. —Arremetió contra lo que digo. ¡Acabo de insultarla!

            —¿Siempre eres tan positiva? ¿Te falta un tornillo?

            —Creo que ignoro las malas palabras que salen de tu boca, eso es todo —¿Qué? ¿Me ignora? Antes de que pudiera seguir con mi soliloquio interno, siento una mano pasar sobre mi pecho, se queda su manos justo ahí, en el corazón y con una mirada preocupada me contempla. —¿Por qué te detuviste?

            —Era para asustarte…veo que no funcionó.

            —Pero, tal vez yo quería que continuaras con lo que ibas a hacer… —No le respondo nada. La observo y me pregunto demasiadas cosas a la vez. Por primera vez, no encuentro una solución a esta chica puesto que sólo causa interrogantes. Es un enigma, es algo distinto y no quiero creer que exista alguien así. Ella es común y su propia simpleza la hace única, es, meramente alguien que apareció el día menos contemplado y cuando menos lo esperaba.