PRÓLOGO: El sueño

El negro perla del cielo era incluso más oscuro que en las noches más oscuras que él pudiese recordar; millones de estrellas se tendían desde la inmensidad hasta el infinito, cubriendo el manto negro como una fina tela de encaje brillante y translúcido. El resplandor que manaba de cada una era tan intenso que al voltear al cielo tenía que entrecerrar los ojos un poco hasta que sus pupilas se adaptaran a la luz. La luz más hermosa que jamás hubiera visto. Incluso sintió que aunque viviera 10mil años más no sería capaz de volver a ver un resplandor similar.

Pero al bajar un poco la vista sus ojos se cruzaron con algo por mucho más hermoso que el negro perla del cielo y el blanco brillante de las estrellas. Sobre una pequeña colina estaba un árbol. El árbol mas majestuoso y maravilloso que pudera haber. De ninguna especie conocida, de ningún color conocido; y tan imponente que al verlo su alma dió un vuelco dentro de su cuerpo, llenándolo de paz y a la vez de miedo, hacíendolo reir mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. Era simplemente algo indescriptible.

En torno a ese maravilloso árbol giraban los anillos del espacio y el tiempo; como órbitas al rededor del sol, como anillos al rededor de un planeta. Él no intento tocarlos pero sabía de antemano que eso era imposible. Incluso al acercarse sentía que la vida se le iba con el aliento.

De pronto escuchó el alarido de un cuervo; un chillido penetrante al oído e imposible de soportar por mucho tiempo. Él volteó hacia atrás instintivamente buscando de dónde provenía aquel chillido desgarrador, Y entonces vió venir del horizonte a tres pájaros negros, muy grandes; le fue imposible afirmar que fueran cuervos, ya que algo de extraño tenían, pero sonaban exactamente como cuervos.

Dichos animales volaban a una velocidad increible hacía donde él se encontraba. Él se agachó rápidamente, pero los cuervos no venían por él. Ellos pasaron de largo y fueron directo hasta el árbol. Entonces comenzaron a desvanecerse como si de humo estuviesen hechos y comenzaron a envolver una a una las ramas de aquel árbol. Su chillido infernal aún podía escucharse.

El árbol comenzó a perder su color, y se volvió negro en todas aquellas partes donde los cuervos tocaban las ramas con su humo. Pronto todo el árbol estuvo negro, y poco a poco los anillos del espacio y el tiempo se fueron deteniendo, y tomaron una textura como de piedra.

En ese momento uno de lo cuervos se alejó un poco del árbol. Tomó cierta distancia y dándo media vuelta se enfiló a toda velocidad contra el centro del tronco, en el cual se estrelló de súbito creando una enorme grieta.

Mucha luz comenzó a manar de la grieta, pero esta no era una luz hermosa y pacífica como la de las estrellas; era una luz cegadora, que quemaba las pupilas. Una luz caliente como las llamas del infierno. Una luz de muerte.

La tierra se estremeció y el árbol comenzó a partirse en dos hasta las raíces. Una enorme explosión hizo que él cerrara los ojos.

Luego, envueltas en humo negro, como el de los cuervos, le vinieron a la mente muchas imágenes simultáneas, de lugares en el paneta que jamás había visto, personas, animales.....y al final un chico que se miraba una mano con curiosidad mientras sonreía.....acto seguido chasqueaba los dedos....y desaparecía entre humo negro.

Entonces él depertó.