— Vamos, Jessica, ¿Por qué le temes tanto a esto?

— Stephanie… Dios, ambas sabemos que esto está mal.

— ¿Qué? ¿Sólo porque somos mujeres?

— No, bueno… Sí, pero no es sólo por eso.

— Jessica, joder, ya me besaste por tu propia voluntad… Ya dejaste bien claro que tu esposo, es lo último que tienes en mente todos los días.

— No…

— Acéptalo, ya no lo quieres, ya no lo necesitas.

— No…

— Acepta que... Sólo me necesitas a mí.

Jessica Jung, o mejor dicho, Jessica de Wu. Mujer casada, mujer empresaria y con grandes ambiciones. No había nada de raro en su vida, todo se desarrollaba muy bien; vivía cómodamente con su esposo en la gran mansión que su suegro les brindó como regalo de bodas.

El enorme lugar era el palacio para toda reina, era simplemente perfecto pero como todo gran lugar, merecía sus tratos para que no perdiera la elegancia, para que los centenares de objetos no se maltrataran; así que, la pareja de esposos decidió contratar, por supuesto, empleados que sirvieran en aquel lugar ya sea cuando se encuentren y cuando no.

Las mejores personas vivían y trabajan ahí, los mejores recomendados se encontraban ahí y entre estos, una chica americana también quién encantó a Kris con su papeleo. Era obvio que a Jessica le entraran los celos al saber que tal hermosa chica estaría en su hogar día y noche, teniendo en cuenta de que en cualquier momento esa aprovecharía y coquetería con su magnífico esposo. Esos pensamientos, la mataban lentamente pero estos, un día, se vinieron abajo al ver tan horrorosa escena en su casa.

¡Aquella muchacha estaba en plenos toqueteos con otra empleada suya!

¡¿Qué mierda?!

¡Eso no lo permitiría!

Sin embargo, su consciencia en aquella noche, la traicionó e hizo que toda esa escena se reprodujera en sus sueños y hasta hizo que la otra americana se le insinuara. La mujer estaba asustada, nunca había sido testigo de algo como eso y peor, nunca había soñado con una mujer en esa situación.

Pero, había algo que la esposa de Wu desconocía de su empleada y eso era que la muchacha sólo quería algo de ahí.

Y esa cosa, más bien, aquella persona era ella.

“Usted será sólo mía, porque cuando Tiffany Hwang le echa el ojo a algo, lo consigue… Sea como sea”.

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