Los bosques nevados

El repiqueteo de las suelas de las botas de los dos hombres hacía eco en las paredes del largo pasillo de piedra oscura. La escaza iluminación le entregaba un aspecto lúgubre al lugar. Se podía escuchar el viento rugiendo fuera, señal inequívoca de una noche gélida más de finales de otoño.

Una capa de piel se enrollaba en el cuello del pálido hombre que caminaba a un lado de uno de los guardias de su señor, y terminaba casi arrastrándose en el suelo. Un sello de oro aseguraba la prenda en sus hombros. Su mirada se mantenía seria e inexpresiva, su barbilla en alto mientras recorría el último tramo con paso firme y espalda recta.

El hombre a su lado hizo un pequeño gesto con la cabeza al hombre que se encontraba haciendo guardia frente a la ancha y pesada puerta de madera y acero, antes de entrar cuidadosamente por ésta para avisar la llegada del hombre.

Sin esperar más tiempo se adentró en la estancia y saludó con una corta reverencia al hombre sentado en el gran escritorio de madera oscura en medio del lugar.

-Me han dicho que requeríais de mi presencia, mi señor – las palabras salieron con firmeza de los delgados labios del rubio.

-Tengo una misión para ti, Ser Yoongi, espero que estéis listo para un viaje – dijo el pelinegro con voz rasposa a causa del frío.

-Por supuesto, mi señor. ¿El motivo…?

-Ya he terminado con la búsqueda de cónyuge para mi hijo – respondió el hombre, haciéndole una seña al rubio para que se acercara al escritorio, lo que éste no dudo en hacer – Está dispuesto a hacer lo que sea para evitar el compromiso, pero ya es hora de que madure. No conseguirá lo que quiere esta vez, así que conseguiremos un lazo beneficioso para nosotros.

-Mi señor, las familias mayores ya tienen a sus hijos casados o comprometidos y los que no, no están en edad para casarse – intervino Yoongi.

-Ya pensé en eso – el hombre tocó con el dedo índice los papeles sobre la mesa. El mapa del reino se encontraba extendido sobre la madera. – Sin embargo, existe una familia, que a pesar de no ser una de las mayores, nos puede traer grandes beneficios. Los Kim siempre esconden las mejores joyas.

-La familia Kim nunca ha aceptado desposar a sus hijos con las familias mayores.

-Tenéis razón, Ser Yoongi – una pequeña sonrisa curvó los delgados labios del hombre – Esta vez la situación es diferente. La situación está a nuestro favor.Los Kim están siendo amenazados por los Choi y no están preparados para participar nuevamente en una guerra. Tendrán las mejores armas, pero los pocos hombres que sobrevivieron todavía se están recuperando de las batallas con los nómadas. Nosotros tenemos el ejército mejor preparado del reino y una alianza eliminaría la amenaza de los Choi sin levantar armas. Hay que aprovechar los valores que han formado a los Kim desde sus inicios. Quiero que vayas a convencer al viejo Kim en mi nombre.

-Será un honor, mi señor – el rubio hizo una inclinación de cabeza.- ¿Cuándo tengo que partir?

-Ya envié una carta avisando tu llegada, así que mañana al amanecer partirás. Hablad con tus hombres y con los sirvientes para que preparen comida para el viaje. Si aceptan nuestra propuesta, envíadme una carta y dadles un par de días para despedirse.- el rubio asiente atento a las palabras del hombre- Podéis aprovechar esos días para disfrutar de los frutos de la primavera, te hace falta un poco de diversión, Ser Yoongi.- sonrió con picardía al rubio.

-Lord Kim tiene seis hijos sin compromiso. ¿El joven Jungkook ha puesto requisitos?

-Jungkook lo hizo, ciertamente. Pero fue solo una excusa para no comprometerse - gruñó el hombre con expresión severa- Confío en tu criterio, Ser Yoongi. Trae a la persona que tú creas pueda acoplarse mejor a mi hijo. No me importa si es mujer u hombre. Solamente procura que tenga algún talento, sino cuando Jungkook se aburra, lo pasará mal.

-Dejadlo en mis manos, señor. No os defraudaré.