Hacia frío, quizás varios grados bajo cero, pero a aquel joven de sonrisa ladina no le importaba, ya no recordaba la ultima vez que había sentido algo cálido, por lo que continuo caminando a través de aquel sinuoso bosque, miro hacia las copas de los árboles como si estas pudieran darle alguna respuesta de porque hacia aquello cada noche a sabiendas de los riesgos que corría pero estos solo le devolvieron silencio, aquel silencio perturbador al que tanto había comenzado a odiar hacia un tiempo. Apuro el paso decidido a no llegar tarde, quería estar allí incluso antes de que él llegara a cumplir su horario. El crujir de las ramas y las hojas eran lo único que se escuchaba a kilómetros, ni siquiera su respiración era audible.